El sevillano que ama la Galia
Ramón Contreras
Ramón Contreras fue presidente de la Cámara de Conmercio. Tiene una de las mejores bodegas particulares de la ciudad y dicen que contactos muy fluidos hasta con espías...
Sevilla/Hay una generación de sevillanos que conoció la Feria en el Prado y que no se sorprendieron cuando la obra de construcción del tranvía levantó el suelo y apareció aquel albero de los años setenta. Gente que ha disfrutado del flamenco de verdad en la Feria, con Lola Flores, Chiquetete... No los conjuntitos o el flamenquito. Gente que tuvo la caseta en aquel Prado recoleto y que la sigue teniendo, con el mismo nombre, en el real de Los Remedios. Ocurre con Ramón Contreras Ramos y la caseta familiar Los cortijeros de la calle Pascual Márquez.
El apellido Contreras está ligado al Grupo Azvi, una empresa centenaria que la gran mayoría asocia a esos carteles de enorme tamaño que se colocan en casi todas las grandes obras de infraestructuras. Ramón es el mayor de siete hermanos varones. El que presidió la Cámara de Comercio de 1998 a 2006, el que demandaba siempre con un lenguaje sencillo que los políticos hablaran más con los empresarios, no paralizaran las obras por la aparición de “cuatro piedras” y que el alcalde de turno no fuera un rehén de grupos municipales de vocación minoritaria.
Dicen que Ramón es el que tiene un punto más bucólico de todos los Contreras. Será por su honda vinculación con Francia, que viene de su etapa de estudiante y que no ha hecho más que ganar en intensidad con el paso de los años.
Este Contreras es un gastrónomo reconocido del que se dice que tiene una de las mejores bodegas particulares de la ciudad. Cuentan que tiene toda una nave perfectamente climatizada para mantener sus vinos y que una de sus pasiones son los quesos y los fuagrás que se trae periódicamente de la Galia. Algunos presumen de haber probado los caldos y las viandas en un almuerzo que Ramón suele convocar en septiembre, una reunión conocida como La Peña, para dar cuenta de las nuevas mercancías adquiridas en su particular verano francés. ¡Cómo le gusta a don Ramón perderse por Francia! Esas comidas tras el verano se convocan a las dos, comienzan a las tres y generan tales tertulias que pueden acabar algunos años a las nueve. La gran originalidad es que son a base de vino, queso y el exquisito fuagrás. Los vinos nunca son caros, pero nunca malos. Este sevillano es un sibarita que huye de las ostentaciones.
Su segunda gran afición son las manualidades. Es un manitas, le encanta el bricolaje. Quien tiene un amigo que le invita a vino y queso de altas calidades y que es capaz de clavarle un espiche o de hacerle una reparación doméstica, realmente no sabe lo que tiene. Este perfil de amigo sólo puede ser superado por el de quien te ayuda en una mudanza. Lo demás no son amigos sino compañeros de viaje.
Es curioso cómo en esos almuerzos de finales de verano suelen participar muchos altos cargos del Ejército, la Guardia Civil y las policías Nacional y Local. Ramón Contreras cultiva con especial mimo sus relaciones con los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado. Se dice que es de los sevillanos que más espías conoce después del ex senador socialista Curro Rodríguez, que conoce unos pocos.
Hay quienes atribuyen la afición de Contreras por todo lo relacionado con la seguridad al asesinato del presidente de la patronal sevillana, Rafael Padura, ocurrido en septiembre de 1984. Aquel crimen, que sigue siendo hoy recordado por muchos sevillanos, conmocionó a toda la ciudad y dejó muy afectada anímicamente a la clase dirigente empresarial. Muchos empresarios recibieron anónimos y amenazas explícitas. Fueron tiempos difíciles donde emergió una tremenda preocupación por la seguridad que duró muchísimos años y que, al menos, dejó el fruto de ciertas amistades personales.
La gran virtud profesional de Ramón Contreras siempre ha sido la capacidad para ejercer la representación institucional exterior de la compañía, sobre todo ante las administraciones públicas, una habilidad que le vino como anillo al dedo en sus tiempos de presidente de la Cámara de Comercio, donde le tocó emplear la mano izquierda en la búsqueda de concordias. De Contreras se dice que hubo mucha gente que quiso discutir con él cuando estaba en la institución cameral, pero con la que él se negó a tener cualquier tipo de pleitos. Dos no se pelean... si un Contreras no quiere.
La vida es...
La vida es llevarse bien, negociar y tener vocación de entendimiento con todos. Todo el mundo reconoce su talante apaciguador. Como dirigente empresarial ha sido coetáneo del Lele Colunga. Uno presidía la CEA y el otro la Cámara de Comercio. Eran los tiempos en que Colunga y Gallego (Miguel) celebraban juntos la onomástica. La vida es fundar un negocio de muebles de alta calidad, denominado Gucón, con sede en la avenida República Argentina, donde muchos sevillanos se dejaron sus primeras pesetas en maderas de caoba, cuando quedaba lejos en el tiempo, lejísimos, la invasión del minimalismo sueco que ha terminado por orillar muchas de las firmas tradicionales del sector. De Gucón, por cierto, salieron las maderas que embellecían la antesala del despacho de la Alcaldía de Sevilla.
La vida es sentido del humor. Luis Miguel Martín Rubio, en su final de mandato como teniente de alcalde de Seguridad Ciudadana allá por 1999, le pedía no sin cierta guasa que le ayudara a salir del puesto de una vez. El PP ganó las elecciones, pero no gobernó. El ejecutivo local cambió al completo. “Se me ha ido la mano, Luismi, se me ha ido la mano. Te quería ayudar a salir del puesto y he acabado con todo un cambio de gobierno”, le dijo Contreras. Ramón no es taurino, ni futbolero, ni cofradiero. Dicen que es el menos típico de los Contreras. La vida es sonreír cuando no está de acuerdo con el interlocutor. ¿Para qué decir que no, discutir o meterse en polémicas estériles? Se oye los planteamientos ajenos, se sonríe y ya se tomará la decisión oportuna si es que hay que tomar alguna.
Quienes lo conocen desde hace años tienen claro que se trata de un liberal que tiene un concepto de las relaciones institucionales con un fino sentido empresarial. Su especialidad ha sido siempre más la interlocución que las competencias ejecutivas, más el papel de embajador que la gestión directa del día a día de una compañía. Quizás por eso recibió en 2007 la Medalla de Andalucía. El mayor de los Contreras recogiendo tan alta distinción no dejaba de ser un reconocimiento a toda la saga. Ramón es visto como un ciudadano austero y correcto en el vestir que cultiva con criterio ciertos gustos que pueden parecer caros y de los que, en cualquier caso, no hace ostentación. La vida es disfrutar hoy del paso de las horas desde posiciones más tranquilas, con menos ajetreo que el que generan esos cargos anteriores, y siempre, siempre, con el corazón en su amada Francia.
Cuando Azvi afrontó la obra de construcción del tranvía de Sevilla, el denominado Metrocentro, se estudiaron los distintos estratos del suelo a lo largo de un tramo de 1,7 kilómetros. Muchos recordarán las ánforas que aparecieron en la Puerta de Jerez. En el Prado, ya lo decíamos, estaba perfectamente localizada esa capa amarilla que delataba el pasado ferial del subsuelo. Allí estuvo la Feria hasta 1973. Sobre ese albero ya había estado alzada la caseta Los Cortijeros con muchos de los Contreras en su interior. Ramón ya andaba por allí. Y Francia estaba en su sitio.
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