La aldaba
Carlos Navarro Antolín
El rey brilla al defender lo obvio
Álvaro Suite | Músico
Sevilla/Multinstrumentista de largo recorrido, Álvaro Fernández, Álvaro Suite para el mundillo, ha pasado por grupos como Pinball, Los Labios o ése del que acabó tomando su apellido artístico, aunque su proyección profesional va ligada durante los tres últimos lustros al papel de guitarrista principal en la banda de Enrique Bunbury. Hermano del también músico sevillano Chencho Fernández, pone ahora en circulación La Xana, primer disco firmado con nombre propio, una delicia pop con ecos clásicos y colaboradores de altura.
-¿Hace el título del disco referencia al personaje mitológico?
-Pues de manera indirecta, casi de refilón, podríamos decir que sí. Toda la familia de mi padre es asturiana, y la Xana es un personaje de la mitología asturiana. Pero, en realidad, a lo que se refiere es a la casa de mi tío Javier en La Línea de la Concepción, que se llamaba así, La Xana, y que fue el útero musical en el que crecimos mi hermano Chencho y yo desde que tuvimos uso de razón. Allí se escuchaba a todas horas desde Lole y Manuel y Manolo Caracol hasta Alan Parsons y todo lo que te puedas imaginar. Llegabas allí y eso te volaba la cabeza, era un rayo de luz. Si le preguntaras a Chencho te diría lo mismo: allí lo aprendimos todo sobre la música. Con ocho años veía la portada del Help de The Beatles y flipaba; escuchaba la canción a toda pastilla y eso era un universo. Y luego, la siguiente, a lo mejor era Time, de Pink Floyd, y después Todo es de color... Y todo a mucho volumen, con aquellos baffles de los 80 que sonaban... Ufff... Lo que te entraba por el cuerpo... Eso nos metió la semilla. Después de tantos años, éste es el disco que saco yo solo, sin tener que decidir nada con nadie de ninguna banda y sin presiones de ninguna compañía, a mi ritmo, con mis ideas. Y para eso tiro de estos recuerdos: esta canción quiero que suene como aquella de Alan Parsons; este teclado, a aquella de The Who; esta batería, a Bonham... Todo eso remite a la casa de mi tío Javier, a La Xana, así que era de rigor que el disco se titulara así.
-Tras tanto tiempo acompañando a Enrique Bunbury en estudios y giras, ¿en qué medida cree que eso le influye a la hora de crear su propia música?
-Pues grabando este disco me he dado cuenta de la cantidad de influencias que tengo de él. Primero, en la parte artística, a la hora de cantar. Con Enrique no sólo toco la guitarra, sino que también hago coros y en los últimos diez años hay canciones que canto con él prácticamente enteras. Soy de ésos que, si canto contigo, a los veinte minutos he mimetizado tu voz, te he cogido el tranquillo. A la hora de cantar, de modular, yo mismo me he dado cuenta. Paco Loco, el productor, me decía "deja de cantar tan Bunbury. Es inevitable, pero piénsalo". Y era verdad, porque estaba como haciéndole un coro. Paco me ha ayudado mucho en ese sentido. Así que sí, musicalmente tengo una gran influencia de Enrique, pero no sólo en eso, sino también a la hora de plantear mi carrera, de negociar con la industria, de planificar la comunicación, a la hora de dirigirme a mi banda, al productor... Tengo un bagaje que no sabía que tenía y que es cien por cien aprendido de Enrique y de su mánager, Nacho Royo.
-Y supongo que esa experiencia también le ha facilitado contactos...
-Sí, aunque para este disco tampoco es que me hayan hecho mucho falta. Exceptuando el batería que lo ha grabado, Ramón Gacías, que es el batería de Bunbury, no he querido tirar de eso. Son cosas que quiero separar, por respeto a él, por respeto a mí mismo y por darle la oportunidad a este álbum de tener una entidad propia. Lo que no puedo evitar es que al hablar con cualquiera lo primero que me diga es "ah, tú eres el de Bunbury". Y a mucha honra, no tengo ningún problema con eso.
-Se lo pregunto porque no muchos pueden presumir de contar con una colaboración por ejemplo, de Coque Malla, como ocurre en Toda esa belleza ¿Cómo surgió?
-Jajaja... Pues yo era de ésos a los que no les gustaban Los Ronaldos en su momento y después me fliparon. Conocí a Coque hace seis o siete años en un festival en México y me cayó increíble, pasamos unos días estupendos. Escribí Toda esa belleza cuando murió Antonio Vega y a la hora de grabarla y darle esa atmósfera madrileña de principios de los 90, de postmovida, pensé que ese aura, ese ambiente, requería de una voz que te llevara directamente ahí. Tenía en la cabeza a Coque y a Santiago Auserón. Y Coque es tan accesible que se lo comenté y aceptó. Y creo que acerté, porque en la primera nota que le escuchas ya te está llevando ahí. Nuestras voces empastan muy bien y él ha hecho suya la canción.
-Antonio Vega murió hace ya más de una década. De eso podría deducirse quizás que éste es un disco cocinado a fuego lento...
