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Historias con alma
Hay historias que nos llegan al alma y esta que contamos hoy en Mascotíssimas es una de ellas. Los niños son seres muy sensibles que se llegan a relacionar en ocasiones en entornos crueles que se encargan de hacerles ver que quizás son diferentes al resto y no encajan.
Este había sido el caso de Carter Blanchard, un niño que con tan solo 8 años de edad fue diagnosticado de "vitíligo" un trastorno autoinmunitario crónico (de larga duración) que hace que algunas zonas de la piel pierdan su color natural. Cuando se atacan y se destruyen las células que producen la pigmentación o color de la piel, esta adquiere un aspecto blanco lechoso.
Este suceso tuvo lugar en el año 2014 y desde ese momento Carter empezó a experimentar un cambio en su apariencia física hasta llegar al punto de caer en una profunda depresión, perdiendo la confianza en sí mismo e incluso llegando a evitar la interacción con otras personas. Este raro trastorno tan solo afecta al 1% de la población mundial, por lo que su madre empezó a buscar en internet sobre las personas que también sufrían esta condición.
Fue así como su madre (Stephanie Adcock) conoció a Rowdy, un precioso perro labrador que casualmente tenía la misma patología: "Leí que Rowdy tenía vitíligo y me asombró. Cuando se lo enseñé a Carter estaba muy emocionado por ver que el perro era famoso por su misma enfermedad". La mujer decidió ponerse en contacto con la dueña de Rowdy para buscar la posibilidad de que su hijo pudiera conocerlo.
A pesar de que el perro esta muy lejos de su ciudad y no tenían dinero para pagar su traslado, la historia se viralizó y fue entonces cuando una persona realizó una donación anónima de 5000 dólares para que se conocieran: "Cuando Carter vio al perro, su mundo cambió. No ha vuelto a sentirse distinto y desde entonces no ha dejado de sonreí". Desde entonces, Carter y la dueña de Rowdy encontraron la forma de verse con más frecuencia.
El primer momento que Carter conoció a Rowdy, lo abrazó y se volvieron inseparables. Fue de esta forma cuando el niño entendió que no había ningún problema por tener manchas en la cara y que simplemente era una condición que lo hacía especial: "En realidad, era un cambio de vida para él. Cambió su infancia para mejor, fue un regalo que no le habían podido dar. Tenía que ser ruidoso, tenía que ser un perro".
Su estado anímico mejoró, volvió a la escuela e incluso bromeaba sobre su condición.
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