"Es un privilegio ser el primero en grabar inéditos de Boccherini"
Rafael Ruibérriz | Flautista
El flautista sevillano Rafael Ruibérriz de Torres registra para el sello Brilliant Classics, junto al Cuarteto de cuerda Francisco de Goya, la integral de quintetos con flauta de Luigi Boccherini que permanecía inédita en el medio discográfico
La ficha
BOCCHERINI: COMPLETE FLUTE QUINTETS
Luigi Boccherini (1743-1805)
Quintetos para flauta y cuarteto de cuerda Op.17: nº 1 en re mayor G.419 / nº2 en do mayor G.420 / nº3 en re menor G.421 / nº4 en si bemol mayor G.422 / nº5 en sol mayor G.423 / nº6 en mi bemol mayor G.424
Quintetos para flauta y cuarteto de cuerda Op.19: nº1 en mi bemol mayor G.425 / nº2 en sol menor G.426 / nº3 en do mayor G.427 / nº4 en re mayor G.428 / nº5 en si bemol mayor G.429 / nº6 en re mayor G.430 'Las parejas'
Quintetos para flauta y cuarteto de cuerda Op.55: nº1 en sol mayor G.431 / nº2 en fa mayor G.432 / nº3 en re mayor G.433 / nº4 en la mayor G.434 / nº5 en mi bemol mayor G.435 / nº6 en re menor G.436
Rafael Ruibérriz de Torres, flauta
Cuarteto de cuerda Francisco de Goya (Pablo Gutiérrez e Irene Benito, violines; Marta Mayoral, viola; Alejandro Marías, violonchelo)
Brilliant Classics (3 CD)
Bien conocido por su actividad como solista en diversos conjuntos de cámara y como colaborador habitual de la Orquesta Barroca de Sevilla, Rafael Ruibérriz (Sevilla, 1983) ha registrado, junto al Cuarteto Francisco de Goya, tres colecciones de quintetos de Boccherini que sorprendentemente nadie había grabado antes en su integridad. "Para mí fue asombroso darme cuenta de que ninguno de los grandes de las flautas históricas, ni Hazelzet ni Kuijken ni Beznosiuk ni Preston ni Hantaï se hubieran fijado en esta música. Ni siquiera los flautistas de la siguiente generación. Detrás de Haydn y de Mozart, ¿quién es el más grande compositor del Clasicismo si no Boccherini?"
–Pero ¿no había nada?
–Sí, un flautista italiano grabó una de las colecciones y luego había algún quinteto suelto en un disco de miscelánea con Amandine Beyer. Con instrumentos modernos también había salido alguna colección. Pero ninguno de los grandes de los instrumentos históricos se acercó a esta música. Me sorprendió cuando me di cuenta. Yo tenía que hacerlo sí o sí. Para mí es un auténtico privilegio ser el primero en grabar inéditos de alguien como Boccherini.
–¿Cuándo conoció este repertorio y cuando decidió que tenía que grabarlo?
–Sabía que estos quintetos existían, pero nunca me había puesto a investigar. Ni siquiera sabía cuántos eran. Fue en 2017 cuando me puse a mirarlo en serio y vi que había tres colecciones. En realidad, hay una cuarta, que tampoco está grabada, pero son obras distintas, ya que son quintetos con dos violonchelos, y están escritos en cuatro movimientos, tienen rasgos más sinfónicos. Mientras que estos son los divertimentos típicos de dos movimientos con un minueto casi siempre en segundo lugar.
–La elección del cuarteto no fue difícil.
–No. Conté con Alejandro Marías y su grupo. Son músicos de mi generación y es el único cuarteto con instrumentos originales que intenta moverse con regularidad en España.
–Es música escrita en Madrid, ¿para algún flautista en concreto?
–Aunque no se sabe con certeza podemos hacer algunas conjeturas. Las dos primeras colecciones nacen en el palacio de Boadilla del Monte. El infante Don Luis se iba a los Reales Sitios con el príncipe de Asturias, el futuro Carlos IV, que, a diferencia de su padre, sí era muy melómano, y de hecho fue el creador de La Real Cámara. El infante se llevaba a los Font, que eran una saga de instrumentistas de cuerda, y a Boccherini a los Reales Sitios. Y el primer flautista que, siendo música de la Real Capilla, empezó a participar con La Real Cámara fue Manuel Cavazza. Era un extraordinario virtuoso. Supongo que en esas Academias de los Reales Sitios conocería a Boccherini, y el infante lo invitaría a pasar unos días en Boadilla. Cavazza es pues el principal candidato. Aunque en La Real Cámara participaron también otros dos flautistas de la Real Capilla, entre ellos un andaluz, que procedía de la catedral de Sevilla, Manuel Espinosa. Además el violinista Filippo Manfredi, gran amigo de Boccherini, nacido en Lucca como él y que llegó a España al mismo tiempo, tenía un hermano flautista, Vincenzo. Sería otra opción, pero yo apuesto por Cavazza. La tercera colección, la Op.55, es muy posterior. Fue posterior al trabajo de Boccherini para la Condesa de Benavente y Duquesa de Osuna, y ahí estaba ya Gaspar Barli, oboísta-flautista absolutamente reconocido, al que se le consideraba casi un “semidiós”, según cuenta un corresponsal del Allgemeine Musikalische Zeitung que pasó por Madrid en aquel tiempo.
