Alhambra Monkey Week
Un festival como los de antes
Bronquio. Músico
En 2011, con 19 años, ya se subió a uno de los escenarios del Monkey Week en El Puerto de Santa María al frente de Gipsy Aliens, la banda de rock de garaje con la que luego se instaló en Barcelona a la búsqueda de oportunidades. No las encontró, pero con el grupo ya disuelto sí que halló algo inesperado. "Para mí la música electrónica siempre había estado ahí gracias a mis hermanos mayores, pero en Barcelona conocí muchísima más y descubrí un nuevo concepto de diversión. Y me puse a hacerla yo mismo", dice el jerezano Santiago Gonzalo, alias Bronquio, desde Sevilla, a donde llegó para formarse como técnico de sonido. Desde entonces, y aún sin disco físico, protagoniza un fulgurante despegue en el ámbito de la electrónica nacional basado en un sonido singular y contundente -trap, tecno y rap se funden en sus canciones con irreverente ánimo punk- y unos vídeos sorprendentes -rodados y montados por él mismo-. Colaborador en el próximo álbum de Kiko Veneno, esta noche participa en la primera velada de la nueva edición de Nocturama.
-¿Qué le hizo volver al sur?
-Estuve dos años en Barcelona, pero es una ciudad muy bestia. De vuelta en Jerez me sentía un poco perdido. En su día había empezado Comunicación Audiovisual, tenía mi grupo, era como si me encaminara a algún sitio, pero de repente volví a Jerez y era como "¿Qué hago ahora con mi vida?". A los pocos meses me vine a Sevilla a estudiar un ciclo de sonido. Ya entonces estaba haciendo un montón de cosas de música electrónica que iba subiendo a internet con diferentes nombres, pero que no llegaban a ninguna parte. Livia, una amiga de la infancia también de Jerez, estaba haciendo cosas muy bizarras como 41V1L. Un día quedé con ella y grabamos una canción, Cocowawa. Hicimos un vídeo y lo subimos a internet, sin esperar mayor repercusión. Y de repente, de todos los proyectos que había puesto en marcha, fue el que gustó. La gente lo empezó a compartir y aquí estoy.
-Saltó la liebre...
-Sí. Ya digo, no esperaba más repercusión que con cualquiera de las canciones anteriores. Estaba ya acostumbrado a mover mi música por sellos y que ni siquiera me contestaran a los e-mails. Así que esto fue "qué más da, lo subo sin esperar nada". Parece que cuanto más libremente haces algo, más natural y fluido sale.
-Originalmente viene de una escena, la del rock, donde todavía impera el concepto álbum, pero supongo que experimentar ese subidón vía YouTube cambia los esquemas...
-Como espectador y como creador me gusta la idea del álbum, pero si subo a Internet una canción y de repente descubro que tiene más repercusión que los discos que he hecho con mis antiguos grupos... Como consumidor de música no me pongo a escuchar un disco entero hasta que no hay un single que capta mi atención y que hace que vaya un poco más allá en esa propuesta. ¡Es que hay tanto!
-Junto al sello Happy Place Records, lo han convertido en estrategia: lanzan un sencillo digital por mes. Y ya van tres...
-Sí, ya ha salido el tercero, con dos canciones, Bodega Ultra y Semifucsia, las dos con 41V1L. Y claro que nos lo planteamos como estrategia. Lo de sacar un montón de canciones de golpe ha perdido el sentido. La gente, por mucho que le guste tu propuesta, con toda la marabunta de cosas nuevas, se olvida de ti con rapidez. Así que tienes que mantener la atención continuamente. Si de golpe sacas de diez canciones maravillosas, vas a durar en el escaparate lo mismo que si sacas sólo una. Si acaso, un poco más.
-En el fondo, y salvando las distancia, se asemeja a la vieja promoción en radios mediante sencillos…
-Sí, es un poco como volver a los 50 y los 60. Al principio, los álbumes no eran más que recopilaciones de singles. Y es lo que pasa ahora: sacas un disco sólo cuando ya tienes cierta posición. Es como una carta de presentación un poco más seria que igual te va a permitir ir a festivales algo más grandes o salir a otros países. "Oh, mira, tiene un disco".
