La jubilación del tabernero Moreno, mayoría absoluta permanente en la calle Gamazo
Noche de fiesta en el homenaje sorpresa al dueño de Casa Moreno, modelo de negocio auténtico
Sevilla/El antifaz hace al nazareno. Los monumentos, la trama urbana, los mercados y los bares hacen la ciudad. Algo se muere si la piqueta derriba una casa con solera o asistimos al persianazo final de un negocio que forma parte de nuestras vidas.
Qué noche la vivida en Triana el pasado jueves con motivo del homenaje sorpresa al dueño de Casa Moreno, Francisco Moreno, el de la tienda y taberna de la calle Gamazo, la de las estrecheces más cómodas que jamás se han gozado, la de las mesitas altas que jalonan el camino hasta llegar a la barra y el déjeme pasar un momentito que al fondo hay sitio, la de los versos, enseñanzas y verdades del barquero que Emilio Vara exhibe en las paredes, la de los estantes donde hace guardia el selecto laterío, las de fotografías de Semana Santa (ay, esa Macarena de Emilio Sáenz junto a la puerta del servicio) y pases de ensueño en la plaza de toros del Arenal, la de otra fotografía que recuerda a Juan Alberto Fernández Bañuls en compañía de Javier Rodríguez Barberán, el acudidero de políticos de todo signo, empresarios, artistas, periodistas, cofrades, escritores, empleados de banca con el tiempo justo para comer y, por supuesto, figurones empadronados en la muy cruel ciudad de Sevilla.
El tabernero Francisco Moreno Franco (Sevilla, 1957) se jubila el 5 de agosto. Un grupo de amigos y clientes han querido tributarle un homenaje en Mariscos Emilio al que hubo que llevarle engañado, que ya se sabe que ciertas mentiras piadosas son la antesala del gozo. En esa labor se afanaron su mujer, Carmen, y sus dos hijos. Por fortuna, Casa Moreno no cerrará por la jubilación de Francisco, conocido cariñosamente como Kisco o Quisco, pues la Academia todavía no se ha pronunciado sobre la grafía correcta. El dueño se jubila, Emilio permanece. El negocio seguirá vivo. La ciudad no perderá un establecimiento que lleva abierto desde 1947, cuando el padre de Francisco alquiló un local que después pasó a ser propiedad de la Francisco y Carmen. Diez años después del primer Moreno en el número 7 de Gamazo nació el segundo, en el dormitorio que hoy es almacén de latas. El Moreno que ahora se jubila nació en 1957 en… Moreno. Vio las primeras luces donde ha trabajado toda su vida.
Francisco aprendió de su padre las claves del negocio: calidad y limpieza. ¿Es brusco? Tanto como auténtico. Si hay algo impostado en Moreno son algunos clientes, como en cualquier sitio, que ya sabemos que las papas fritas no sólo se sirven en las barras. En Sevilla hay que emplear el lenguaje inclusivo cuando se habla de las papas fritas, que deben ser diferenciadas de los ‘papafritas’. Y de eso Moreno sabe latín… y griego.
Todo es autentico en la casa, como desde hace 75 años. No hay decorados artificiales, ni impostados, ni forzados. Nada es de diseño. Moreno es uno de esos negocios que hacen distinta la hostelería de Sevilla. Es la antítesis de la franquicia de quita y pon. Uno de esos establecimientos que la ciudad debería catalogar para proteger y preservar. Nunca debimos perder negocios como Uclés, el Britz, el Gran Café París, la Ferretería ‘Gran Bazar’ de Entrecárceles, el bar de José Yebra en Boteros, la zapatería Garach… Y tantos que van cayendo como cuentas del rosario.
El niño Francisco comenzó a trabajar en el negocio del padre a los 14 años, cosa muy habitual en la España de los años 60 y que hoy resulta inconcebible. Del colegio a la tienda y bar directamente. Hasta hoy. El padre murió. Moreno y su mujer, Carmen, una sevillana de Alcalá de Guadaíra, siguieron al frente del establecimiento ya sin la guía del fundador. Así han estado 32 años con todo tipo de historias, anécdotas y visitantes ilustres.
