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La Giganta no funciona a pleno rendimiento. La última y única inspección a la que fue sometida (2012) ya diagnosticó un problema en el sistema de giro, tan sólo siete años después de una restauración que costó 600.000 euros de fondos públicos. Sorprendentemente no se han efectuado más revisiones. Doce años después de aquella revisión y casi veinte después de los minuciosos trabajos relizados por el Instituto Andaluz de Patrimonio (IAPH), no hace falta más que la observación para confirmar que el Giraldillo... gira poco. La restauración mereció el Premio Nacional que destaca los principales trabajos de recuperación del patrimonio histórico en España, pero el programa de mantenimiento no se ha seguido. El propio Cabildo Catedral de Sevilla, propietario del principal icono de la ciudad, reconoce los problemas de giro. Y la Consejería de Cultura de la Junta, de la que depende el IAPH, confirma que el Cabildo no ha efectuado las revisiones recomendadas cada dos años. Hay que recordar el intenso debate que se originó en la ciudad (e incluso fuera de ella) sobre la conveniencia o no de reponer la veleta original, pues el alminar estuvo coronado por una réplica durante los años que la veleta original de Morel estuvo en proceso de inspección y restauración, primero en la Azotea de las Azucenas y después en los talleres del instituto en la Cartuja.
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El Cabildo Catedral recuerda que realiza permanentemente un seguimiento y atención de todo el patrimonio cultural y artístico a su cargo, “un compromiso que se manifiesta en las restauraciones que se llevan a cabo”. El Cabildo siempre ha sido un ejemplo en la conservación de un templo que se costea muchos de sus proyectos de restauración gracias al turismo, pero es evidente que no ha sido el caso de la Giganta o, al menos, no ha sido suficiente.
“Al Giraldillo también se le realiza un seguimiento y se está estudiando su movimiento como veleta. Se ha comprobado que tiene ciertas dificultades para el movimiento con el viento. Si bien se constata que gira cuando el viento es moderado o fuerte, no parece hacerlo tanto cuando el viento es suave”. Por este motivo el órgano rector del templo metropolitano anuncia que en los próximos días instalará unos sensores en la figura de bronce para realizar un estudio más detallado. “Esperaremos los resultados”. Y anuncia una nueva intervención en la veleta: “No obstante, ya está prevista la restauración del Giraldillo en la fase sexta de la restauración de la Giralda, que comprende toda su parte renacentista. Estamos a la espera de concesión de los permisos pertinentes para acometer la proyectada fase quinta en 2025. Dependiendo de los resultados del estudio del movimiento del Giraldillo, si es necesario se adelantaría la restauración de nuestra emblemática veleta a la mencionada fase quinta de la restauración de la Giralda”.
¿Por qué no se siguieron las recomendaciones del IAPH en el programa de mantenimiento de la Giganta? En 2012 se realizó la referida única inspección que detectó el problema en el sistema de giro (que hay que presuponer que está peor tras el paso de doce años)y se instaba expresamente a realizar un desmontaje de la ojiva de giro –que ya mostraba un “corrosión significativa”– en un período de entre seis meses y un año. Se calificó el plazo de “razonable” y se instó a que en ningún caso pasara un año completo sin la intervención.
Es muy llamativo que los técnicos del IAPH explicaban cómo hacerlo: “En la intervención debería suspenderse el Giraldillo, desmontar la ojiva, limpiar, decapar y tratar el tetón y la propia ojiva y volver a montar el conjunto, habiendo antes inspeccionando las piezas para la detección de posibles agrietamientos”.
El dictamen de 2012 realizó varias recomendaciones, además de valorar positivamente la buena o excelente conservación de determinadas partes de la veleta. En primer lugar determinó que el estado de conservación del Giraldillo era bueno, “aunque se han observado ciertos puntos donde comienza a producirse corrosión”. Hizo mención a las capas de protección que, como cabía esperar, habían desaparecido de forma generalizada. “El estado de limpieza es aceptable, salvo bajo el vuelo de la capa. La estabilidad de las duelas internas, así como de los elementos auxiliares del conjunto (tinaja, peana, lábaro, palma, etc.) no sufren aparentemente deterioro. Y la estructura de acero inoxidable, salvo puntos localizados, se encuentra bien conservada”. La excepción a lo anterior lo constituyó, como ya se ha apuntado, el estado de la ojiva de giro, “que muestra una corrosión significativa, aparentemente superficial”. Por este motivo, se advirtió entonces:“Debe procederse a la operación de limpieza periódica y reprotección que generalmente se estipula por la comunidad científica en periodos de dos años y aquí se ha prolongado ya por más de seis”. Es decir, a la primera inspección ya se llegó demasiado tarde.
