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'Antonio José: El mozo de mulas'. Solistas. Orquesta Sinfónica de Burgos. Coro de la Federación Coral de Burgos. Javier Castro. 2 CD.
Su nombre completo era Antonio José Martínez Palacios y había nacido en Burgos en diciembre de 1902. Por edad perteneció a la llamada Generación de la República (o del 27, un evidente préstamo literario), aunque no figuró en el famoso Grupo madrileño de los Ocho. El suyo es uno de esos casos singulares de un artista que pasa a la historia por su nombre de pila. Su trágico destino convierte esta circunstancia en una anécdota muy menor de su corta existencia. Antonio José fue detenido poco después de la sublevación de julio del 36 y fusilado por los rebeldes el 9 de octubre, junto a otros 23 presos, a las afueras de Estépar, una localidad situada a una veintena de kilómetros de la capital burgalesa.
Tras la muerte, llegó el olvido. No fue hasta 1971 cuando un artículo de Santiago Rodríguez Santerbás en Triunfo reivindicó su nombre. En los 80 llegaron las primeras grabaciones, y con ellas una mayor difusión de algunas de sus obras, muy especialmente de su Sonata para guitarra, dedicada a Regino Sainz de la Maza, y de su música coral. Quedaba una piedra miliar en el camino: El mozo de mulas, una ópera en tres actos con libreto de Manuel F. Fernández-Núñez y Lope Mateo sobre tema cervantino, que Antonio José compuso entre 1926 y 1929, mientras trabajaba como profesor de música en el colegio de los jesuitas de Miraflores de El Palo (Málaga).
"Podemos incluso afirmar que se trata de una obra andaluza", comenta Javier Castro, fundador en el año 2005 de la Orquesta Sinfónica de Burgos y su director artístico hasta 2016. "Aquellos fueron los años más productivos de su carrera. Su vida social pasaba por Madrid y Burgos. En Málaga tenía que tocar el órgano y dar media hora de clase diaria, así que tuvo mucho tiempo para escribir". El pasado 22 de noviembre, la Orquesta Sinfónica de Burgos, el Coro de la Federación Coral de Burgos y un amplio equipo de solistas bajo la batuta de Castro estrenaron finalmente, en versión de concierto, El mozo de mulas. "Antonio José dejó sin orquestar las escenas VI a XII del acto segundo. El trabajo lo completó Alejandro Yagüe en 1986. En estos años, hubo varios proyectos para estrenarla, uno con Rafael Frühbeck, pero nadie quería asumir un presupuesto que se consideraba demasiado alto. Lamentablemente, Yagüe, que era quien mejor conocía la obra del compositor, murió en julio y no pudo escuchar la ópera completa".
"Es una obra enorme, grandiosa", continúa el director. "Sin duda, la más importante que Antonio José escribiera nunca. Dura dos horas y media, tiene hasta 19 papeles solistas y exige una gran orquesta, un coro y una rondalla. Es compendio de muchas cosas. Encierra una gran variedad de formas musicales, hasta una fuga final. No escatima recursos, ni compositivos ni de orquestación; parece que con esta obra quería demostrar de todo lo que era capaz. La única pega es que estilísticamente no resulta muy personal, pero eso también puede ser una virtud, por la capacidad de integrar cosas diferentes. Hay una clara influencia wagneriana, por ejemplo, en el uso de leitmotivs, pero en otros momentos se aprecian deudas de Debussy (escalas de tonos enteros, sin ir más lejos), Ravel o incluso Puccini. La factura es extraordinaria, y así lo han reconocido todas las personalidades musicales que asistieron al estreno. En mi opinión es una de las mejores óperas españolas del siglo XX, de una calidad igual o superior a otras de su época que hoy se representan en los teatros. Merece tener mucho recorrido".
"Es una pena que se haya estrenado en versión de concierto y no escénica", afirma Alicia Amo, la soprano burgalesa que en el estreno interpretó el papel femenino protagonista, el de Doña Clara. "El Teatro de la Zarzuela mostró interés, pero al parecer quería hacerla en versión de concierto también. No tiene sentido. Esta obra tiene que asumirla un teatro grande y hacerla con escena. Hay una acción, unas escenas de masas, que desearía coger cualquier dramaturgo. A mí me parece que presentar esta obra no es un riesgo en absoluto. Es un regalo, una joyita. Tiene que salir a la luz. En Burgos se hizo una presentación, pero no puede quedarse aquí".
Sobre la escritura vocal de su personaje, Amo considera que "es muy lírico, pero me sorprende la extensión enorme que exige a la cantante: cuando Doña Clara habla de amor, está agudísimo y cuando lo hace de temores, muy grave. No todas las sopranos podrían hacerlo, sobre todo por esos graves. No creo que Antonio José lo escribiera pensando en alguna cantante concreta. Pero lo he disfrutado mucho, la escritura recoge muy bien todos los estados anímicos por los que va pasando el personaje; los motivos conductores no sólo identifican a cada personaje, sino también a cada afecto dentro de cada personaje. En el tercer acto además Doña Clara tiene un aria preciosa". Algún problema encuentra de todas formas: "La orquestación no estaba revisada y ese trabajo no lo ha hecho nadie. Yagüe sólo orquestó las escenas que faltaban, pero no revisó el resto. Ese trabajo queda pendiente. Hay partes en el acompañamiento de los vientos que está doblado, incluso a 3, y hay voces que no se oyen. Aunque al rol de Doña Clara, si obviamos apenas tres compases, eso no le afecta".
La grabación del estreno acaba de ser publicada en un doble cedé por iniciativa del Ayuntamiento de Burgos, sustentador de la orquesta, la Fundación Caja de Burgos y la Obra Social La Caixa. Para Javier Castro, esta publicación "tiene que favorecer la difusión de la obra de Antonio José, y no sólo de la ópera, que creo que se defiende sola. Con la Sinfónica de Burgos hemos hecho en los últimos años toda su música orquestal. La coral es ya bastante conocida. Desde 2002 hay un concurso de coros que lleva su nombre. Me haría mucha ilusión hacer algo de esto en Málaga, su tercera ciudad, después de Burgos y Madrid".
Mientras eso llega, el primer paso se ha dado, pero ¿servirá de algo?, ¿encontrará eco en las más altas instancias musicales del país? Porque El mozo de mulas presenta, en efecto, valores más que sobrados para entrar en el repertorio habitual de los teatros de ópera españoles. Permítanme dudar de que tal cosa vaya a suceder.
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