-¿Nos lleva todo esto a la desaparición del concepto de álbum como obra completa? Y no me refiero a la idea de disco conceptual, sino a la de álbum como obra cerrada.
-Sería una lástima. Yo flipo con disfrutar un disco de principio a fin. Muchas veces escuchas una canción que te gusta mucho, pero, si no escuchas el disco completo, se te queda coja. Pero sí, eso se está perdiendo, quizás todavía más en la música electrónica.
-¿Y habrá álbum de Bronquio?
-Está planteado, pero por ahora como algo lejano. Como quien dice, acabo de empezar, todavía tengo que encontrar mi sitio.
-La escena de la ciudad, ahora mismo, es fantástica. Hay un montón de cosas. Me encantaría remezclar a Pony Bravo. Cuando empecé a escuchar música nacional un poco más en serio, fue uno de los grupos clave que me abrió la puerta a la música sevillana. Me siento orgulloso de formar parte de eso, antes como espectador y ahora como partícipe de una escena maravillosa.
-La nueva estrategia de sencillos digitales implica que cada canción cuente con su correspondiente videoclip. Lo curioso en su caso es que también es Bronquio quien los graba y monta...
-Sí, los grabo y los monto yo. Cuando hicimos Cocowawa empecé a contactar con gente para que nos grabaran el vídeo, pero, claro, hablábamos de presupuestos que no podíamos asumir. Así que decidí hacerlo yo mismo. No lo había hecho en la vida, pero me lo pasé genial. La verdad es que Livia llena la pantalla, la grabas sentada y ya tienes un videoclip. Me gustó la experiencia y me pareció que había salido un producto visual muy vinculado al sonido. Igual si lo hubiera hecho otra persona no irían las dos cosas tan en paralelo.
-Para ser obra de un principiante, el de Galgo es sorprendente en muchos sentidos…
-Fue todo muy loco. Me fui al campo con el amigo que sale, con el casco y unas telas verdes, que en realidad son cromas. Hacía un día muy bonito, con cielo despejado. Grabamos de día y de noche sin tener ni idea de qué iba a hacer con aquello. Pero quedó muy bien, sí.
-¿Ha recibido ya encargos de otros grupos para dirigir sus videoclips?
-Pues sí, me lo han pedido varios, aunque por cuestión de tiempo sólo he hecho uno, el de Boyanka Kostova, que es el grupo de trap en gallego que tiene Manuel, de Esteban y Manuel. Al final, además de con la música, igual me sale trabajo como director de videoclips.
-El segundo sencillo, Niño, se retrasó un poco. ¿Tuvo algo que ver el utilizar un sample de Un cuento para mi niño, de Lole y Manuel?
-Fue una cuestión que se planteó internamente, con la gente del sello, no trascendió más allá. Que yo sepa, en España el único problema en ese sentido fue cuando Los Chikos del Maíz samplearon a Café Quijano, aunque pienso que aquello fue político más que otra cosa: Café Quijano hacen canciones con Taburete y Los Chikos del Maíz no son de derechas, precisamente. Los del sello no estaban muy seguros de que esto no pudiera acarrear algún problema. Pero incluso más que el sample, la cuestión era el vídeo. Cogí imágenes de Flamenco, la película de Carlos Saura, también de Sevillanas, con la idea de hacer un collage. Paco Lamato, de Happy Place, trabaja en producción audiovisual y está muy al tanto del tema de derechos de autor y de imagen. Así que al final cambié el vídeo usando imágenes grabadas por mí y otras libres de derechos, pero la canción perdía todo el sentido si quitaba el sample de Lole. Por ahora la familia no ha dicho nada. Si lo hace, será bueno, señal de que ha llegado lejos. Ya quedaremos con un café y hablaremos. Pero no creo que hagamos negocio: no soy ni El Rubius ni Childish Gambino. No creo que los beneficios por visualizaciones den para más que ir a merendar.
Bronquio actúa esta noche junto a Marina Gallardo en Nocturama. En los jardines del Casino de la Exposición de Sevilla a partir de las 21:30. Las entradas cuestan 10 euros.
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