-Bueno, el disco se cocinó rápido, pero con algunas canciones que venían de tiempo atrás. En el caso de Toda esa belleza, sí, saqué la letra entera la misma noche que murió Antonio Vega. Ya la monté con Suite en una versión country a lo Flying Burrito Brothers, y luego hice una versión rock que incluso intenté llevar a Los Labios traduciéndola al inglés. Así que ha ido mutando en diferentes demos, alguna con bases electrónicas, hasta que encontré la del disco, eliminando un par de capas de guitarras y metiendo un pad. Y ahí floreció, ahí encontró su sitio. Del resto de canciones, Mientras duermes y Tu silencio son dos poemas de mi padre que inmediatamente, al leerlos, me sugirieron una música. Luego hay otras que igual sus estrofas tienen 14 años y han ido cambiando, como retales. Pero digo que no ha sido tan a fuego lento porque lo he preparado todo en un año y medio. Mientras que maquetas, pillas estudio, grabas y mezclas se te han ido ocho meses. Y además, compaginándolo con mi trabajo con Enrique, yéndome dos meses de gira a mitad de la mezcla.
-Rodaron el videoclip de Toda esa belleza en Velintonia, la que fuera casa madrileña de Vicente Aleixandre. También Maga grabó allí La casa en el número 3La casa en el número 3.
-Sí, sí. De hecho salió un poco de ahí. El director, Álvaro Soto, y yo buscamos la localización con la idea de que fuera algo sobrio, que tuviera ese punto oscuro de Antonio Vega con la heroína, que pareciera incluso que podrían haber ido allí a pincharse, pero que no resultara ni hortera ni grotesco, sino romántico. Miramos muchos sitios en Sevilla donde poder rodar, incluso en la casa donde mi hermano grabó el vídeo de Una buena nocheUna buena noche, pero me pareció un poco redundante hacerlo ahí. Álvaro había grabado también el vídeo de Maga en Velintonia y me dijo "oye, pues en Madrid hay una casa...". Concidió que Coque no podía venir a Sevilla por cuestiones de agenda y que tenía que ser en Madrid. Y conseguimos Velintonia. Lo que se respira en esa casa es... Bueno, estás pisando el suelo que pisó la Generación del 27 y apoyándote en una pared en la que quizás se inclinó Lorca. Puede parecer un poco mitómano, pero es que era la casa de la poesía. Está en un estado lamentable, pero sigue teniendo ese aire. Así que metimos un piano, a Coque y a mí, una proyección de Antonio Vega para que se supiese que la canción va por él, una flores muertas y un par de libros. Y poco más.
-Por lo que dice, la casa sigue en estado ruinoso pese a las reiteradas denuncias y reivindicaciones de su valor simbólico.
-Bueno, parece que la situación ha avanzado algo. Alejandro Sanz, el presidente de la Asociación de Amigos de Vicente Aleixandre, me comentó que en Madrid ya han dado el primer paso para la catalogación como Bien de Interés Cultural. Eso es un subidón para cualquiera que haya estado en Velintonia, porque ahí se respira algo.
-Lleva tres décadas en la música. O sea, se ha tomado su tiempo para grabar un primer disco en solitario...
-Bueno, creo que hay algo que nos ha ocurrido a casi todos los músicos de rock. Cuando empezamos, lo hicimos fijándonos en The Beatles, en The Rolling Stones, en The Who, en The Kinks... En mi caso fueron esas bandas, pero aunque para otros fueran otras, todos empezamos mirando a bandas. Así que cuando con 12, 13 o 14 años quieres hacer música, te juntas con tus colegas del barrio o del colegio y montas una banda igual a ésas en las que te has fijado, en las que hay tres, cuatro o cinco personas. Y ahí todos deciden, todos asumen ese papel: yo de Lennon, tú de McCartney, tú de Ringo Starr y el otro de Harrison. Te haces músico como miembro de una banda y ahí se reparten y comparten las responsabilidades, las opiniones y las decisiones entre todos. En mi caso, de mi primer grupo, Pinball, pasé a Suite, y luego de ahí Los Labios, y en medio, Enrique. Pero llega un momento en el que veo que tengo ocho o diez meses libres y que ya no estoy con ninguna banda, porque de hecho he acabado bastante quemado con ellas e incluso quemado con el sonido de guitarras, y me digo pues voy a hacer el disco que yo quiero y lo voy a hacer ahora.
-He dicho "disco en solitario" y, bueno, no resulta muy exacto, ni por los músicos que lo acompañan ni por el trío de ases en la producción, mezclas y masterización: Paco Loco, Jordi Gil y Miguel Ángel González.
