Alhambra Monkey Week
La cultura silenciada
XXI Bienal de Flamenco
El guitarrista Raúl Cantizano, un habitual en las últimas citas de la Bienal -a menudo en alianza con Rocío Márquez o Niño de Elche-, ofrecerá en San Jerónimo un recital "de guitarra flamenca expandida" donde la luz, el vídeo en directo y la acción acompañarán la música. Con él y con el colectivo Los Voluble -los hermanos Pedro y Benito Jiménez- hablamos de la filosofía que respira este ciclo que, en un año terrible marcado por la pandemia, se atreve con el humor, la experimentación y la crítica social. Los Voluble acompañarán a Cantizano el sábado 15 en su Zona Acordonada y siete días después presentarán la pieza Flamenco is not a Crime, que ha tenido un enorme recorrido desde su estreno en Nîmes en 2019. Será su primera actuación desde febrero, cuando triunfaron con su "folclore digital" en Eslovenia.
De partida, a los tres les parece "un acierto" abrir a la Bienal un espacio donde "se ofrezcan propuestas periféricas que atraigan un público desprejuiciado y abierto, capaz de reflexionar sin temor sobre lo flamenco, la música y el arte. Es una manera de atender a lo que ya sabemos que existe y a lo que puede llegar a existir", considera Cantizano. Para Los Voluble, permite también "recuperar espacios y zonas de la ciudad que están un poco olvidadas. Esperamos que eso sirva para mirar un poco más a toda la ciudad y no solo al centro".
Los tres reconocen haberse introducido en el mundo flamenco "desde lo heterodoxo". Cantizano llegó a lo jondo a través de Pata Negra, Lole y Manuel... "Escuché a Paco de Lucía por primera vez porque tocaba con John McLaughlin pero no entendía sus discos en solitario, demasiadas notas, jeje. Me imaginé por fin tocando flamenco cuando me enganché a Paco del Gastor y su tío Diego, era una manera de tocar más cercana a lo que estaba acostumbrado a escuchar, blues y rock, y fueron la llave para querer aprenderlo". "A la vez -continúa- mi interés por las músicas llamadas experimentales me llevó a ver siempre al flamenco como un terreno fértil donde proponer otros enfoques y trabajé mucho con Santiago Barber (Bulos.net) en esta línea. Seguíamos de cerca las propuestas de Israel Galván con Pedro G. Romero o a Andrés Marín, pero a la vez estábamos cerca de Llorenç Barber o Fátima Miranda y muchos otros artistas de la corriente que abrieron John Cage y Nam June Paik pasando por Zappa, Fred Frith… y luego descubres a Vicente Escudero, Val del Omar, Marchena, Morente".
"Paco del Gastor y su tío Diego fueron la llave para querer aprender a tocar flamenco"
Los Voluble recuerdan que la remezcla se dio en sus cabezas "cuando en el autobús El Viso del Alcor -Sevilla estaba la radio con flamenco y en nuestros discman estaba la electrónica. Eso sucedió a mediados de los 90, con el boom folclórico que tuvo cierta música electrónica en Andalucía, y nos hizo aprender a escuchar y ver el flamenco de otra forma. Y, sin duda, tenemos mucho que agradecer a artistas ya casi que canónicos dentro de la heterodoxia, como Val del Omar -han grabado poemas suyos cantados por Rocío Márquez- o Israel Galván. Pero en esto de la mezcla creemos importante mencionar a otra mucha gente que ha estado abriendo camino entre el pasado y el futuro de Niño de Elche a María José Llergo, de La Piriñaca a Isabel Do Diego".
Todos ellos carecen de una visión "historicista" del arte. Así, Los Voluble evitan caer "en los esencialismos que hablan de pureza, trabajamos con el archivo como un material vivo" y en los últimos días revisitan a Solo Los Solo y a Zuli, un productor de beats experimentales de El Cairo. Igualmente, salir de su espacio de confort, de su zona acordonada, está en el origen del concierto que presentará Cantizano. "La silla y la guitarra me quemaban en las manos", dice sobre cómo tomó conciencia de que "la guitarra al final es solo una prótesis que nos permite algunas cosas" y se decidió a tunearla para hacer otras cuantas cosas más.
"Trabajamos con el archivo como un material vivo, sin caer en los esencialismos que hablan de pureza"
Zona Acordonada es también, para su creador, "una reflexión sobre lo limitado de las propuestas a las que los guitarristas nos tienen acostumbrados. Parece que la única forma de defender un concierto de guitarra flamenca sea con un grupo de músicos más o menos jazzeros o en solitario (hay algunos que aún se atreven y me interesa más)". En su afán por ver qué podía ofrecer como guitarrista, cuales son los límites y cómo poderlos rebasar, Cantizano ofrece una propuesta artística escénica que le permite plantear cuestiones como "cuál es el espacio público que vamos a tener si acordonamos los parques infantiles y cómo es nuestro espacio privado desde la mirada de la webcam".
La propuesta de Los Voluble, "bastarda, heterodoxa y que vive en un ecosistema cultural que es la remezcla", a decir de sus protagonistas, ha llegado a festivales de electrónica como Sónar e Ithaka Series pero, sin duda, su concepción del campo flamenco como un espacio para la fiesta, la intensidad y el mensaje político resonará con más fuerza dentro de la Bienal. Un festival del que a los hermanos Jiménez les inquieta "la falta de evolución en los formatos; sabemos que es difícil con la epidemia plantear otras formas de activar los espacios pero del programa de calle de años anteriores no ha quedado nada, de los espacios de colaboración o laboratorio como donde se hizo Cartuja a Rás (2014) tampoco… y como eso suponemos que muchas otras cosas. La Bienal debe ser la casa de lo flamenco en todas sus vertientes y está claro que para que esa casa sea verdad tiene que ser algo más que unas actuaciones cada dos años".
También te puede interesar
Alhambra Monkey Week
La cultura silenciada
Las chicas de la estación | Crítica
Los escollos del cine de denuncia
Solas | Crítica de danza
Carne fresca para la red
Lo último