Los colores de Venecia
ORQUESTA BARROCA DE SEVILLA | CRÍTICA

La ficha
**** Orquesta Barroca de Sevilla. Femás'21. Programa: 'Fue un día noble arce'. Conciertos para fagot y violines solistas RV 564a, 812, 481 y 104a de A. Vivaldi; Concierto en do menor para fagot de G.B. Piatti; y Sonata Op.2 nº11 de T. Albinoni. Intérpretes: Orquesta Barroca de Sevilla. Sergio Azzolini, fagot barroco y dirección. Lugar: Espacio Turina. Fecha: Jueves 11 de marzo. Aforo: Casi lleno.
Con frecuencia el visitante de un museo debe atravesar galerías llenas de cuadros menores cubiertos de pátina antes de contemplar la deseada obra maestra recién restaurada. Así sucedió al público del concierto de este jueves en el Espacio Turina (que se ofrece también el viernes). Y es que en su primera parte la nutrida OBS -sin desmerecer sus altos estándares técnicos ya bien conocidos- estuvo apenas por encima de un repertorio de segundo nivel, con tempos poco ambiciosos y un academicismo un tanto anodino, del que apenas nos sacaron los piques improvisatorios del violín de Andoni Mercero con el director del concierto (de los que, dicho sea de paso, salió claro vencedor el primero), o alguna extravagancia antihistoricista que ahí resultó forzada.
Todo cambió a partir del Concierto en re menor: liderados por Azzolini y espoleados por la ya excelente música de Vivaldi los músicos de la Barroca abrieron su muestrario expresivo a una agógica variada (aceleraciones y frenazos, para entendernos), tempos vertiginosos y fraseos de dinámicas valientes en las que ya sí tomaba vida el Vivaldi provocador y exuberante que conocieron sus contemporáneos. También un liberado Azzolini mostró entonces sus mejores armas, incluido un rango dinámico y tímbrico admirable en su instrumento: pudimos, por fin, contemplar todo el colorido de la Venecia del XVIII. Arrastrada ya por su propia inercia la orquesta se lanzó a una notte arrolladora, fauve como un cuadro de Matisse, en la que las excentricidades resultaban (ya sí) plenamente integradas en el discurso. Su brutal final fue abrochado por el largo silencio de un público fascinado.
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