El mordisco a la manzana
Elías Bendodo
Elías Bendodo, consejero de la Presidencia de la Junta, es el brazo ejecutor del presidente Moreno. Se ha aprovechado de la bisoñez de los chicos de Cs para ser también portavoz del Gobierno. Narciso, hiperactivo y controlador del aparato
Sevilla/NERÓN tocaba la lira. Alejandro Magno le debe mucho a su caballo Bucéfalo, tal vez el equino más famoso de la antigüedad. Queipo de Llano se retrató con el micrófono de Radio Sevilla en lugar de hacerlo con el sable de gala. Franco tenía en el dormitorio del Pardo el brazo incorrupto de Santa Teresa. Felipe hizo famosa la bodeguilla de la Moncloa. Pepote Rodríguez de la Borbolla, su motocicleta de alta cilindrada. Aznar, la libreta azul. Alfonso Guerra el mystere. Y Pedro Sánchez el falcon.
Todo gobernante que se precie tiene su símbolo. El de Moreno Bonilla está muy claro: el chaleco enguatado sin mangas de la marca Uniqlo (49,90 euros). ¿Pero cuál es el símbolo del hombre fuerte del morenismo en San Telmo? El consejero de Presidencia de la Junta de Andalucía, Elías Bendodo (Málaga, 1974), es el Zarrías del centro-derecha. El hombre que tiene colocada a media Málaga en los despachos de la Junta. Están los 100.000 hijos de San Luis y luego los cientos de malagueños colocado por este (San) Elías, un santo sin cofradía que ya tiene seguidores no por un tubo, sino por un espeto. Elías ha ido colocando a los suyos como las sardinas en la caña para ir formando el espetito, al rico espetito. Ñam, ñam.
Qué habilidad la de este Elías que pasea por las galerías bajas del palacio de San Telmo dando mordiscos a una manzana, como un Adán que le ofrece la fruta prohibida a los chicos de Ciudadanos, novatos ellos, para que la muerdan y le permitan también ser... portavoz del Gobierno. ¡Más poder para Elías! Este malagueño es el portavoz del PP andaluz y, además, del gobierno de coalición. ¡Lo nunca visto! Qué arte tiene este Elías, que le ha colado un gol a Juan Marín... por toda la escuadra. ¡Goooooooooool!
Elías muerde la manzana por San Telmo y va dando órdenes a su paso. Se acomoda en el sillón, se deja resbalar por el respaldo, mientras los demás están más rectos que Antonio Sanz. Elías mira la hora en su reloj de la marca Garmin y todos observan el pedazo de esfera, tamaño galleta XXL, que le sobresale de la muñeca. Elías es lo que hoy se llama un runner y que de toda la vida era un tío que se pega carreras por la mañana para estar en forma y quemar grasas. Entre tanta carrera con mallas ajustadas, tanta manzana y tanto reloj, se permite el lujo de usar los trajes ceñiditos. De narcicismo anda mejor despachado que un euro de calentitos en papelón de la Puerta de la Carne.
Sabe lo que es estar políticamente fuera de juego en las vísperas de las elecciones del 2 de diciembre. Bendodo estaba en la célebre fotografía de las pizzas, la que se hicieron Soraya Sáenz de Santamaría y sus principales colaboradores en las primarias de julio que convulsionaron al PP. Todos los comensales de aquella mesa generosa en carbohidratos estaban llamados a ser laminados. Pero el bajonazo del PSOE adaluz en las urnas dio pie a la triple alianza del centro-derecha. Elías resucitó. Pasó de la pizza grasienta a la cardiosaludable manzana. Pasó de estar confinado en la Diputación de Málaga a oír insistentemente la banda sonora de quien ostenta el poder:“¿Qué hay de lo mío?”.
Elías es el brazo ejecutor, el gobernante que impone y que representa el aparato, mientras Moreno es la cara amable. Dicen las malas lenguas, que haberlas haylas en la Andalucía imparable, que en la película del gobierno están perfectamente repartidos los papeles del bueno (Moreno), el feo (Marín) y el malo (Bendodo).
Dicen quienes bien lo conocen que el problema de Bendodo es que nunca se le termina de conocer. Es curioso que en toda su carrera política no ha salido de Málaga. Nunca ha sido diputado ni senador. Siempre concejal, pero con proyección, que para algo ha sido presidente de la Diputación de Málaga. Y controlando el PP provincial desde que Javié (Arenas) lo señaló con el dedo para el cargo y ordenó que los avales fueran para Bendodo y no para el otro aspirante. Elías no destaca especialmente en los mítines ni en el trato con los afiliados, sino en el control interno del partido, en la destreza al manejar el timón de la nave, en la habilidad para inspirar ese poquito de temor que es necesario para que el personal respete al aparato. Es el contrapeso perfecto de la cara amable del presidente Moreno. La verdad es que Moreno tiene las mismas ideas que Bendodo, pero el de la manzana –nunca se olvide– es capaz de ejecutar una decisión, llega hasta el final en una operación, no suele protagonizar movimientos ni salidas en falso.
La vida es un despacho en la planta baja del Palacio de San Telmo desde el que Elías hace y deshace, fiel a ese papel de hombre duro de la película que le otorgan en ese largometraje que pretende rodar el gobierno de centro-derecha. La vida es ilusión por ser alcalde de Málaga, pero Francisco de la Torre es un Induráin que nunca se cansa, mientras Bendodo se revela como un Claudio Chiappucci siempre a su rueda en el particular puerto de montaña de la vida municipal.
La vida es...
La vida es correr todos los días bien temprano y sentir cierta felicidad cuando se cierra instintivamente el botón de la chaqueta antes de hablar en público y la americana queda... sencillamente perfecta. ¡Nada que ver con las camisas una mijita grandes del vicepresidente Marín! La vida es estar en el bando perdedor de las primarias, pero acabar corriendo a la vera del Guadalquivir con Teodoro García Egea, el secretario general del PP que estaba en el bando ganador de Pablo Casado. La vida es disfrutar de un buen habano en ocasiones especiales, sobre todo si es de la marca Juan López. Y de las corbatas de Scalpers. La vida es no haber pisado la Feria de Sevilla. Es el típico hiperactivo que está consagrado al trabajo, una cualidad que sufren sus principales colaboradores. Dicen que la mejor muestra de su inteligencia es que encaja bien las críticas, cosa infrecuente en los políticos.
Tiene un sevillano dentro
Elías es de los que hablan en una reunión y sientan cátedra. Tiene un punto avasallador. Puede ser cortante cuando se siente muy seguro en un asunto. Bendodo le tiene cierto respeto a Sevilla, quizás un poco más de lo recomendable, tal vez porque le imponga el paisaje urbano que admira por la ventana del hotel de Torre Sevilla, en una de esas habitaciones de oferta de última hora que el partido le consigue para pasar la noche en la capital de Andalucía. Cuentan que el día que conozca las denominadas “sevillanas maneras” no las soltará porque, aunque él no sea consciente, tiene mucho más de sevillano que de malagueño.
Es desconfiado, sobre todo con ciertos periodistas. Tiene perfectamente localizados a los alcaldes del PP de la provincia de Málaga que no le han sido fieles. Se le nota por el colmillito que está criado en las Nuevas Generaciones. Ha tenido siempre muy clara su ambición, la referida Alcaldía de Málaga, pero no tuvo más remedio que morder la inesperada manzana de San Telmo. Y tuvo que cambiar de paraíso... Por ahora.
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