RAFFAELE PE & LA LIRA DI ORFEO | CRÍTICA
Hacer cantar a la palabra
Flamenco de Morón | Crítica
'La época dorada del flamenco en Morón de la Frontera'. Pedro Luis Vázquez García, Diputación de Sevilla, 327 pp.
El eje de este libro es Diego del Gastor, pese a que su figura no asume el protagonismo de la obra hasta los últimos capítulos de la misma. Él fue el causante de que en Morón exista una "época dorada del flamenco": de que se creara una afición a lo jondo, un festival de referencia en el mundo flamenco, aún hoy, una escuela tocaora influyente, y un fenómeno turístico, una conexión de Morón con California. Sin Diego del Gastor quizá no hubiesen venido a cantar a Morón, o no lo hubiesen hecho con tanta asiduidad, Mairena, Talegas, Fernanda, Bernarda, Menese … y Morente. Sin Diego del Gastor no existiría una edad dorada del toque de Morón, aún hoy, que representan sus sobrinos Diego de Morón, Paco y Juan del Gastor, y también guitarristas jóvenes como Paco de Amparo, Daniel Méndez y Raúl Rodríguez. Vázquez García dedica un capítulo a la figura del totémico guitarrista de Morón en el que, a través de algunos testimonios, pone en duda el lugar común de que el toque de Morón deriva directamente del de Paco de Lucena y afirma que "es muy probable que el toque del maestro Patiño estuviese tan presente o más en el toque de Morón". Como señas de identidad del toque de Diego del Gastor y del toque de Morón en general señala Vázquez García el uso de la cuerda pelá, el redoblamiento en octavas, el vibrato, las disonacias, la lentitud, el uso frecuente de los enarmónicos y el alzapúa en una sola cuerda. Un tocaor mítico con seguidores en toda España y todo el mundo, especialmente en Estados Unidos y Japón. El libro recoge testimonios y elogios respecto al toque de Diego del Gastor de muy distintas personalidades. Los que más me han interesado son los de Brook Zern, en cuyo testimonio se une lo personal y lo técnico. Y, por razones obvias, el del Niño Ricardo, que fue maestro indirecto de Diego del Gastor, como de todos los tocaores de esa generación y posteriores. Dice el guitarrista sevillano, respecto de una noche con Diego: "tocó la décima parte de las notas que yo había tocado, y cada nota sonó clara y verdadera como una campana". Creo que en esta simple declaración se esconde todo el secreto, si lo hubo alguna vez, del toque de Diego del Gastor.
Muy interesante me ha resultado el capítulo de Vázquez García ha dedicado al flamenco político de Morón, una faceta poco conocida por la mayoría de los aficionados, con artistas muy interesantes, hoy por desgracia olvidados, como Pepe Taranto.
Si el toque de Diego del Gastor es sin duda el fenómeno musical más rico que ha dado Morón a la historia de la música, el fenómeno sociológico más interesante que se dio en esta ciudad fue ese río de norteamericanos que llegaron en los años 60 para aprender el toque de Morón. Este fenómeno está marcado por la mirada de Donn Pohren, guitarrista, contable en la base militar de Morón y escritor que con los libros The Art of flamenco (1962) y Lives and Legends of Flamenco: a biographical history (1964) sedujo a cientos de sus compatriotas para venir a Morón a conocer el flamenco "auténtico" en su ambiente. Y a aprender de las clases de Diego, Joselero, Dieguito, Juanito y Agustín. Pohren habilitó la finca Espartero, a las afueras de la localidad, en la que establecer unos servicios que incluían "por un precio de unos setenta dólares a la semana (…) habitación, pensión completa, servicio, lavandería, trasporte y tres juergas a la semana". De entre estos viajeros singulares destaca Vázquez García, por el impacto que tuvieron en el mundo del flamenco o en la vida de Morón, al guitarrista Cristóbal el Americano, la cantaora María La Marrurra, Steve Kahn o Estela Zatania. La Marrurra llegó a grabar un disco bastante estimable con la guitarra de Melchor de Marchena y participa en la serie Rito y geografía del cante. Kahn es un fotógrafo de Nueva York autor de la imprescindible colección The Flamenco Photography Project. Estela Zatania, por su parte, además de una larga carrera como cantaora con su propia compañía o con artistas de la talla de José Greco, es compañera en las tareas de investigación y divulgación del flamenco desde hace veinte años.
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