En Moreno te encontrabas a la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santa María, con María Pico; o al alcalde Zoido de charla improvisada con el arquitecto Vázquez Consuegra. Siempre ha habido políticos de todos los partidos y siempre han encontrado en Moreno sus particulares horas felices. La limitación de espacios genera ese ambiente de bulla feliz donde Monteseirín está con Marchena y los dos charlan con Iñaki Gabilondo, donde Carlos Herrera te saluda y le pide a Emilio que te ponga unas sardinas marinadas elaboradasCarlos Herrera en la provincia de Sevilla. Y muy cerca está el constructor Manuel Cabrera. Y al fondo un fijo a la hora del desayuno, Juan Antonio Romero. Donde ves a Ángels Barceló de tapas con Javier Aroca. O al maestro Peris con Carmen. Luis Carlos siempre dijo que Trifón, Becerra y Moreno eran un “agujero negro” del que resultaba imposible salir. ¿Y toreros? Todos han pasado por Moreno. Curro Romero, Emilio Muñoz, Espartaco, Paco Camino, El Viti, Paco Ojeda, Manolo Vázquez, Morante, Manzanares, Francisco Rivera Ordóñez… ¿Cuántos artistas y creativos han pasado por Moreno en tantos años? Los del Río, Ferrán Adriá, Teresa Berganza, Ainhoa Arteta, Imanol Arias, Miguel Induráin, Serrat, Mario Vargas Llosa, Andrés Trapiello, Antonio Muñoz Molina, Víctor Gómez Pin… El mundillo del fútbol y de las cofradías se puede decir que ha pasado al completo por Moreno. Está proclamado en la pared con la caligrafía exquisita de Emilio: “Cualquier manifestación artística, cultural o deportiva que haya en la ciudad repercute directamente en Casa Moreno a modo de epílogo”. Está claro que este Moreno es de mayoría absoluta.
El matrimonio de Francisco y Carmen ha estado ayudado casi todo el tiempo, y lo seguirá estando, por el genial Emilio, empleado fundamental para mantener en alto el estandarte de la casa. Un valor añadido en un negocio, insistimos, auténtico.
Hasta un libro de honor tiene la casa, pero sin pretensiones ni publicidades. De hecho la familia lo llama simplemente “libro de autógrafos”. Ha habido momentos duros, como es propio de toda existencia. Francisco enfermó, se asustó mucho, acudió al convento de las Hermanas de la Cruz y las religiosas le dejaron tumbarse unos instantes en la cama de la fundadora. Su devoción por Santa Ángela solo es comparable a la que profesa al Gran Poder. La vinculación con Jesús Despojado, la hermandad de Molviedro, es también muy sólida. Y por supuesto con el Ayuntamiento de Sevilla con independencia del partido político que haya gobernad o gobierne. ¡Cuántas veces han llegado a los Plenos las bolsas o cajas con los montaditos para los señores capitulares!
El padre de Francisco servía solamente tapas frías. Mucho jamón y lomito ibérico, pero nada en caliente. A finales de los años 40 no había otra costumbre. Fue su hijo quien innovó y creó una lista de montaditos y exquisiteces archiconocida. La tapa estrella bien puede ser el montadito de chorizo picante con cabrales, seguido del chicharrón de Cádiz con pringá con queso fundido y, por supuesto, la tortilla de diseño, que lleva queso fundido y un poquito de picante.
Y uno de los secretos mejor guardados de Moreno es el coraje que le ha dado siempre a su dueño tener que cortar mortadela boloñesa. Ahora ya se puede decir porque llega el período de la jubilación, que como indica la Etimología clásica viene de júbilo. Los romanos siempre tienen razón.
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