Esta es la magia del Mercedes Clase S
Primer contacto
Resulta difícil ponerle pegas al Clase S. Quizá que sea grande, pero no, porque cuando lo conduces los centímetros se evaporan y, por otro lado, basta sentarse donde lo hace quien lo paga para ver lo bueno de que lo sea. O que sea pesado, pero tampoco, porque ¿quién lo diría cuando aceleras? O caro, pero, ¿has visto lo que lleva para tu deleite?
Con el Clase S, Mercedes presume de dar lo más de lo más. Y, cuando se trata de Mercedes eso ya es decir mucho. Por unas horas hemos disfrutado del nuevo buque insignia de Mercedes ocupando una de las plazas traseras y, luego, conduciéndolo, primero por ciudad, después por autopista al ritmo de quien pretende hacer cientos de kilómetros en un trayecto y, posteriormente y antes de volver al callejeo, por carreteras secundarias a un ritmo que resultaría difícil de creer con un coche de 5,18 m de largo.
Y, en todas esas situaciones, este Clase S, y más en concreto, el S 400d (117.700 euros) que por una mañana nos cedió Mercedes, ha superado la prueba con creces. ¿Cómo? Pues de este modo.
Disfrute desde el asiento de atrás
9:00 de la mañana. Un Mercedes Clase S de color gris me espera a la puerta de casa. Saludos de rigor y el conductor me invita a ocupar la plaza trasera derecha, justo la opuesta que él ocupa. Nos ponemos en marcha y, desde esta posición, la que probablemente ocupará quién pague este coche las más de las veces, empiezas a descubrir porque merece la pena hacer una transferencia al concesionario de Mercedes de, como mínimo, 108.150 euros.
Aunque la unidad que nos recogía, y en la que debíamos ser transportados durante algo más de una hora hasta el lugar en el que se convertiría el centro neurálgico de una presentación tan exclusiva que sólo participábamos tres periodistas, no estaba equipada al máximo posible -lo que supone decir, que puede tener casi cualquier capricho que se nos ocurre- lo que salta a la vista, el oído y al tacto es impresionante. Basta mirar y tocar los paneles de las puertas, pisar la moqueta, la tapicería de los asientos, contemplar la iluminación ambiental cambiante e, incluso, con varios tonos en la misma tira de leds para entender porque este Mercedes es el coche favorito de la mayoría de quienes eligen una berlina de este porte.
Por supuesto, espacio no falta aunque, en nuestra unidad, no estaba al alcance del pasajero procurárselo al máximo desplazando el asiento delantero que podría ocupar el acompañante: sin mandos eléctricos mano hay que pedirle al conductor que se ocupe de mover el asiento, para lo que ha de estirar el brazo -y, con lo grande que es este coche, hay que estirarlo hasta el descoyuntamiento- hasta alcanzar los botones que lo mueven en el panel de la puerta delantera derecha. Y si este espacio longitudinal no fuera suficiente, siempre queda elegir la variante de batalla larga de 5,29 m de largo.
Desplazado el asiento de manera que quien lo podría ocuparlo bien pudiera ser un guardaespaldas de más de 180 cm e ir sin apreturas, yo me sentía a mis anchas viajando en clase business e, incluso, durante unos kilómetros aproveché para despachar correos desde mi ordenador o resolver un par de citas por teléfono para días posteriores, además de disfrutar del sistema de sonido surround Burmester, una de las opciones disponibles en esta unidad.
Se goza la experiencia no sólo por el espacio, también porque la suspensión -muelles de acero que hacen que no sean imprescindibles los neumáticos, amortiguadores pilotados de serie- se ocupaba de que ninguna irregularidad, bache o guardia tumbado llegase hasta mi anatomía en forma de sacudida, sino únicamente como una lejana oscilación. Rodar así a velocidades legales, como las que mantenía mi chofer, se convierte en una invitación a disfrutar del paisaje, aunque la tentación lleva a husmear sobre qué funciones aparecen en la enorme pantalla -de 12,8” y con un diodo orgánico de emisión de luz, vamos, tecnología OLED- se sitúa en el centro del salpicadero y tan bien se alcanza a ver desde atrás. Luego los expertos del departamento de prensa de Mercedes nos contarán que, además de ésta y la que se usa para la instrumentación -merece párrafo aparte- es posible disponer de otras tres más, dos situadas a disposición de los ocupantes traseros y fijadas en los respaldos delanteros, pudiendo interactuar entre todas entre sí y desplazando información de unas a otras.
