La increíble historia de este fotógrafo submarino y sus impresionantes imágenes
Historias con alma
Detrás de una foto hay años de espera y millones de euros invertidos. Amos Nachoum es uno de los fotógrafos más valorados en su campo y su historia es alucinante. Te lo contamos en Mascotíssimas
Amos Nachoum es un fotógrafo de la vida salvaje mundialmente conocido por sus impactantes imágenes submarinas. Ha buceado en lugares como la Antártida o el Alto Ártico captando animales como ballenas azules, orcas, anacondas o tiburones.
¿Qué hace peculiar a este fotógrafo? Amos NO utiliza una jaula de seguridad en el agua. De hecho, en la imagen que mostramos a continuación se aprecia cómo el fotógrafo se encuentra a tan solo un metro de este gran tiburón blanco (considerado el tiburón más peligroso del mundo) dice que "el miedo me hace estar alerta, no me ha impedido hacer nada. Yo quería mostrar en una imagen lo que supone lidiar con el Gran blanco. Si no los provocamos podemos estar con ellos pacíficamente", contó en un programa de radio de la BBC.
Este fotógrafo israelí no ve a un tiburón como símbolo de terror. Más bien ve elegancia, poder y belleza, y durante los últimos 45 años se ha esforzado por cambiar la imagen errónea de ciertas especies. "No hay demonios en el mar", suele decir.
En su infancia en Tel Aviv aprendió a utilizar una cámara y más tarde trabajó con pescadores locales que le enseñaron una habilidad que más tarde se convertiría en una herramienta de trabajo: el buceo. Se fue a Estados Unidos tras luchar en la guerra árabe-israelí y allí empezó a fotografiar turistas mientras buceaban.
Sueño cumplido
Amos tenía un sueño muy particular: ser el primer hombre en fotografiar un oso polar en el agua. Así que se dirigió al Ártico y con la ayuda de un guía inuit local, avistó un oso polar macho y se lanzó al agua: "Siempre se necesita un muy buen guía y mucha experiencia antes de hacer algo así, porque existe la posibilidad de que haya un accidente", cuenta en la entrevista.
El viento empujaba su barco lejos de Amos, mientras el oso polar se acercaba cada vez más. Amos se había informado sobre estos animales y sabía que no podían sumergirse más de 10 metros de profundidad porque son muy pesados y tienen mucha grasa en su cuerpo y su piel.
La preocupación llegó cuando el oso se acercó a seis metros de él, y al sumergirse el oso le siguió hasta alcanzar los 17 metros de profundidad: "Fue un drama. Solo podía ver sus zarpas, la nariz y el hocico. Sinceramente me asusté. Cuando llegué a los 22 metros miré hacia arriba y en lugar de encararme verticalmente el oso estaba más horizontal y nadaba a ese nivel, relata.
Cuando volvió a la superficie el oso polar no estaba. A pesar de ser un viaje bastante caro, el fotógrafo quiso volver a intentarlo unos años después para lograr su sueño. Consiguió un presupuesto de un millón de euros que le permitiría estar 5 días. Durante cuatro días estuvo buscando hasta que vio una madre osa con dos cachorros. Sería la primera vez que se fotografiase a una osa polar con dos cachorros en esas circunstancias.
En esta ocasión, Amos fue con un compañero que filmaría el acontecimiento. "Se acercaban cada vez más y directamente hacia nosotros. Miré a Adam y me quité el regulador de la boca, sonreí y volví a poner el regulador y bajé", recuerda Amos, que estuvo haciendo clic sin parar.
Mi loco hijo
El padre de Amos no tenía una buena relación con él. No entendía cómo su hijo quería dedicarse a jugarse la vida para fotografiar animales. Para él lo ideal es que se hubiera casado y le hubiese dado nietos. Amos reconoce que apenas ha hablado con su padre en toda su vida adulta. Por desgracia, su padre falleció cuando estaba de viaje.
Ahora, solo le queda recordar las palabras que dijo de él en su último documental: "Mi buen chico, mi loco hijo y mi héroe". Amos visitó el cementerio y se llevó una fotografía enmarcada del oso polar para colocarla junto a su tumba y dijo: "he conseguido algo que él no creía que pudiera. Me retó a ser lo mejor que puedo ser".
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