El dictamen recomendó el desmontaje de la ojiva en las condiciones ya expuestas. Y planteó el “control de las medidas de conservación preventiva: valores medioambientales, temperatura, humedad relativa, interna y externa de la escultura y tinaja”.
El presupuesto de las intervenciones planteadas tras la revisión de 2012 se actualizó en 2107 y quedó fijado entonces en 52.000 euros sin contar con los gastos del andamio necesario. Se tuvo el diagnóstico y el presupuesto, pero el Cabildo no siguió el dictamen, como confirma la Consejería de Cultura.
El IAPH llevó a cabo entre 1999 y 2005 el proyecto de investigación e intervención de la figura de bronce que culminó con su reposición sobre la torre de la Giralda en julio de 2005. La Giralda estuvo rematada desde enero de 1999 a junio de 2005 por una réplica, realizada por el escultor José Antonio Jiménez, que ahora se exhibe en el atrio de la Puerta del Príncipe de la Catedral, donde no le hace competencia visual al original. El Giraldillo de Morel fue repuesto en julio de 2005. A partir de entonces, en una primera etapa, fue controlado al minuto por un equipo de control remoto instalado en la misma torre. Funcionaba muy bien como veleta, resistiendo fuertes vientos y tormentas. Ese puesto de control hace años que no está operativo.
La primera inspección visual realizada en enero de 2012 por el propio equipo de la Catedral confirmó que al Giraldillo no le faltaba ninguna pieza y seguía teniendo movilidad. Sí se apreciaba, en cambio, que dos de los cuatro pararrayos resultaron dañados en una tormenta, por lo que fueron reparados. Se instaló también un contador de rayos dentro de la cúpula para obtener información más precisa al respecto.
La restauración del Giraldillo costó 600.000 euros y fue reconocida en 2006 al recibir sus responsables el Premio Nacional de Restauración del Ministerio de Cultura. Nadie quiso hablar oficialmente de este primer y único informe sobre el estado de conservación de la Giganta. La mala coyuntura económica (la crisis comenzó en 2008) no invitaba, precisamente, a afrontar una intervención de forma urgente, pero el dictamen de los técnicos instaba a hacerlo. Está comprobado que el Giraldillo, como la misma Catedral, requiere de inspecciones periódicas.
Todo lo concerniente a la intervención del Giraldillo fue especialmente sonado, como era previsible en una veleta que es símbolo de la ciudad. Desde la bajada a la Azotea de las Azucenas un Martes de Feria de 1997 sin conocimiento de los medios de comunicación hasta el debate sobre la idoneidad de dejar la copia rematando el alminar o apostar por la restitución del original.
Fue una película de ocho años, de los que seis se invirtieron en el estudio e intervención propiamente dichos. El Cabildo llegó a barajar en un principio restaurar la Giganta en el mismo alminar, aprovechando que estaba tendida en la Azotea de las Azucenas. El órgano rector del templo aludió entonces en una curiosa comparación a que al papa Pablo VI se le preparó un quirófano en el mismo Vaticano.
Una comisión de expertos en diversas disciplinas asesoró la restauración practicada finalmente en los talleres del IAPH en la Isla de la Cartuja, adonde el Giraldillo fue llevado en un camión escoltado por agentes de la Policía Local. Pero antes de su traslado, el original y la copia fueron exhibidos a pie de tierra en una exposición titulada La mirada del otro en la Plaza del Triunfo. Los visitantes pudieron comprobar el desgaste del bronce de la Giganta tras más de 400 años en las alturas frente al brillo de la copia. Durante muchos meses, el debate sobre la restitución o no el Giraldillo original estuvo muy vivo.
La intervención fue sufragada por la Junta de Andalucía. La restauración permitió recomponer el mecanismo interno que hace posible que la escultura funcione como veleta, justo donde se apreció en 2012 una oxidación que no se ha atajado y que frena el movimiento de la veleta, como ya es palmario desde la superficie.
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