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Flamenco
'José Menese'. Génesis García Gómez. Editorial Almuzara. Córdoba, 2017. 432 páginas. 26 euros.
El capítulo más interesante, tanto de este libro como de la propia vida (pública, artística, queremos decir, naturalmente) de José Menese son los años 60. Años de formación y de maduración artística. Menese es un cantaor prácticamente hecho desde sus primeros registros con Melchor de Marchena y su obra más duradera es la que registró con el mítico tocaor. Los primeros epés, que reeditó en 2001 El Flamenco Vive con el título de 20 cantes (1963-1975), nos muestran un cantaor casi adolescente con una ferocidad vocal asombrosa, desgarrado y ambicioso, pero al mismo tiempo austero, pulido. Y con la guitarra asombrosa de Melchor de Marchena y sus silencios característicos. Por supuesto se trata del repertorio mairenista al que Menese se mantuvo fiel durante toda su trayectoria como cantaor. Por eso buscó como cómplice al guitarrista habitual, y favorito, de Antonio Mairena. No habría evolución artística en su arte sino simplemente la suma de nuevas y fantásticas obras, y nuevas letras, escritas por su mentor, Moreno Galván, en uno de los corpus jondos más extensos e interesantes de la historia del flamenco contemporáneo. A estos primeros epés siguieron los álbumes Cantes de José Menese (1965), Cantes flamencos básicos (1967), Menese (1968) y Renuevos de cantes viejos (1970) todos ellos con la guitarra de su admirado Melchor de Marchena.
Son los años, nos cuenta García Gómez, de su viaje a Madrid y su deslumbramiento ante la gran ciudad, la noche, la intelectualidad de la generación del 50 con la que compartió inquietudes y vino: Caballero Bonald, Chumy Chúmez, Antonio Gala, Fernando Quiñones, Luis Rosales, Alberti, Guinovart, Eduardo Arroyo, Colita y un largo etcétera con Francisco Moreno Galván como Pigmalión, como titula su autora a uno de los capítulos de esta obra. El propio Menese declara en el libro que Moreno Galván lo modeló: Galván tenía en su cabeza mucho cante flamenco y concibió la idea de crear flamenco ideal. Y lo creó. Menese fue, en este sentido, el intérprete ideal para Galván. El Pigmalión puso la fuerza apolínea, la constancia, el estudio, en tanto que Menese aportó la entrega dionisiaca. Por eso fueron, hasta le muerte de Galván, una pareja perfecta. Desaparecido Galván, Menese tan sólo realizó un disco con textos ajenos, su última grabación, ' mis soledades voy (2005), sobre poetas del barroco hispano.
Muchos de estos intelectuales, que también quedaron deslumbrados por la fuerza arrolladora del cantaor, participan en esta biografía de viva voz ya que la escritora realizó una cantidad ingente de entrevistas para la primera edición de este libro. Era una edad de oro, tanto del cante como de la intelectualidad hispana, que pasó a mejor vida con la transición. Una vida mejor de intelectuales y cantaores comprometidos a acomodados y hasta desencantados porque la libertad por la que lucharon, a veces desde sus escritorios, otras desde la calle o las cárceles, no era a la postre lo que esperaban.
En los setenta la fórmula seguirá siendo la misma, con hitos como el famoso recital José Menese en el Olympia, editado en LP también, aunque el cantaor resta importancia en esta obra al hecho de actuar en la mítica sala parisina. Las letras se hacen más directas e incluso encontramos álbumes conceptuales y narrativos como el controvertido Andalucía: 40 años (1978) un resumen de la vida rural en el sur de España durante el franquismo. La popularidad de Menese resistió al desafecto político de los ochenta y noventa, en los que siguió registrando álbumes enjundiosos como La Puerta de Ronda (1987) o Firme me mantengo (1991) y siendo una estrella de los festivales andaluces y uno de los cantaores más populares en Madrid.
La presente es una obra inteligente y honesta que, publicada por vez primera en vida del cantaor (1996), no elude aspectos íntimos de la personalidad de su protagonista, como sus amores o sus complejas relaciones con su mentor, que, nos cuenta García Gómez, no acudió a su boda. En muchas de sus páginas es el propio cantaor el que toma la palabra para evocar tiempos pasados o para ofrecer contundentes opiniones sobre los temas más diversos: política, cante, letras o la tensión entre la tradición y la vanguardia.
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