Las doce uvas de Sevilla: del éxito de la Magna a los errores de las ocurrencias
La Caja Negra
La ciudad supera con sobresaliente la cita del 8 de diciembre, pero se ve envuelta en polémicas por los resbalones y rectificaciones del gobierno
El año acaba con un gran éxito de organización como fue la Magna del pasado 8 de diciembre, un acontecimiento de ciudad más allá del estricto ámbito cofradiero. También finaliza con las mismas dudas de los últimos años sobre proyectos pendientes. Y con la percepción de que el gobierno local no termina de enderezar el rumbo al estar lastrado por continuos cambios de criterio y por un goteo de dimisiones que, sumado a su condición de ejecutivo en minoría, no generan precisamente una imagen de cohesión y de fortaleza.
1. Hacen falta más acciones de gobierno. La creación de un cuerpo de serenos (denominados agentes cívicos en el argot técnico) fue una muy buena decisión para abrir el mandato. Los gobiernos de las ciudades deben esforzarse en dejar una ciudad mejor de la que encontraron. Y apostar por los serenos cumple ese objetivo. Comenzaron a hacer rondas por el centro de la ciudad con una gran aceptación entre los sevillanos y turistas. Hasta los telediarios nacionales se hicieron eco de su presencia. Pronto se anunció su extensión a otras zonas de la ciudad. Pero han desaparecido al formar parte de un plan de empleo de solo nueve meses de duración. El Ayuntamiento tiene que gestionar ahora su continuidad en 2025. De momento hemos perdido la presencia de una veintena de serenos que con sus chalecos reflectantes han contribuido a aumentar la percepción de seguridad. De nuevo nos topamos con la burocracia y con esa sensación de que en Sevilla toda medida positiva cuesta un esfuerzo especial. ¿No se podía haber previsto una solución para no interrumpir la vigencia de una apuesta loable? Se precisan más decisiones e iniciativas de este tipo que sirvan para mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos. Pero haber dejado decaer el programa genera una sensación, cuando menos, de falta de previsión. Otra acción positiva ha sido la de cobrar un euro por las reservas de localidades para el espectáculo navideño del río en estas fiestas, como lo fue en su día la retirada de los 55.000 euros de fondos públicos para subvencionar una fiesta de Halloween en 2023.
2. La ampliación del tranvía hasta Luis de Morales. Ha sido el principal logro del año en materia de infraestructuras. Y se corresponde con un medio de transporte inaugurado por Monteseirín en 2007 y ampliado por Juan Espadas hasta Nervión. El denominado Metrocentro ha tenido que ser asumido por los dos gobiernos del PP (Zoido y Sanz) porque no ha quedado más remedio. El balance en infraestructuras es muy pobre. Los sucesivos presupuestos públicos, tanto del Gobierno de España como de la Junta, llevan años de cicatería con la capital andaluza. Somos cada vez un lugar más agradable para que los madrileños vengan de fiesta con tres compañías de alta velocidad entre las que elegir. Es el tren de alta velocidad la red de transporte que más crece en cantidad, porque la calidad es un asunto distinto. Y el taxi muestra cada día tal cantidad de deficiencias que no extraña que las compañías de VTC se hayan consolidado. Respecto al aeropuerto baste un dato: en San Pablo solo operan compañías de bajo coste. En este contexto tal vez se entienda que la SE-40 salve el río mediante un puente en lugar del túnel proyectado en un principio. Mientras tanto continúa la tramitación de la obra de la segunda línea de Metro, la número 3. Constará de 8,9 kilómetros para comunicar Pino Montano con el Prado de San Sebastián, donde conectará con la Línea 1. Su trazado incluye el paso por cuatro centros sanitarios: el Hospital de San Lázaro, el hospital Universitario Virgen Macarena, el Victoria Eugenia de la Cruz Roja y el centro de especialidades de María Auxiliadora.
3. El gran éxito del año. La gran procesión de clausura del II Congreso de Hermandades y Piedad Popular era mucho más que una cuestión de cofradías. Estaba en juego la imagen de la ciudad, la capacidad de organización de grandes acontecimientos y la convivencia entre miles de sevillanos y visitantes. Casi todo era nuevo y con las cámaras de la televisión pública andaluza en directo. No son tiempos buenos para las procesiones, por los cinco malos precedentes ocurridos con la Madrugada de Semana Santa y por la era de los excesos que nos ha correspondido vivir. Se exigió tensión a un gobierno municipal que no se pudo estrenar con una Semana Santa al completo por culpa de la lluvia y hay que reconocer que la guardia estuvo bien alta. Se tomaron todas las medidas posibles para garantizar la seguridad, algunas incluso polémicas como la supresión de las terrazas de los bares. Otras de gran impacto como la colocación de un gran autobús de Tussam en la confluencia de la Avenida de Roma con el Paseo de las Delicias para evitar cualquier acceso rodado al Paseo de Colón. Se apostó por pintar líneas rojas en lugar de por las vallas para delimitar la zona de público en muchos tramos. Y salió bien. Los autobuses municipales funcionaron gratis para promocionar el transporte público. Sevilla estuvo a la altura y recuperó la confianza en el saber estar en la calle. Distinto es el debate sobre la idoneidad de la procesión y la saturación. La ciudad cumplió con sobresaliente. Y eso es mérito del gobierno, de su capacidad de entendimiento con otras administraciones y de todos cuantos salieron a las calles.