Confort total
El cuadro de instrumentos, desde la plaza trasera, ya llama la atención por sus dimensiones pero, hasta que no nos pongamos al volante del Clase S no descubriremos algunos de sus secretos. Por ejemplo, que tiene microcámaras que siguen los ojos para, de ese modo, adaptar la visión 3D de lo que aparece en él. Y esto bien puede ser desde una vista de la ciudad por la que estamos moviéndonos si hemos seleccionado el modo en el que el navegador se dispone no sólo en la pantalla central, sino también aquí, o el modo en el que vemos cómo funcionan las ayudas a la conducción, de manera que se plasma en esa pantalla a la perfección el tráfico que nos rodea: los camiones, aparecen como camiones, los coches, también como tales y todo en el sitio exacto del carril por el que se está moviendo cada cual. La única pega que hemos encontrado es que, a veces, aparecía algún vehículo fantasma que, a medida que adelantábamos, realmente no existía.
Pero seguimos yendo sentados todavía atrás y lo que percibimos es un silencio de marcha superlativo. Sabemos que es un motor Diesel porque el cuentarrevoluciones que vemos en la instrumentación tiene su zona roja en las 5.000 rpm, pero resultaría difícil saberlo por su sonido, que llega como un murmullo, como un rumor a nuestro cerebro. Y, circulando así a 120 km/h como máximo, con los ruidos de otras fuentes, como el aerodinámico o el de rodadura ocurre lo mismo.
10:15 y llegamos al destino. Casi sentiría pena al bajarme del asiento trasero sino fuese porque, un breve desayuno mediante y unas pequeñas indicaciones sobre el recorrido, tendría a mi disposición el Clase S que me había llevado hasta allí. Y, con lo que me cuentan, podré conducirlo, al menos, durante hora y media.
Listos para arrancar
10:45. Me cuentan que el navegador está preparado para guiarme y que sólo tengo que seguirlo durante la prueba. Sólo me queda ponerme en marcha. Arranco e inicio el callejeo previo a desembocar en la autopista de peaje. Resulta curioso que para sus más de cinco metros de largo no parece tan grande. Cierto que podría sentirse mucho menos y, de hecho, eso podría haber ocurrido si la unidad que conduzco hubiese dispuesto de la dirección del eje trasero que está disponible para este modelo. Promete la agilidad de un compacto porque cuando se circula a menos de 60 km/h las ruedas traseras llegan a girar unos grados en sentido contrario a las delanteras para, de este modo, necesitar menos espacio y reducir el diámetro de giro ¡dos metros! Incluso, nos contarán que hay dos paquetes de dirección diferentes, para que sea posible elegir el que más encaja con cada necesidad y que se distingue por el grado distinto que pivota el eje trasero: 4,5º o 10º.
No sólo voy descubriendo la cantidad de información que es capaz de proporcionarme la instrumentación o la enorme variedad de funciones que guarda la enorme pantalla central -me lo explicaron: la instrumentación se maneja con los controles del brazo izquierdo del volante, la pantalla central, con los del derecho-, sino que disfruto de esa visión 3D con efecto de profundidad de mi entorno y, cuando miro hacia el frente, veo una proyección de una ingente variedad de datos delante de mis ojos. Es el head-up display que, de repente, cuando tengo que seguir la indicación de salir de una rotonda, despliega una sucesión de indicaciones en forma de algo parecido a flechas que hace imposible obviar la salida por la que debo salir de ella.
La vida fácil
Es la realidad aumentada opcional que, si preferimos no elegir, estará a nuestra disposición en la pantalla central, en este caso en lugar de proyectándose sobre la carretera, haciéndolo sobre la imagen que recoge una cámara frontal.
Más tarde nos explicarán que lo que la proyección que tenemos frente a nuestros ojos equivale al tamaño de la imagen que veríamos en una pantalla de 77” situada a 10 metros pero, por el momento, lo que tenemos son datos sobre cuánto queda para el próximo cruce, velocidad, indicación de cual es el límite, de la velocidad que hemos registrado en el control de crucero, de cómo está funcionando el asistente que nos ayuda a circular por el centro del carril, el nombre de la vía… abruma tanta información aunque, para quien no desee tanta lectura frente a sí, queda la opción de personalizar lo que necesitamos ver y lo que no.
Con lo que no conseguimos lidiar es con que, si vas deprisa y como la imagen proyectada se mueve al candencioso ritmo de la carrocería, puede acabar siendo algo molesto el continuo movimiento de ese bloque de información que gravita frente a nuestros ojos, incluso distrayendo por momentos. Así, sobrepasado el momento wow y sopesando lo que aporta, tendría que pensar bien si es algo que quisiera en mi coche, aunque reconozco que es una aportación más para trasladar al conductor la sensación de contar con toda la información que pueda necesitar sin demasiado esfuerzo.
