La "economía circular". Repercusiones ambientales y económicas
La economía circular constituye un sistema de funcionamiento económico, que proporciona valor del lado de los gastos. Es decir, permite mejorar la economía, no a través de un incremento de los ingresos, sino a través de la reducción de los gastos.
La economía circular permite mantener el valor de los productos, materiales y recursos en la economía durante el mayor tiempo posible, a la vez que minimiza la generación de residuos. Esto implica que los productos se reutilizan, reparan, transforman o reciclan antes de su eliminación. Se trata justo de lo opuesto a la economía lineal, en la cual el producto se fabrica, se utiliza y se elimina de manera automática e inmediata generando un residuo. El modelo lineal resulta completamente insostenible, tanto desde un punto de vista social, ambiental y también económico; carece de sentido deshacerse de un recurso que tiene un valor económico, sin agotar antes todas sus posibilidades de vida.
La UE, en relación con la gestión de residuos, plantea que la primera opción debe ser siempre evitar la generación del residuo. Si esto no fuera posible habría que explorar las opciones de reutilizarlo o bien reciclarlo. Cuando estas dos opciones resultaran inviables, antes de optar por la incineración o eliminación, en vertedero, deberíamos de apostar por la valorización. En la valorización material el residuo se incorpora a un proceso productivo como materia prima. En la valorización energética el residuo se incorpora a un proceso productivo como combustible, de manera que se aprovecha su poder calorífico.
La economía circular contribuye a mejorar distintos retos ambientales de ámbito mundial, como el cambio climático, reduciendo las emisiones de gases de efecto invernadero; la pérdida de la biodiversidad, contribuyendo a preservar la naturaleza; el problema del incremento de residuos y vertederos; la contaminación; etc. Pero también tiene consecuencias económicas claras, dado que ayuda a generar empleo y crecimiento económico.
Las industrias en general, al ser grandes consumidoras de materias primas y de recursos energéticos, pueden llegar a tener una incidencia muy importante en la economía circular. Por lo tanto, a su vez y como hemos explicado, una repercusión directa sobre la economía y sobre el medio ambiente. La industria cementera podría servirnos como un claro ejemplo de industria comprometida con la economía circular. En su proceso es posible emplear una amplia variedad de residuos, en sustitución tanto de materias primas naturales como de combustibles fósiles tradicionales, convirtiendo miles de toneladas de residuos en recursos. Esto contribuye de manera decisiva al ahorro de recursos naturales (áridos y combustibles tradicionales); a lograr a una gestión eficiente y segura de los residuos y a disminuir la huella de carbono, pues se reducen significativamente las emisiones de CO2, tanto las globales, como las del propio proceso productivo del cemento.
Además de estas consecuencias ambientales, la economía circular tiene repercusiones positivas sobre la economía. Cualquier proceso de reutilización, reciclado o valorización implica un ahorro económico que incide de manera directa sobre los resultados. Por otro lado, ante la previsible pérdida de empleo que provocará la implantación de la Inteligencia Artificial en los distintos ámbitos de la sociedad, el empleo generado por la economía circular resultará fundamental e imprescindible. Se calcula que en los próximos años la circularidad generará en la UE alrededor de 750.000 puestos de trabajo.
Por lo tanto debemos tener muy en cuenta que la economía circular no es solo una cuestión ambiental. Supone un factor de competitividad clave para numerosas empresas, que repercute además en aspectos de la economía tan importantes como el crecimiento o el empleo.
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