La lista negra de Juan Marín, aspirante a barón en Ciudadanos

Política

El vicepresidente de la Junta entra en lucha descarada con Fran Hervías, secretario de Organización de la gestora de la que el sanluqueño se ha quedado fuera. Marín quiere cesar a Marta Escrivá, fusionar consejerías y orillar a todo el que pueda hacerle sombra en unas primarias andaluzas

Juan Marín y Fran Hervías
Juan Marín y Fran Hervías / D. S.

Sevilla/JUAN Marín quiere ser aristócrata en el seno de Ciudadanos. Su sueño es ser el barón andaluz de una naranja en descomposición desde la última noche electoral, cuando él no solo no se puso triste por la debacle, sino que se interesó por pedir unas pizzas mientras retransmitían el derbi sevillano por televisión. Con el núcleo central hundido, Marín considera que es la hora de las baronías. El hundimiento del partido le pilla bien colocado: vicepresidente de la Junta y consejero de varias áreas que, en el fondo, le interesan poco o nada.

De proclamar que su vida política estaba satisfecha con la vicepresidencia de la Junta, este simpático sanluqueño ha pasado a preparar el terreno de las próximas primarias en Andalucía. Tiene claro a quiénes debe debilitar u orillar hasta entonces. Todo lo que en el organigrama andaluz esté vinculado a Fran Hervías, secretario de Organización que mantiene su poder en la actual gestora, debe ser fulminado, por lo que Marín promueve el cese de la viceconsejera de Educación y Deporte, Marta Escrivá. Marín no le tiene el más mínimo aprecio porque Escrivá es, además, amiga personal de la esposa de Hervías, la ex diputada nacional Virginia Salmerón. Hervías ha recibido una campaña masiva de apoyo de los principales cargos del partido de toda España, lo que ha puesto de los nervios a Marín y a su por ahora corta pero fiel guardia pretoriana.

Otra de sus fobias en el partido en Andalucía es el alcalde de Granada, Luis Salvador, que en su día rechazó ser el candidato a la presidencia de la Junta, de ahí que el partido recurriera a Marín. Lo hizo más por descarte y necesidad que por convicción. Marín desprecia cualquier asunto relacionado con la gestión de la Alcaldía de Granada. No se debe olvidar que esta Alcaldía es la más importante que tiene el partido en toda España.

La relación de Marín no es especialmente boyante con el consejero de Educación y Deporte, Francisco Javier Imbroda, una apuesta personal y directa de Albert Rivera, quien ya es historia. El problema de Marín es que critica a miembros de su partido con gente delante y, claro, Imbroda ya sabe lo que el vicepresidente de la Junta dice de él y de su viceconsejera. A nadie escapa, por ejemplo, que María García Painé, delegada de Educación de Imbroda en Málaga, tiene el carnet del PP, cosa comentada en ciertos despachos de San Telmo. Se trata de detalles que revelan bisoñez política, falta de equipo o quién sabe...

Contra la consejera de Igualdad

A la que tiene más fobia es a la consejera de Igualdad, la onubense Rocío Ruiz. La considera una rival directa por el control del poder en Andalucía. Ruiz está bien vista en Madrid, donde se la considera un dique de contención de Vox y se le reconoce un perfil propio. Ruiz está al tanto de las maniobras de Marín para que ella aparezca las menos veces posibles en los medios.

Si de Marín depende, tampoco tendría un buen futuro el vicepresidente de la Diputación de Málaga, Juan Carlos Maldonado. Se trata de un dirigente con buen perfil político y respetado por la militancia, por lo que podría hacerle sombra al sanluqueño en esta nueva etapa en la que él quiere erigirse como el barón andaluz en una naranja caída.

Juan Marín
Juan Marín / Juan Carlos Muñoz

El vicepresidente de la Junta maquina una reestructuración del gobierno que suponga un impulso político a la marca de Ciudadanos en Andalucía y que, por supuesto, sea favorable a sus intereses. Tendría que hacerla en verano y , por supuesto, de acuerdo con el PP, socio del gobierno. Su idea es fusionar las Consejerías de Turismo y Deporte y la de Economía con Empleo. De la primera se haría cargo Francisco Javier Imbroda y de la segunda Rogelio Velasco.

La actual consejera de Empleo, Rocío Blanco, quedaría como viceconsejera. Todo el equipo de Marín considera que Blanco es más del PP que de Cs, y que le hace más caso a Bendodo que al propio Marín, pese a que oficialmente milita en el partido naranja. Marín sueña con el granadino José Antonio Funes como consejero de Educación, que serviría de contrapeso al temido Luis Salvador.

En la reunión que celebró el martes posterior a las elecciones con el grupo parlamentario andaluz, justo el día después de la dimisión de Albert Rivera, Marín no dudó en proclamar que él sería “el nuevo Villegas” y que tendría “mucho peso en el nuevo partido” porque es “amigo de Inés”. Apostó directamente por un modelo de baronías en esta nueva etapa del partido. Pero no todo han sido buenas noticias hasta ahora, porque el nombramiento de Guillermo Díaz como responsable de comunicación en la gestora le ha provocado enojo. Marín ha considerado a Guillermo siempre como un “friki” y, lógicamente, prefiere que todo pase por Celia Diaz, su jefa de prensa y mujer de Carlos Rodríguez Sierra, abogado de algunos de los condenados por los ERES y que Juan Marín colocó –con gran polémica mediática– como director de la Oficina Fiscal y Judicial de Andalucía. A la mínima que se mueva de hoy a marzo, los enemigos de Marín le van a sacar esta circunstancia para erosionar su imagen.

Por supuesto, Marín se precipitó al anunciar que estaría en la gestora, porque finalmente se quedó fuera. Sí está integrado, en cambio, el vicepresidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio Aguado. En este organismo hay tres andaluces: Guillermo Díaz, diputado por Málaga; Fran Hervías y José Manuel Villegas, quien ya ha dicho que se va tras el congreso de marzo. Los tres fueron designados miembros de la gestora con un apoyo del 91% de los consejeros generales.

Los apoyos de Marín

¿Quiénes son los incondicionales de Marín en su guerra por ganar peso específico en el partido más allá del que tiene institucionalmente por ser el número dos de la Junta de Andalucía? Lo apoyan Carlos Hernández, de Málaga; la presidenta del Parlamento, Marta Bosquets, con la que tiene muy buena relación; la diputada por Sevilla, Ana Llopis, y el diputado por Huelva, Julio Díaz. Ninguno de los cuatro citados tiene peso orgánico, he aquí el problema para Marín, que ha activado su presencia en los medios de comunicación de manera evidente, mientras su gran rival, Fran Hervías, alias El lobo, guarda un silencio sepulcral sin que se conozcan cuáles son sus planes tras el congreso de marzo.

Tal vez Marín peque de ambición y de falta de conocimiento de las estructuras de su propio partido cuando promueve un sistema de baronías para, en el fondo, salir él mismo fortalecido. Los cuchillos van a volar en todas las direcciones.

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