"El de Dvorák es el rey de los conciertos"
Adolfo Gutiérres Arenas | Violonchelista
Uno de los grandes violonchelistas españoles de la actualidad, el muniqués Adolfo Gutiérrez Arenas, graba para IBS el Concierto de Antonin Dvorák, obra mayor del repertorio romántico
El violonchelista Adolfo Gutiérrez Arenas (Múnich, 1975) es una de las grandes figuras de la actual música española. Su entrada en el sello IBS Classical, la gran factoría discográfica del país, que dirige desde Granada Paco Moya, donde graban ya violonchelistas como Asier Polo o (acaba también de incorporarse) el joven talento granadino Guillermo Pastrana, es por ello una excelente noticia.
-Su primer disco con orquesta. ¿Por qué Dvorák?
-Porque el de Dvorák es el rey de los conciertos. Y no digo sólo de vionochelo. Es de ese tipo de obras que, como el Concierto para violín de Beethoven o el Segundo para piano de Brahms trasciende lo puramente concertístico para convertirse, con pleno derecho, en una obra sinfónica de primer nivel. Las tres son cumbres del sinfonismo del XIX.
-¿De dónde viene su relación con este Concierto?
-Junto a la Suite nº1 de Bach, el Concierto de Dvorák fue la obra que me trajo hasta el violonchelo. Porque yo era pianista, pero a los 14 años escuché estas dos obras y caí rendido; decidí que las tenía que tocar algún día. Desde ese momento mi relación con el Concierto ha sido continua. Para los años de estudiante resulta una obra muy compleja, siempre intentas chapurrearla como puedes. Ya siendo profesional, concertista, la he tocado cada vez que he tenido oportunidad y lo he hecho con grandes orquestas, como la Filarmónica de Londres o la Royal Philharmonic, orquestas que haces que todavía disfrutes más al tocar una obra así.
-La graba con la Filarmónica de Magdeburgo. ¿Cuál era su vínculo con esta orquesta?
-Se trata de una relación muy reciente. Fui a tocar el año anterior en su temporada el Concierto de Lalo, y me dirigió su titular, Kimbo Ishii, que es quien dirige también en el disco. Fue un flechazo. Estuvimos una semana trabajando muy a gusto, y cuando se presentó la oportunidad de grabar este concierto había varias opciones. Yo los llamé, faltaban sólo dos meses para la grabación, un tiempo récord, porque estas cosas suelen prepararse con un año o más. Me dijeron que no tenían hueco, pero que sacrificaban una semana de vacaciones que les quedaba para grabar ese disco conmigo. Fue un detalle que me emocionó. En un primer momento no lo entendí demasiado. Sentí lo que significaba después. Era increíble ver cómo esa gente estaba preparándose antes de que yo mismo llegara cada día a grabar. Los vientos haciendo corro, preparando sus entradas, todos divididos en grupos de cámara. Era una cosa maravillosa ver el interés que pusieron en el disco.
-Ha registrado usted las Suites de BachSuites, las Sonatas de BeethovenSonatas, ahora el Concierto de Dvorák, grandes obras del repertorio, de las que hay referencias de los más grandes solistas, ¿es un reto, una responsabilidad?
-Lo puedes tomar de dos formas: como una motivación positiva o algo que te presione y te llegue a angustiar Recuerdo que cuando toqué el Concierto de Elgar con la Sinfónica de Londres, uno de los miembros de la orquesta para gastarme una broma me dijo, “Pues nada, ya sabes que nosotros estrenamos este concierto con Elgar dirigiendo, y Jacqueline Du Pré lo grabó con nosotros, así que sin presión, ¿eh?”, y se reía. Pero a mí ese tipo de presión me pone contento. Ni siquiera me engorila, en el sentido de decir, pues yo lo voy a hacer mejor. Me hace feliz la posibilidad de hacer esta música maravillosa con esos músicos y a ese nivel. Yo he ido un poco a contracorriente de lo que me recomendaba mucha gente, que me decía que era mejor empezar grabando obras poco conocidas para ir abriéndote hueco. Si yo quiero tocar en los grandes teatros del mundo con las grandes orquestas, quiero tocar las grandes obras. Acabo de estrenar un concierto que me han compuesto y el año pasado estrené el 2º de Penderécki. Hago esas cosas, claro, pero yo toco el violonchelo sobre todo para hacer el gran repertorio del instrumento. Hay un gran repertorio en el siglo XX sin duda, pero ese gran repertorio clásico fue el que a mí me hizo tocar el violonchelo. Yo quiero tocar eso, al mejor nivel y en las mejores condiciones. Si quieres hacer eso, tienes que demostrar que eres capaz de hacer esa música al nivel de los grandes maestros. Ahí es verdad que te la juegas, pues te pueden poner a parir. He tenido la suerte o he hecho las cosas de una manera que esas grabaciones que cita las han puesto entre las grandes referencias. Quizás porque me lo tomé como pienso que hay que tomárselo, son testimonios de grandes músicos y tienes que ir a por todas. No puedes ir esquinándote y grabando cositas que acabas de descubrir, porque no lo ha grabado nadie, lo que puede ser interesante, pero después de grabar lo que tienes que grabar. Eso de ir escondiéndose no me parece buena idea.