-A Miguel Ángel lo he conocido gracias a este disco y me ha parecido un tipo encantador. No sabía que teníamos aquí, en Gines, a un profesional así de grande en ese campo, que tanto se echa en falta. Porque un buen mastering te soluciona un disco y uno malo te lo tira abajo. Y Paco... Bueno, Paco es mi productor. No concibo grabar música si no es con él. Saca lo mejor de ti y hay una confianza entre los dos que le permite ir al cuello. En el estudio, si te equivocas, puedes perder dos días y no te das ni cuenta. Pero con Paco no pierdes ni dos minutos, porque te lo deja todo claro aunque a veces sea de una manera muy grotesca: "¡Eso es una mierda! ¡Me das vergüenza!". Pero te hace pensar y te da una solución. El estudio de Paco es un parque de atracciones para un músico, con todo tipo de cacharros y posibilidades. Y con ese ambiente... Así que lo tengo claro: siempre grabo con él. Con Pinball, con Suite... Con Los Labios no porque no había quorum, pero aun así grabamos y mezclamos algunas cosas allí. Y Jordi... Qué voy a decir: no hay nadie en Sevilla que mezcle mejor que él. Bueno, en Sevilla y en muchos más sitios. La verdad es que me planteé hacerlo todo desde aquí, lo más lejos en El Puerto. Incluso el sello, Spyro, es de aquí. Lo quiero todo en casa para que lo que pueda generar se quede.
-Tampoco se ha quedado corto a la hora de reclutar a los músicos...
-Sí, hablábamos antes de la colaboración de Coque pero lo cierto es que en este disco todo son colaboraciones: Ramón Gacías, el batería de Enrique; Julián Maeso, que ha grabado teclados; Víctor Cabezuelo, de Rufus T. Firefly, que también ha grabado teclados; Juano Azagra, de All La Glory, y mi hermano Chencho, que han hecho coros; Robert Gómez, que era guitarrista de Suite... Ha sido un regalo. La idea original era grabar el disco entero yo solo, pero cuando me vi con las demos me dije "la voy a cagar y voy a dejarlo al 60%". Así que pensé en buscar un buen teclista y un buen batería y ocuparme yo del resto. Salió Julián para lo que yo llamo teclas amables: Hammond, piano, Rhodes... Luego pensé en llevar a otro guitarrista para que grabara mientras yo metía bajos. En fin, al final me han grabado el disco unos músicos increíbles.
-¿Y para los directos?
-Bueno, tengo mi banda sevillana: Antonio Lomas a la batería; Javi Mora al bajo; Jesús Gascón y Guillermo JM a los teclados y Robert a la guitarra.
-Volviendo a Bunbury... Con los músicos de la banda desperdigados, ¿cómo hacen para preparar discos y giras?
-Pues normalmente nos juntamos en Barcelona a ensayar cuatro o cinco semanas con demos que él nos envía y de allí nos vamos a grabar el disco. Mientras que se hacen los arreglos de cuerda, de metales, graban otros invitados, se mezcla, se masteriza y se graban los videoclips, pasan otros tres o cuatro meses. Un mes antes de empezar la gira nos volvemos a juntar para ensayar lo que está en el disco. Todos a Barcelona: uno desde Zaragoza, otro desde Madrid, otro desde Sevilla, el batería que vive en México, Enrique en Los Ángeles... Normalmente él no viene a ensayar desde el principio. Primero hacemos una avanzadilla la banda con las demos y luego ya viene Enrique.
-También a consecuencia de su trabajo con Bunbury le veo interactuar a menudo en redes con seguidores hispanoamericanos. ¿Llevará La Xana hasta allí?
-Bueno, ya fui con Los Labios tirando de ese tipo de conexiones, aunque fue de una manera muy cutre. No cuajó aquello, no. Con este disco ya hay una estructura de oficina de comunicación, de distribuidora, hay una estructura seria, y estamos en tratos. De hecho, tenemos una oferta de tres conciertos en Texas para marzo dentro del circuito latinoamericano y de ahí saltaríamos a México para hacer promoción. Pero me lo quiero tomar con calma, hacerme allí con una buena agencia de comunicación y no tirar sólo de los fans, porque te escriben mil fans en redes diciendo que van a ir a tu concierto, pero luego van veinte. Así que si haces una inversión pensando en mil al final te pegas un batacazo. Pero sí, claro, voy a atender esas demandas porque creo que es un disco que puede funcionar allí y yo, además del arte, soy también consciente del negocio.
-Después de tanto tiempo en esto, le pregunto como veterano: ¿Cómo ve la escena sevillana actual?
-Bueno, 2019 ha sido un año brutal, y creo que 2020 también va a serlo. Hay grupos, hay discos, hay conciertos, hay promotoras nuevas, hay más prensa hablando sobre música incluso en pequeñas productoras de televisión que apoyan. Canal Sur Televisión también está haciendo cosas... En Sevilla hay desde hace tres o cuatro años una escena salvaje de todos los estilos y colores y todo muy, muy bien hecho, muy cuidado, con carreras muy serias. No es como antes. Siempre pienso en los Sick Buzos de mi hermano Chencho, quizás entre las cinco mejores bandas que han salido nunca de Sevilla, pero que no se preocuparon jamás por nada: grabo, suena así, pues vale... Ahora ya no es así, las bandas han aprendido a preocuparse por todo, por cómo suenan, por cómo plantear los bolos, por la imagen... Así que tenemos a un montón de grupos muy diversos y muy serios.
La Xana se publica este viernes 17 en formato físico y plataformas digitales. Álvaro Suite y su banda lo presentarán en directo el próximo viernes 25 en la Sala Malandar.
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