–¿Hay diferencias de estilos entre las dos primeras colecciones y la tercera?
–Pues curiosamente, y pese a la genialidad reconocida de Barli, en la última tanda no hay tantos pasajes concertantes para la flauta, que son más típicos de las dos primeras. Además es curioso que sólo en la segunda colección encontramos algún número con pasajes solistas para violonchelo, tan habituales en la música de cámara de Boccherini, y que seguramente tocaría él mismo.
–Pese al estilo de divertimento, ¿se aprecia, al menos en las obras en menor, ese toque tan boccheriniano de la melancolía?
–Sin duda. En cada colección hay una obra en menor y son piezas que, dentro por supuesto del carácter de divertimento, son puramente dramáticas. Resultan sorprendentes y gusta mucho tocarlos porque crean un contraste muy interesante. En la presentación en Sevilla [que estaba prevista para mañana martes 2 de febrero pero se ha atrasado a abril] tocaremos al menos dos.
–Uno de los más conocidos es el de Las Parejas.
–Sí, sabemos que, al poco de llegar a España, Boccherini participó en esas jornadas que se hacían en Aranjuez con el juego hípico de las parejas. Después de ver que al infante le gustaba participar e incluso lideraba una de las cuadrigas, decidió coger algunos motivos de la música que sonaba en aquel festejo, en el que incluso se formaban bandas de 40 músicos de viento, para hacer con ellos uno de los quintetos, sabiendo que haría las delicias del infante. Es simpático, pero seguramente el menos interesante de todos.
–Las obras se estructuran en dos movimientos, salvo ese de Las Parejas, que en efecto es un poco especial y tiene tres como el Op.55 nº5…
–Este último es muy curioso porque tiene una estructura casi de superlied, ya que como tercer movimiento se repite el Andante del primero, aunque con los temas cambiados de orden. Yo ornamenté un poco ese tercer movimiento.
–¿Cuáles fueron las principales dificultades desde el punto de vista interpretativo?
–En principio, encontrar la música. De la Op.17 existe una edición crítica. De la Op.55 también hay una edición que puede usarse. Más problemas hubo con la Op.19, de la que aún no existe edición. Por suerte, el musicólogo Marco Mangani, que es Presidente del Centro de Estudios Musicales Luigi Boccherini de Lucca, nos cedió el borrador de la edición que están preparando, porque allí están haciendo toda la opera del compositor. Pero estaba en crudo, y tuvimos que hacer un trabajo importante hasta llegar a interpretar las obras. En cuanto a problemas interpretativos, en realidad no muchos. Salvo los pasajes concertantes, la flauta tiene un tratamiento muy orquestal. Allí donde corresponde he ornamentado, pero lo justo. No he querido planteármelo como una forma de exhibir virtuosismo y de hecho en la edición final del sonido buscamos que la flauta no destacara especialmente, porque está muy integrada en el grupo, es como la flautita que escuchas en una orquesta.
–¿Es este de finales del XVIII su repertorio preferido?
–Me interesaba mucho Boccherini. Y esto era algo que había que hacer. Por suerte, nadie se me adelantó en los dos años que trabajamos en el proyecto. En general me interesa todo el repertorio a partir del Barroco. Con el anterior no me he metido y no me apetece mucho. Ahora bien, con lo que más a gusto me siento es con la música del XIX.
–Es una pena que los grandes maestros románticos no escribieran apenas música para la flauta ni como solista ni en cámara.
–No hay nada. Mucha música de salón. Y es una pena. Se sabe que desde principios del siglo XIX la flauta era un instrumento muy doméstico. Además es la época en la que empiezan los conservatorios. Se nota que había un auge de la flauta, y no entiendo por qué ni Mendelssohn ni Schumann ni nadie de los grandes le prestó atención. Sí, están las Variaciones de Schubert, pero eso es algo anecdótico, a pesar de una introducción impresionante. De Weber tenemos un trío, pero Weber no está entre los primeros de los primeros, está entre los últimos de los primeros. Hay que esperar a los años 1870, una vez que la flauta entra en el Conservatorio de París, para que podamos hallar ya un gran repertorio, que también me interesa mucho. De hecho, hice un recital con Cristina Lucio Villegas en la Maestranza de Caballería con obras de concurso dedicadas a Taffanel, y es impresionante. El repertorio que resulta ya idóneo para la flauta moderna es extraordinario, y me interesa también muchísimo, siempre que no sea demasiado experimental ni vanguardista, que ya me interesa menos. La pandemia se llevó el recital de música contemporánea que íbamos a hacer Cristina y yo en el Teatro Central, música muy interesante y original.
