Cómo actuar en el atropello de un animal
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Con el confinamiento, muchos animales salvajes se han aventurado fuera de las zonas en las que habitualmente se encuentran y pueden originar accidentes de tráfico. Así hay que reaccionar ante el riesgo de atropello.
Con el desarrollo de la pandemia y el consiguiente confinamiento, muchos animales se han desplazado a zonas en las que es más frecuente que se originen encuentros con las personas. Además, con el aumento de desplazamientos veraniegos e, incluso, también en mayor medida nocturnos que durante otras épocas del año, se incrementa el riesgo de accidente provocado por su atropello. Y no conviene desdeñarlos porque, cuando se trata de animales de considerable porte, las consecuencias pueden ser considerables.
Son los atropellos de jabalíes los que en mayor medida se han incrementado, duplicando los accidentes en los que están involucrados estos animales respecto a los perros, que ocupan la segunda posición. Los siguen los impactos corzos.
El riesgo no sólo está en el atropello, sino en la posible reacción del conductor para intentar evitar este impacto y que puede llevarnos, bien al otro carril, con el riesgo que eso supone de impacto con otros vehículos; bien a una salida vía, terminando con el golpe contra vallas, árboles, piedras, vuelco.
De hecho, en caso de que advirtamos el riesgo de colisión contra un animal, lo más recomendable es frenar y mantenerse a toda costa en el carril por el que circulamos. Hay que evitar el volantazo que tan sólo contribuirá a desestabilizar el coche o salir del carril con el riesgo que eso puede suponer
Si la colisión es inevitable, hay que frenar todo lo posible -el ABS se ocupará de que la durante la frenada tengamos control de la dirección, que no la perdamos por bloqueo de la ruedas- y, en el último momento, cuando el impacto es inminente, dejar de hacerlo. Para, tras éste, volver a frenar para detenernos en un lugar seguro.
La razón de que se aconseje frenar y, en el último instante, no hacerlo no es otra que evitar la compresión de la suspensión, de manera que el morro esté elevado y no abajo, pues esto puede suponer que el animal choque contra el frontal del coche y no contra el parabrisas.
Es recomendable durante todo el proceso dirigir la mirada hacia donde queremos ir y no fijarla en el animal, ya que las reacciones de éste pueden condicionar las nuestras. Y no debería ser así.
Una vez detenidos, hay que activar las luces de emergencia, ponernos el chaleco reflectante y señalizar el accidente con los triángulos de emergencia. El animal podría estar herido y ser peligroso, así que tome precauciones en este sentido. De hecho, sólo tendría que intentar retirar su cuerpo si hay riesgo de accidente para otros conductores.
Tras el impacto, es posible que la concentración de daños se haya producido en la zona frontal, con la rotura de luces, radiador, parabrisas o, incluso, algún elemento más del chasis, como la dirección o la suspensión.
En muchos casos, si el animal es grande o pesado -un jabalí puede sobrepasar los 200 kg, aunque lo normal es que no llegue a 150- el impacto hará necesario que tengamos que recurrir a una grúa.
Consejos útiles antes y después del atropello
En ocasiones, las señales nos advierten de que estamos circulando por zonas con animales sueltos. Tengámoslas en cuenta y reduzcamos la velocidad.
Las luces, encendidas: para que los animales adviertan nuestra presencia y, puesto que muchos son de colores difícilmente distinguibles, también para poderlos advertir antes.
Si circulamos por zonas boscosas o con matorrales próximos a la calzada conviene rebajar la velocidad hasta la que nos permita obtener tiempo de reacción.
Tras el impacto es importante señalizar y avisar del riesgo a otros usuarios de la vía.
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