Alfa Romeo Giulia 2.0 Turbo Veloce Aut., para disfrutar conduciendo
Prueba
El Alfa Romeo Giulia es una berlina de la “old school” con aptitudes dinámicas superlativas en el caso del Veloce con el motor 2.0 T de 280 CV y tracción total. Lo ponemos a prueba. Desde 61.360 euros.
El Giulia GTA, un coche de coleccionista
El Giulia es un moderno coche, excepcional desde muchos puntos de vista. Lo es porque apenas quedan berlinas de cuatro puertas como ésta que parecen haber sido creadas, entre otros propósitos, para hacer que, por corto que sea un desplazamiento, el disfrute intenso de cada kilómetro esté presente.
El punto de partida es una carrocería muy rígida, con una suspensión que es capaz de, por un lado, conseguir un correcto aislamiento del firme y, por otro, mantener sus movimientos muy controlados: no hay ni balanceo acusado cuando se entra en curva ni tampoco se aprecian cabeceos al frenar o acelerar. La calidad de rodadura es uno de sus atributos.
Esto, por sí mismo, ya incitaría a disfrutar de la conducción, pero es que va a acompañado de una dirección con sólo dos vueltas entre topes, muy rápida y que hace que se sienta con precisión lo que ocurre bajo las ruedas, unas impresionantes 255/35 R19.
La sensación es de que el reparto de peso está muy equilibrado y eso redunda, por ejemplo, a que en curva abre sólo ligeramente la trayectoria. Esto, junto a la tracción total reservada para los Veloce, hace que el Giulia pase allí por donde la vista del conductor decide que lo haga y que el umbral de activación de las ayudas electrónicas no se supere con facilidad incluso a un ritmo rápido y sobre firme, por ejemplo, deslizante por la presencia de la lluvia.
Como, además de agarre en curva, tiene una frenada precisa y consistente, este Giulia Veloce se adapta tanto mejor cuanto más exigente sea el trazado, aunque eso no quita para que en carreteras con más de un carril por sentido se revele confortable, moderadamente silencioso -aerodinámicamente podría serlo todavía un poco más para medirse en igualdad de condiciones con las berlinas premium- y bien dispuesto en las curvas amplias.
Un puesto de conducción que encaja como un guante
La lista de recursos que hacen sentir a este Alfa distinto es larga. En ella también podríamos incluir otros elementos, como ese puesto de conducción que parece verdaderamente pensado para el conductor. De hecho, se convierte en uno de los grandes atractivos para quien se pone, siquiera en parado, a los mandos. Esto es así en tanto que le permite sentirse ligado al coche gracias a unos asientos que pueden situarse bajos en relación al suelo, sin que eso impida contar con una buena visibilidad -nada que ver con un SUV-. Aportan sus respaldos, por lo demás, mucho apoyo lateral para impedir que el cuerpo se desplace en los cambios de dirección exigentes. En este nivel Veloce la tapicería es de cuero y sus regulaciones eléctricas.
Todo queda puestos al volante al alcance de la mano sin esfuerzo, con una particular instrumentación tras él, en la que los indicadores analógicos de velocímetro y cuentarrevoluciones se insertan individualmente en una capilla que se une en la pantalla del ordenador. Se navega por él con el pulsador en extremo de la palanca de los limpias.
La pantalla multimedia, de 8,8” es táctil, además de que se puede navegar por ella con el mando giratorio que hay entre los dos asientos delanteros.
Ahí mismo también está el mando del DNA, con el que se pueden seleccionar tres modos de conducción y ajustar así el funcionamiento de dirección, cambio, acelerador, tracción total y par. En los modos Normal y Advanced Efficiency se cuenta de avance por inercia cuando no se acelera.
Es muy cómodo el manejo manual del rápido cambio automático de ocho marchas: ya no hay Giulia, ni casi Alfa, que no recurra a este tipo de transmisión. Manualmente es posible elegir entre las marchas -la caja es de ocho- con la palanca situada en el sobreelevado túnel central o, mejor aún, transitar entre ellas con dos levas de aluminio que, fijadas tras el volante, por su tamaño siempre son fáciles de encontrar, incluso cuando girando el volante para trazar una curva.
También el Giulia es distinto a muchas otras opciones en tanto que rehúye de cualquier tipo de electrificación en toda su gama, ahora que tan frecuente es encontrar motores eléctricos, pequeños o grandes, asociados a los térmicos. Esto nos devuelve a las sensaciones más puras de conducción, un lugar en el que entre el giro del motor y la repuesta al acelerador hay una ligazón natural.
En el caso del Giulia Veloce de gasolina que hemos podido conducir, se trata de un cuatro cilindros de 2 litros y sobrealimentado con turbo. Un motor de sonido grave que responde con decisión apenas se dejan atrás las 2.000 rpm y que hasta que nos asomamos a la zona roja, que aquí empieza a las 5.500 vueltas, no defrauda: todo es empuje. Eso sí, como contrapartida no parece dispuesto a gastar poco porque en recorridos mixtos se instala con naturalidad en los 10-11 l/100 km: el combinado homologado, 8 l/100 km. Es alto, pero no exagerado para un motor con 280 CV.
Más elevado nos parece el precio, 61.360 euros; aunque a similitud de potencia con otras berlinas premium de origen alemán, y aportando lo que aporta este Alfa -tracción total, por ejemplo- acaba no pareciéndolo tanto.
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