–En 2019 presentó también con cuarteto la versión que Barbieri hizo de Las siete palabras de Haydn. ¿Está ya grabado?
–Está grabado. Aunque tres de los músicos del cuarteto son los mismos, Pablo Gutiérrez no pudo estar y por eso el conjunto figura como La Spagna, grupo de Alejandro Marías. El disco está en proceso de edición. Esperemos que salga este año. Me siento un afortunado. He tenido mucha suerte de que mi primer disco no haya sido un recopilatorio de aquí y de allá, sino que es algo fuerte. Esto lo considero como una aportación a la Humanidad, a la historia de la música o como lo quiera llamar. Los conciertos son efímeros, pero esto queda ahí. Ya está difundiéndose por las plataformas. En cualquier conservatorio del mundo, los profesores podrán usar desde ya la integral para que sus alumnos escojan lo que quieren tocar. Eso es algo que antes no se podía hacer. Me parece bonito. Siento eso como un privilegio: mis primeros tres cedés y el cuarto, que va a salir ya mismo, son inéditos de una enorme envergadura, de compositores como Boccherini, Haydn, Barbieri... Son primeras figuras. He tenido suerte de haberme topado con esto.
–Se dedica también a la gestión cultural. ¿Cómo ve la situación de la música en Sevilla desde esa perspectiva?
–Yo agradezco mucho a Ventura [Rico], a Fahmi [Alqhai] y a todos los pioneros que han hecho que Sevilla sea un centro de música antigua. Que podría mejorar todo, sin duda. Pero que tengamos departamentos de música antigua en Conservatorio Profesional y Superior es algo importante. Podría ser de otra manera, pues sí. Yo me metí en la gestión cultural y no en la educación, porque ahí es todo muy complicado, y soy muy crítico con la formación académica. Vamos, estoy totalmente en contra del sistema de enseñanza musical andaluz. Pero entiendo que ese es un mundo muy delicado. Sin duda, muchas de las cosas podrían mejorar. Como gestor en la Asociación de Amigos de la OBS intento hacer a la Junta Directiva propuestas interesantes, como la beca, el coro, que esperemos que avance, los conciertos Prefemás, que este año no se pueden hacer, pero el año pasado fueron un éxito... Y yo ambiciones no tengo. Ni siquiera estoy pendiente de las plazas que salen en orquestas y tal. Me siento muy cómodo con mi trabajo en la Asociación. Que podría ganar el doble y no llegar ahogado a algunos finales de mes, bueno. Pero lo que yo hago es importante y muy bonito. Eso de ir por la calle y que te paren los socios de la asociación, a muchos que ni conozco, para darte las gracias o la enhorabuena por algo es impagable. Mil personas con las que te encuentras continuamente... Me siento valorado. Yo eso no lo cambio por nada.
–¿Y cómo está siendo la gestión en medio de la pandemia?
–Me siento muy orgulloso. El sector cultural está haciendo lo posible para que los trabajadores podamos seguir teniendo trabajo y para que el público pueda seguir disfrutando de conciertos. En tantos países se han cerrado teatros y se ha cancelado todo durante meses y aquí estamos defendiendo que los conciertos puedan seguir haciéndose. Yo me siento muy orgulloso de eso.
–¿Por qué Brilliant para la presentación de este primer álbum?
–Siempre le he tenido mucho cariño al sello. Yo estudié en Holanda, y Holanda estaba plagada de discos de Brilliant. Tienen cosas buenísimas, integrales maravillosas, con intérpretes increíbles y baratitos. Te los encontrabas allá donde fueras, en las tiendas, los supermercados... Para mí es entrañable. Además le estoy muy agradecido al sello, que ha cogido el proyecto como algo propio.
–Hábleme de la portada, en la que sale su perra...
–La tenía ya en mente. Mi perra, Telma. Y a su lado quería una silla que fuera emblemática, una silla del palacio de Boadilla del Monte, donde se compusieron las dos primeras tandas de quintetos. A través de amigos llegué hasta el actual Conde de Chinchón, heredero directo del propio infante Luis. Esa silla de la portada es diseño de Ventura Rodríguez, que fue el arquitecto del palacio del infante en Boadilla del Monte o de la fuente Cibeles, por ejemplo... Me costó mucho, pero lo conseguí. Hicimos las fotografías de Telma aquí en Sevilla. Me busqué un fotógrafo en Madrid para las de la silla. Las hicimos y montamos la portada. Me parece muy sugerente. En el cuadro de Goya de Carlos III cazador, aparece un perro tumbado al lado del rey, y si no es un weimaraner como Telma es primo hermano. Quién sabe si el infante pudo llegar a sentarse en esa misma silla con su perra a los pies escuchando esta música, por supuesto con Boccherini en el violonchelo junto a los Font y Cavazza o quien fuera como flautista...
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