-Incluye en el CD un registro con acompañamiento pianístico de Lasst mich allein, la famosa canción que Dvorák cita en dos movimientos del Concierto.
-Sí, eso fue una idea del director. Al principio pensábamos hacer una versión para orquesta. Pero por cuestiones de tiempo y al final también por una cuestión de timbre, pensé que era más bonito hacerlo con el piano del original.
-El pianista es Juan Carlos Garvayo.
-Nos conocemos desde hace mucho. Fue él quien me acercó a IBS. Empezamos a hablar de proyectos, aunque este no era ni mucho menos de los primeros.
-Incluye también el Rondó en sol menor, que suele aparecer en muchos discos, y el arreglo que el propio Dvorák hizo de Silent Woods...
-Son dos piezas que compuso sin darles demasiada importancia para rellenar un programa de concierto. Pero le gustaron tanto que las orquestó. En Silent Woods se aprecia enseguida la manera de orquestar de Dvorák, inmediatamente te da ese sabor bohemio que sólo él es capaz de recrear, esas síncopas acompañadas de pizzicatos en los contrabajos. Me parece una música increíble. El rondó también, pero de otra manera. Esta es una música intimista, maravillosa.
-Qué lástima que Dvorák no escribiera sonatas para el violonchelo, ¿no?
-Absolutamente. Yo sigo pensando que la música de cámara es el culmen de la música. La perfección en música siempre te la da la música de cámara. Si Dvorák hubiera hecho una sola Sonata para cello y piano… Pero tenemos lo que tenemos y es también maravilloso. Es difícil escuchar mejor música para violonchelo, y no lo digo por mi versión, sino por Dvorák. Está compuesto para el instrumento como un guante para una mano.
-¿Qué le atrajo del proyecto de IBS?
-Ellos habían oído hablar de mis grabaciones. Yo soy un poco despistado para estas cosas y no estaba muy puesto. Pero Juan Carlos me habló de que esta gente lo estaba haciendo fenomenal. Investigué, y en efecto me pareció que estaban haciendo un gran trabajo. Quedé con ellos en Granada un día y me gustó mucho la forma de trabajar, su implicación en los proyectos. Yo tiendo a buscar este tipo de empresas más pequeñas, más artesanas. Lo de las grandes firmas en la época que nos ha tocado vivir a los de mi generación, en fin… Hay que estar dentro para ver los criterios de márketing, artísticos, económicos que manejan, es algo que no te crees hasta que no lo ves. Así que ser dueño de lo que quieres grabar, cómo y con quién lo quieres grabar es mucho hoy en día.
-¿Le gustan las grabaciones?
-Me gusta la grabación, pero en vivo. En los estudios empiezas siempre frío, porque lo veo un poco artificial, es como forzar la sonrisa en una foto. Pero es cierto que una vez que coges el mecanismo se trabaja bien. Yo insisto siempre en que se hagan tomas largas porque es cuando te sientes de verdad a gusto y tu cerebro empieza a funcionar como en un concierto. Esta manera de grabar por fragmentos cortos no la entiendo. No sería capaz, cada fragmento sonaría de una forma distinta, es imposible enlazar cada fragmento con el pulso de lo que quieres crear. Si es en directo me resulta más fácil, porque yo me pongo a tocar y me olvido de que están grabando y si sale bien, bien, y si no, pues otro día. Ahora bien, reconozco que en el estudio es más eficaz. Grabar en directo es muy complicado, por los ruidos y demás. En Beethoven lo hicimos y se arruinó.
-¿Algún reto por delante, algún debut o colaboración que le interese especialmente?
-Sí, hay varias cosas, pero no puedo decirlas, porque me acabo de cambiar de agencia, y hay cosas que se tienen que confirmar. Este mundillo es como el de los fichajes del fútbol. Si hablas de un fichaje antes de cerrarlo se puede frustrar. Pero sí, hay cosas que me motivan mucho, entre ellas, es que voy a Sevilla. Voy a tocar Elgar con la ROSS. Es de las pocas orquestas españolas con las que no he tocado y me hace mucha ilusión.
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