El tito Fernando
Fernando Rodríguez Villalobos
El eterno presidente de la Diputación Provincial trata de contentar a todos sus compañeros de partido con los contratos. Regala aceites y mantecados. Dejó tirado a Pepe Caballos y después a Viera
EL Máster de Habilidad tiene un profesor fijo en plantilla que hasta se había quedado sin traje en esta Sastrería tan necesitada de trabajo. Porque ya me dirán quién se encarga un terno para el Domingo de Ramos con las expectativas de fiesta que tiene la ciudad, que a ver si nos dejan disfrutar de la Velá de Santa Ana en el mejor de los casos. El máster hace tiempo que tiene en plantilla a un socialista que navega como el corcho, que tiene rostro de manifestante de izquierdas en la Transición junto a Bernardo Bueno y otros barbudos de la época felizmente entre nosotros.
Fernando Rodríguez Villalobos (La Roda de Andalucía, 1952) es el presidente de la Diputación Provincial y del PSOE de Sevilla. Pero de verdad, de verdad, es uno de los mejores navegadores (que no navegantes) que se han avistado en Sevilla desde la reinstauración de la democracia. Primer se apoyó en Caballos, después en Viera y por último en Susana Díaz. ¡De oca a oca y tiro porque me toca, don Fernando! Villalobos ha sobrevivido a varios secretarios generales y a la recurrente polémica sobre la desaparición de las diputaciones provinciales, que hay que ver lo malamente que lo pasa don Fernando cada vez que el asunto sale en un debate electoral. ¡Menudos respingos da en el sillón! Dicen que Villalobos pasa en el coche oficial por el antiguo cuartel de la Puerta de la Carne y se le ilumina el dedo índice: “Mi caaaasaaaaa”.
Presidir la Diputación Provincial de Sevilla, una de las más ricas de España, es como trabajar de alto cargo en la Cruzcampo. Un éxito seguro de arraigo social. ¿Qué agradece más la gente que barriles y tiradores de pescuezo, mostradores de cortesía para las velás, servilleteros y abanicos? Pues Villalobos reparte contratos y así tiene a la gente cogida por... la fidelidad. Este socialista es el dueño del mayor pastel que tiene un PSOE decaído en Andalucía.
Tiene perfectamente organizada la provincia a través de la Diputación y sus sociedades. Tiene su ambición colmada, lo cual es una gran ventaja. No aspira más que a ser lo que es hoy y lo que lleva siendo desde el año 2004.
Es uno de esos socialistas de antaño que tiene un claro perfil sociológicamente conservador. Si puede no se lleva mal con nadie. No es agrio en el trato. Nunca suele ser desagradable. Tiene una forma de hablar llana. En un debate sobre el pantano de Melonares se permitió una de sus licencias: “Si no llueve traeremos el agua a buches”. Aquel día se pudo haber continuado el Pleno en la barra del bar.
Hombre de costumbres fijas. Desayuno en El Pasaje, que era mejor antes de la reforma, y cliente nocturno del Sevilla Bahía.
Conoció a Susana Díaz en los tiempos en que ella hacía de turronera dando mítines por la provincia. Villalobos es el “tito Fernando” para la trianera. ¡Cuánto se deben mutuamente! Ella lo sostenía a él desde San Telmo y ahora él la sostiene a ella de momentodesde la Diputación. El tito Fernando todavía no le ha fallado a La Que Mandaba en el PSOE.
La visita al presidente Villalobos tiene mucho de ambiente vaticano, con varias salas previas antes de llegar a ese despacho principal con vistas privilegiadas. De los pocos que lo sacaron de sus casillas en un pleno fue el ex diputado provincial de Podemos de cuyo nombre quiere acordarse. Si los plenos se alargan, el presidente se excusa unos minutos con su habitual estilo sencillo: “La próstata no me permite más tiempo”. Y como el quiosquero que abandona el puesto un segundo coloca el cartel: “Ahora vuelvo”. Yregresa siempre al puesto que tiene allí, en su eterna Presidencia de la Diputación.
Lleva mal los enfrentamientos y las polémicas, sobre todo si son con compañeros de partido. Se siente incómodo si ha de abandonar el tono coloquial. Villalobos controla por encima de todo la siempre compleja Sierra Sur. Las actas de diputados provinciales las tiene repartidas por una suerte de turnismo para contentar a todas las corrientes. Es un maestro a la hora de contentar los distintos territorios. Un poner. Sevilla Activa es activísima para el PSOE. Los sueldos de la Diputación son el mejor instrumento para tener al personal controlado.
La vida es...
La vida es emocionarse con facilidad. Frecuentar el Mara, donde coincide con gente del PP. La vida es regalar aceite de oliva y mantecados en Navidad. Es un gran promotor del aceite de la provincia. La vida son recuerdos de la Alcaldía de la La Roda. Después ha acabado de concejal por Castilleja de la Cuesta para garantizarse un buen resultado. Lógico. No se puede ser presidente de la Diputación siendo oposición en tu pueblo, donde ahora gobiernan nada menos que el PP e IU. La vida son cafés en casa de Susana, donde ejerce ese tono paternalista del que hace gala con casi todo el mundo. La vida son monólogos en los plenos de la Diputación. Siempre le gusta pronunciar un discursito final. La vida es la lealtad de Paco Joya, su jefe de gabinete, que naturalmente es de la Sierra Sur. Y la vida es soltar una perla genial cuando comenzó tomar decisiones el Gobierno de Aznar: “La derecha ha entrado como un elefante en una chatarrería”. Aceptamos chatarra como cacharro, ¿no?.
A pesar de su sentido campechano, la carrera política de Villalobos está marcada por enfrentamientos. Con Francisco Toscano, alcalde de Dos Hermanas, tuvo uno muy sonado en una ejecutiva en la que se acusaron de cosas personales. Villalobos ha tenido que orillar a gente del partido para guardar los difíciles equilibrios entre susanistas y sanchistas. Y también porque no le gusta que nadie le haga sombra.
Sí, hubo un tiempo largo en que el tito Fernando fue caballista, de Pepe Caballos, con el que labró una estrecha relación desde los tiempos del servicio militar. Pero en el congreso del PSOE andaluz en Granada de 2008 se cambió de bando y se fue con José Antonio Viera. Aquello ocurrió sobre las once de la noche. Caballos montó en cólera y en el rostro de Villalobos afloraron lágrimas. Caballos vio timorato a Villalobos, paso previo a considerarlo un traidor. Allí mismo se quería decidir el candidato rival de Viera en el congreso del PSOE de Sevilla. Villallobos se puso al lado de Viera, lo que suponía ponerle la Sierra Sur a su favor. Gracias a Villalobos, Caballos perdió el congreso. Después, como ya es sabido, Villalobos abandonó a Viera para abrazar la fe susanista. Hasta hoy. Sus enemigos dicen que el de La Roda “apuñala muy bien”.
Desde entonces se consolidó como el corcho del socialismo sevillano. El hombre que dirige un auténtico cementerio de elefantes del PSOE en un edificio de estética ministerial.
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