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La cultura silenciada
Daniel Pinteño | Violinista
José de Torres: Amoroso Señor (cantadas al Santísimo).
Aurora Peña, soprano. Concerto 1700. Director: Daniel Pinteño. 1700
El violinista de Málaga Daniel Pinteño fundó el conjunto Concerto 1700 en 2015. Acaba de presentar su primer disco, un álbum que recoge cuatro cantadas al Santísimo del compositor madrileño José de Torres (c.1670-1738), una de las principales figuras de la música española en la primera mitad del siglo XVIII.
-Una figura quizás menos conocida que la de otros contemporáneos...
-Para mí sigue siendo un desconocido. Cuánto hay grabado de Torres. Apenas nada. Algunas incursiones de López Banzo con Al Ayre Español. Muy poco en relación a la importancia que tuvo alguien que fue maestro de capilla de Felipe V durante 20 años y que fue el creador de la Imprenta de Música, esencial mecanismo para la difusión musical en España. Se ha hecho por ejemplo mucha más música de Durón que de Torres. Y no digamos ya de José de Nebra. Pero en cierta medida es normal que los programadores no se atrevan mucho a la hora de presentar a compositores poco conocidos.
-Ha grabado cuatro piezas tardías de Torres en las que la influencia italiana es muy notable.
-Son obras italianas. Hay que tener en cuenta que él compartía desde los años 20 la maestría de la Real Capilla con un italiano, Felipe Falconi, y se adapta a las nuevas tendencias. Estoy haciendo un estudio comparativo de la producción de Torres para ver cómo evolucionan sus cantatas al Santísimo. En 1719 aparecen todavía elementos típicos de la tradición española, estribillos, coplas... En 1721, Felipe Falconi llega a Madrid. Es un momento clave. En 1722, tenemos ya un par de cantatas de Torres claramente italianizantes. La presencia de los violines y el oboe son determinantes, pero no sólo la mera presencia sino el uso que se hacía de los instrumentos. Normalmente, en la tradición los violines nunca tocaban al unísono con la voz. Eso era algo muy italiano. Lo normal era que la voz se acompañara por el bajo continuo y los violines participaran haciendo los ritornelos. El cambio tiene que ver no sólo con el gusto, sino con el aumento de la plantilla. Falconi se trae a sus propios músicos. Así que pasamos de 5 violines en 1715 a 12 en 1725. Y casi todos eran italianos.
-Son cantadas que se conservan en archivos americanos, lo que nos habla también de la gran difusión de esta música.
-La Capilla Real de Madrid era el faro para todas las capillas virreinales: México, Guatemala. La música de Torres era muy importante. Pero allí se encuentran también obras de Literes, Durón, Nebra... Son como nuestro disco duro. Nos han guardado muchas cosas que en España son difíciles de encontrar. Hemos tenido una historia compleja, se han quemado archivos...
-¿Cómo ha sido su colaboración con la soprano Aurora Peña?
-La conocí en Sevilla tocando con Forma Antiqva en un Femás una obra de Alessandro Scarlatti. Y la atraje al mundo de la música española. Hicimos un programa que ganó el premio de FestClásica, y en 2017 lo llevamos en gira. Desde entonces colaboramos. Hemos hecho Nebra y otros compositores. Ahora haremos un Oratorio a San Miguel de Hernández Illana en León y Oviedo a través del CNDM. Con Aurora es muy fácil trabajar. Este disco es el fruto de esos dos años de trabajo.
-Para su primer disco han creado incluso una discográfica.
-Sí, se llama 1700. Las discográficas no están muy boyantes y tampoco están muy interesadas en repertorio español. Para crear un producto en el que pudiéramos tener el control sobre todos los procesos de edición, optamos por esto. Está claro que un disco no se hace para ganar dinero. Y así podemos hacer lo que nos gusta. Sobre todo, música española o relacionada con España, como el segundo disco, que estamos preparando ya.
-Su principal actividad quizá sea la música española, pero debutan en el Femás con un programa puramente bachiano.