Déjate llevar
Seguimos adelante y, al llegar a la autopista de peaje, entendemos lo que puede dar de sí en el futuro la conducción autónoma. No, no es que el Clase S sea un coche autónomo -los recursos técnicos están implementados en él para un nivel 4, pero la ley impide hoy en España que pueda conducir por si mismo, eso sí, en Alemania se puede usar hasta los 60 km/h-, pero sí que algunos recursos de que dispone invitan a imaginar como lo hará. Por ejemplo, por la precisión con la que es capaz de hacernos circular por el centro del carril con la única necesidad de que las manos estén en el volante -tiene sensores que las detectan-. Hemos conducido otros coches, incluso rivales de este S 400d en el que la sensación es de que vas rebotando de línea a línea delimitadora del carril. Y cómodo no es. Sin embargo, en este Mercedes va por donde te llevaría un buen chófer… sin que, en este caso, que eres tu, tenga que esforzarse por guiar el coche.
Por supuesto, los enormes asientos te hacen sentirte como en la mejor butaca que puedas comprar en una tienda de muebles para tu salón, aunque aquí hay efectos especiales que te harán disfrutar más de la experiencia. ¿Masaje? Por supuesto. ¿Calefacción? No podría ser de otro modo. ¿Ventilación? Claro. Pero es que, además, en función del programa que elijas con el Energirzing vas a poder disfrutar de distintas ambientaciones que harán que tu viaje sea más confortable. Por ejemplo, podrás elegir un sonido relajante en el que, cuando lo que oyes es algo parecido a la brisa marina, los aireadores trasladen una amplificación de ese soplo que bien podría hacerte creer que, efectivamente, estas al borde del mar si no fuera porque los ojos te dicen que estás recorriendo el páramo de La Alcarria.
Jugando con la pantalla encontramos rápidamente los controles que permite definir los distintos reglajes de diferentes sistemas y que bien puede seleccionarse agrupadamente o, si somos sibaritas, podemos ajustar individualmente. Eligiendo el confort y rodando a 120 km/h podríamos llegar al fin del mundo frescos como una lechuga, pero se trata de saber que da de sí este espléndido Mercedes y decidimos aprovechar el precio del peaje para ir un poco más allá en la soledad de la autopista. Descubrimos así que los 330 CV del motor de seis cilindros dan de sí para satisfacer a alguien muy exigente, aunque para quien no necesite tanto aún hay una versión, la S 350d, con 44 CV menos que, como ésta, puede tener la tracción total 4Matic de nuestra unidad, aunque en esta versión Diesel “básica” este elemento securizante es opcional y cuesta 6.300 euros. Si bien, metidos en gasto, puede no estar de más contar con él.
Si necesitas más potencia has de pasar a la gasolina y ahí está el seis cilindros del S 500 4Matic (desde 139.950 euros) con 435 CV para satisfacer esa exigencia. Eso, hoy, porque mañana también se podrá elegir una versión híbrida enchufable con la que, además de una autonomía eléctrica de, aproximadamente 100 km gracias a su batería de 28,6 kW y recargable con corriente alterna y continua, dispongamos de 510 CV de potencia conjunta: 367 CV del motor de gasolina, 150 CV del eléctrico.
Eficacia en curva
11:30. Salimos de la autopista e iniciamos el recorrido por carreteras prácticamente desiertas que, a lo largo de 45 minutos, nos devolverán a la casilla de salida. El S 400d rueda suavemente, con ese filtrado impecable del firme; ninguna sorpresa por tanto. Pero cuando empiezan las curvas, es muy eficaz. No se puede pasar por alto que es grande y pesado -nuestra unidad, 2.770 kg-, pero teniendo en cuenta ambos aspectos, llama la atención lo fácilmente que entra en curva, mantiene el ritmo durante ella y sale ágilmente de ella. No es un deportivo, ni lo pretende, pero por muy difíciles que le pongas las cosas encaja el golpe y te devuelve eficacia sin grandes aspavientos. Así, la sensación de seguridad que transfiere es tan grande que, a veces, hay que hacer un esfuerzo de concentración -o de comedimiento- para no excederse exageradamente en el ritmo de conducción por lo fácil que este coche pone las cosas.
Vamos acercándonos a la ciudad. La experiencia ha sido muy gratificante. Tanto que las algo poco más de tres horas y los casi 300 kilómetros vividos con el Clase S durante ellas dejan la sensación de que con este coche Mercedes, de impresionante salto tecnológico por lo demás, lo tiene fácil para seguir siendo el preferido de quienes pueden elegir entre lo mejor para ir de un sitio a otro.
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