La aldaba
Carlos Navarro Antolín
El rey brilla al defender lo obvio
El fast fashion (o moda rápida en español) es un término con el que desde el Ministerio para la Transición Ecológica definen como "un fenómeno de producción y consumo masivo que se incrementa a la misma velocidad a la que van cambiando las tendencias". Esto hace también que "el tiempo de vida" de cada prenda sea muy corto.
El impacto de este tipo de modelo de producción y consumo en el medio ambiente está siendo muy criticado en los últimos años, tanto por las materias primas que se usan como por los residuos que genera. Desde organizaciones como Greenpeace señalan que este tipo de prendas están hechas por trabajadores infrapagados y que cuentan con condiciones laborales terribles, además de que muchas prendas usan materiales que contienen combustibles fósiles (como el poliéster), siendo también una fuente de microplásticos que contaminan "aire, suelos y agua con microfibras de plástico y químicos peligrosos". La organización critica también que las empresas favorecen la creación de nuevas modas y temporadas "que ahora se mueven más rápido que nunca". Y que muchas de esas prendas "se hacen simplemente para convertirse en residuo, para hacer hueco para la próxima nueva remesa de prendas".
Algunas de estas prendas son donadas, pero muchas otras terminan en lugares de África, siendo exportadas toneladas de prendas usadas a países como Kenia y Tanzania, como descubrió Greenpeace en 2022. En datos de 2019, entre un 30 y un 40% de dichas prendas llegaban en tan malas condiciones que no podrían revenderse, traduciéndose en "150-200 toneladas de residuos de prendas y textiles al día" tan solo en Kenia.
El día 17 de junio se celebra una cumbre europea en la que los ministros de Medio Ambiente de los países de la Unión Europea en la que se debatirán enmiendas a la Directiva Marcos de Residuos sobre temas como el desperdicio textil y alimentario.
Cuatro países europeos pedirá un cambio legislativo que permita imponer medidas estrictas contra las empresas que usen estrategias de moda rápida. Se trata de Francia, Austria, Finlandia y Países Bajos, que han creado una declaración conjunta. que se suma a las medidas que el país galo está comenzando a llevar a cabo dentro de sus fronteras y que incluyen el cobro de una tasa ambiental de unos 5 euros por artículo.
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