-No olvidamos ni a Bach ni a Haendel ni a Vivaldi, nos encantan y podemos tocarlos. Tampoco olvidamos los nuevos formatos, de la danza contemporánea, por ejemplo. Hay que ser multidisciplinar hoy en día. Esa es la idea. Tocar todos los palos, pero siempre con ese puntito de trabajar lo nuestro, que pienso que es una obligación.
-¿Cómo ve la música antigua en España ahora mismo?
-Vivimos un momento dorado. Hay multitud de grupos de gran nivel, que además toman caminos variados, lo que aporta riqueza. Creo que ahora lo que nos falta es internacionalizarnos. Internacionalizar la música española (nuestro repertorio) y a los músicos españoles. Es decir, por un lado, me gustaría llevar música de Torres a Londres y a Berlín. Pero también es importante que los músicos españoles podamos hacer Bach en Italia.
-Y cómo se consigue eso. Algunos de nuestros mejores grupos llevan décadas sin lograrlo...
-Lo primero es entrar en la dinámica de trabajo que hay en Europa. Los grupos asumen riesgos. Son empresas. Hay que trabajar con manágers, buscar conexiones fuera y dentro. Yo no lo he conseguido aún, por supuesto, pero no voy a tirar la toalla tan pronto. Lo fundamental es ofrecer un producto de calidad, en el que creas y levantarnos todos los días a las 7 de la mañana, para contestar correos, mandar dosieres, mientras sacas huecos para estudiar.
-Ahí nos topamos con el problema de la profesionalización de la gestión. Si el director artístico tiene que levantarse a las 7 de la mañana para hacer tareas que los grandes grupos europeos tienen resueltas...
-A España le falta una industria secundaria de producción de conciertos. En Francia tú puedes contratar a empresas para que te produzcan un concierto. En España de eso no hay. Tienes que contratar a alguien para que te lleve algo así. Y con los costos laborales españoles eso es muy difícil. No podemos asumirlo. O nos repartimos el trabajo entre los del grupo o recae en uno solo. Está claro que profesionalizar el sector en esos niveles es complicado. Había que empezar por los músicos, y creo que eso ya está superado, todos son profesionales y se han formado en centros de referencia tanto en España como en el extranjero. Y ahora nos toca profesionalizar la gestión, de la gerencia a la producción, el management, la prensa… Para que los músicos piensen sólo en música. Pero esa es una lucha que tenemos todos.
-¿Cuáles son su inmediatos proyectos?
-Nuestro segundo disco irá de sonatas para violín italianas aparecidas en España. Tenemos ese Oratorio a San Miguel en León y Oviedo. La presentación en concierto del disco la haremos en la Capilla del Palacio Real de Madrid, un lugar muy icónico, aunque Torres nunca conoció este Palacio Real. El 31 de marzo tocamos en el Femás con el grupo Los Afectos Diversos y un programa Bach. En mayo haremos un par de matinées en la Fundación Juan March con Aurora, cantatas al Santísimo variadas. Y luego también tenemos algo fuera de lo común: participamos en las London Music Nights, que organiza una marca de ginebra en el Café Comercial de Madrid. Será un paseo por el Madrid del siglo XVIII en un ambiente distendido, porque la gente puede beber, hablar… Este tipo de formatos que te acercan al público está muy bien. Que no te vean como una persona seria y distante a la que le molesta que abran el caramelo... Molesta, pero bueno, tampoco pasa nada si alguien lo abre.
-Han pasado cuatro años desde la fundación del grupo, ¿ha valido la pena? ¿Se han cumplido sus expectativas?
-Las expectativas las tenemos todas por delante. Proyectos futuros que están por cerrar para la temporada próxima, pero muy bonitos. Con otros cantantes, repertorios nuevos... Yo estoy muy contento.
-¿Algún sueño especial? ¿Un programa que le gustaría hacer?
-Mi sueño desde muy pequeñito es tocar los 12 conciertos de L’Estro Armonico. Me apasiona ese ciclo. Me parece que se trata de un Vivaldi muy especial. Está experimentando con la forma. A partir del Op.6 establece su forma canónica de concierto, pero en estos está todavía buscándose. He hecho ya muchos sueltos, y espero hacer la colección completa pronto.
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