ROSS. Gran Sinfónico 4 | Crítica
La ROSS arde y vibra con Prokófiev
Pacho Flores | Trompetista
'Fractales: obras de Lindberg, Haydn, Arutunian, Sarasate, Jobim y Piazzola'.
Pacho Flores, trompeta. Arctic Philharmonic Orchestra. Christian Lindberg. Deutsche Grammophon
El trompetista Pacho Flores nació en Venezuela, pero es español por matrimonio, residencia y elección: "Llevo con gran orgullo mi nacionalidad española. Mi mujer es valenciana, mi hijo nació aquí. Estoy muy integrado en el ambiente familiar de España. Cuando tengo una gira por América trato de venirme los sábados, porque las paellas de los domingos son imperdibles. Está toda la familia reunida y es algo que yo no me quiero perder". Formado en el Sistema de las orquestas venezolanas, su nombre se ha hecho especialmente popular después de su integración hace ya tres años en el sello Deutsche Grammophon, en el que, tras Cantar y Entropía, publica ahora Fractales, su tercer cedé en la multinacional amarilla.
-¿Por qué la trompeta?
-Mi padre fue trompetista. Él me inició. Después entré en el Sistema de orquestas.
-¿Cuál es ahora mismo la Situación del Sistema?
-Desde hace mucho es como la cara bonita del país. Es la esperanza de la gente para no caer en las drogas, en la violencia, problemas sociales que afectan mucho más en Latinoamérica que en Europa. Por eso, pese a las dificultades, se ha tratado de mantener viva la esencia de este programa. Pero no se puede tapar el problema del país con un dedo. Está pasando un momento muy complicado, muy difícil y muy duro. España siempre ha estado muy ligada a Venezuela, muchos gallegos, canarios, andaluces, vascos emigraron allí… Venezuela es algo que se siente en España y eso me hace sentir también muy bien aquí.
-¿Y por qué se dedica a la música clásica?
-Porque considero que no todo está hecho, que lo mejor está por venir. El sueño es la antesala de la realidad. Hay mucho que hacer. Por mis orígenes y mi ritmo, nunca dejo de tocar música latina. Me decía ayer un colega: oye, Pacho, qué risa, estás sentando cátedra ahora con la música europea. Y me hace gracia porque es verdad que estoy haciendo propuestas de conciertos con Arutunian, Haydn, compositores barrocos... Pero para mí no hay fronteras. Un tango de Gardel es tan importante como Haydn. Miro a los dos con el mismo respeto. Son colores, matices, esencias, estados diferentes de la música. Cada cual tiene su propio código para ser interpretado. Me encanta poder cambiar de estilos con frecuencia.
-Este CD es mezcla de muchas cosas. Empieza con Lindberg, trombonista y compositor de excepción.
-Akbank Bunka, una obra escrita ya en el siglo XXI, fantástica.
-Y sigue con Haydn.
-El de Haydn es quizás el concierto más importante de la historia de la trompeta. Rompe el hilo conductor de la escritura para el instrumento, ya que es la primera vez que se escribe para la trompeta cromática. Presentamos una nueva visión de Haydn, cada movimiento con una trompeta diferente. Lo toqué así con Lindberg en el Concertgebouw y a la gente le encantó. El primer movimiento lo toco con una trompeta en mi bemol de cuatro pistones que me permite hacer una cadencia con cuatro octavas. Ampliamos así el registro por el grave. El segundo movimiento lo toco con corneta y el último, con un instrumento de tres pistones, pero con una campana más ligera, porque quise emular el sonido de la flauta, un sonido más ligero, sin tanto peso. De todo ello resulta un primer movimiento sobrio, un segundo, más intimista, y en el tercero, llega la gran fiesta, el brillo, el disfrutar con un sonido mucho más volátil, explosivo, pero sobre todo liviano.
-La cadencia es suya, como en la siguiente obra, el Concierto de Alexander Arutunian.
-Se trata de una obra muy tocada en el repertorio, pero hacía 50 años que no se renovaba. Lo estrenó Timofei Dokshizer y él lo hizo suyo, fue como un sello, una marca. Todos los trompetistas del mundo han tocado su cadencia. Y yo la he renovado, otra vez con la trompeta de cuatro pistones, haciendo cuatro octavas de registro, con lo que conseguimos gran amplitud de tesitura y de rango dinámico y un cromatismo de colores muy llamativo.
-Me ha sorprendido el arreglo de Aires gitanos de Sarasate, una obra de gran virtuosismo para el violín.
-Pues imagínese para la trompeta; es el doble de complicado. La transcripción es mía, un trabajo muy lindo. Empecé tocándola con piano y respetando la versión original, sin cortar nada. Existen un par de versiones que hizo Timofei Dokshizer hace más de 50 años, sin los recursos que yo tengo hoy, por lo que la primera sección de la obra está muy cortada. Con la trompeta de cuatro pistones podemos hacer líneas melódicas perfectas, como fueron concebidas. No hace falta hacer falsas resoluciones melódicas. Da una sensación totalmente orgánica, que es lo que a mí me faltaba en los arreglos anteriores. Cuando estás subiendo y bajando octavas, el que conoce la obra tiene ese problema, que nota que estás cambiando cosas; aquí hemos conseguido el reto de ser fieles a la pieza. La toco también con dos trompetas: la primera, una trompeta en si bemol, la segunda, en re, para darle brillo a la parte más virtuosística.
-Y termina con arreglos de dos clásicos latinoamericanos, Tom Jobim y Piazzola.
-Soy la envidia de los trombonistas, porque Lindberg tocó conmigo Chega de Saudade. Un lujazo, en un arreglo fantástico de Efraín Oscher, que hizo también el de Oblivion por encargo mío. Improviso en la pieza de Piazzola. La toco con dos instrumentos, un fliscorno y una trompeta en do, y en cada concierto en que la toco, la obra es diferente.
-Está empeñado en renovar el instrumento.
-Hago recitales con diez y doce trompetas en todas las tonalidades, cambio boquillas, trompetas, calibres... Yo le hice la propuesta a Vicente Honorato, de Stomvi, con cuyas trompetas toco desde el año 98, de fabricar un instrumento de cuatro pistones. Es un proyecto cara al futuro. Estamos adelantados veinte años. Estos instrumentos van a ser aceptados dentro de veinte años.
-¿Cómo conoció a Lindberg y cómo es su colaboración?
-En 2008 Spanish Brass me invitó a ser parte de un disco en el que él intervenía como director. Ese fue nuestro primer contacto. Él estuvo en Venezuela en 2012 haciendo un concierto con la 2ª de Sibelius y un concierto para 9 trombones y orquesta, en el que la primera trompeta es muy exigente. Yo me vine a España, se acordó de mí, me pidió revisar una obra suya. Nos vimos luego en México, en el Festival Instrumenta de Oaxaca. Al mes siguiente volvimos a vernos, y ahí le di mi primer disco con DG. Me dicen que el maestro se quedó KO cuando lo oyó y ya no me soltó. Me invitó a ser parte de una gira muy importante con la Arctic Philharmonic: estuvimos en el Musikverein de Viena, en Colonia, en Fránkfurt, en Noruega, en el Festival de Salzburgo. De eso hace tres años. Ahora me está escribiendo dos conciertos, uno para trompeta y trombón, que estreno en marzo con la Orquesta de la RTVE, con Ximo Vicedo, que es el trombón principal de la orquesta, y para el 2020, un nuevo concierto de trompeta. Tenemos una relación extraordinaria. He tocado su obra con él más de 30 veces. Es una pieza muy difícil y yo la toco de memoria. A un compositor eso lo hace sentir bien, porque significa que el intérprete se ha tomado en serio su trabajo. Pero llevo seis años dedicado exclusivamente a esto. Hace siete que dejé la silla de la Simón Bolívar y hace seis que sólo vivo de mis conciertos. No doy clases en conservatorio, no toco en orquesta. Estoy dedicado solo a tocar de solista. Este año haré unos 90 conciertos. Es gratificante vivir de esto, pero es triste que seamos pocos en el mundo los que lo hacemos.
-Desde luego es el único trompetista de DG.
-Maurice André pasó por el sello hace 30 años, pero sólo grabó 2 discos. Su compañía principal fue Erato y la segunda, EMI. Yo ya llevo tres discos y tengo grabado el del año que viene. Va a ser el primer disco en directo, que incluirá además DVD. Ese proyecto está listo. Tengo una agenda de grabaciones cerrada hasta 2021. Hasta ahora he hecho un disco por año, pero a partir de ahora voy a sacar dos.
-Su primer disco en DG fue con repertorio casi exclusivo del siglo XVIII. Aquí, toca a Haydn. ¿Ha probado las trompetas naturales?
-Las he probado, pero no en concierto. Fue una experiencia muy bonita. Pero requiere especializarse. Me encanta escucharla e incluso tocar para estudiantes la trompeta barroca: es un instrumento histórico que siento vivo porque se está rescatando. Hay mucha gente que está haciendo ese trabajo desde hace muchos años y lo está haciendo muy bien. Yo creo que no tendría tanto que hacer ni que decir en ese terreno.
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