4. La limpieza de la vía pública. ¿Cree usted que Sevilla está más limpia, ve menos bolsas de basura en los rincones del centro, tiene la percepción de que Lipasam ha ganado en eficacia a lo largo de este año? En estos asuntos cada cual tiene su propia perspectiva. Incluso hay quienes consideran que los sevillanos nos hemos acostumbrado a los contenedores rebosantes de bolsas con residuos a plena luz del día. Funcionamos bien en los acontecimientos extraordinarios (una patrulla de Lipasam tras cada cortejo con pasos o al término de una concentración de hinchas de fútbol en una plaza) pero suspendemos en la gestión ordinaria. La promesa para 2025 implica el reconocimiento de que en el año que acaba se ha seguido sufriendo el problema del déficit de limpieza. El proyecto de presupuestos contempla una partida de 130 millones de euros para Lipasam con el objetivo de mejorar la limpieza con más plantilla y vehículos. Por eso Sanz garantiza que los ciudadanos percibirán una mejora en la limpieza viaria el próximo año.
5. Seguimos sin plan para el turismo masivo. Una ciudad que superará los tres millones de visitantes al año debería tener ya un plan integral de respuesta ante tan alta demanda. No somos Venecia, pero tampoco la Sevilla que sólo se llenaba en primavera. Alguien debería estar trabajando en ese plan que al menos se anticipe a determinados problemas que irán en aumento: la huida de los vecinos del centro, el uso de la vía pública, la convivencia entre vecinos y viajeros en bloques de viviendas, el tráfico peatonal, el uso de las bicis y patines en lugares de alta aglomeración, el paulatino cierre de comercios tradicionales, la modificación sustancial de usos sociales (colas en los bares, largas esperas en monumentos, grandes grupos de turistas que colapsan calles de lugares como Santa Cruz, etcétera). Hay expertos que defienden que estos planes sirven para poco a la hora de la verdad, pero al menos generan una sensación de que el gobierno se preocupa de problemas reales, se esfuerza por ir por delante, se preocupa del diseño de la ciudad a corto plazo. No es ninguna exageración afirmar que en la Gerencia de Urbanismo no paran de entrar proyectos para nuevos apartamentos turísticos. Es evidente que la Sevilla que se viene encima es una ciudad cada día más fuertemente condicionada por el fenómeno del turismo. Nada hay que haga presagiar una reducción.
6. El conformismo con el padrón. Sevilla sigue anclada en la cuarta plaza en cuanto a número de habitantes, estamos levemente por debajo de los 700.000 empadronados en la capital. Zaragoza es la quinta ciudad de España. Ahora mismo hay 687.488 empadronados en Sevilla capital. Sólo Madrid, Barcelona y Valencia están por delante de la capital andaluza, aunque Zaragoza, que ha fijado su número de habitantes en 686.986 ciudadanos, tiene solamente 500 empadronados menos. El caso es que Sevilla se ancla en índices de población de hace una década, no recupera los dos concejales perdidos en 2015 (cuando el Pleno pasó de 33 a 31 ediles) . Así lo estipula el artículo 179 de la Ley Orgánica del Régimen Electoral General, que dicta que se asignarán 25 concejales por hasta 100.000 habitantes y uno más por cada otros 100.000 o fracción, añadiendo uno más cuando el resultado final fuese par con el objetivo de garantizar la gobernabilidad de los municipios. Sevilla no perderá la condición de municipio de gran población en ningún caso, una categoría que se instauró en la Ley 57/2013, de 16 de diciembre, de Medidas para la Modernización del Gobierno Local. En esta normativa se define como grandes ciudades a los municipios con población superior a los 250.000 habitantes. Pero conviene apreciar que la tendencia a la baja se consolida. Y ahí entran en juego diversas causas: el problema de la vivienda, el coste menor de la vida en pueblos de la corona metropolitana, el mayor acceso a determinados servicios en pueblos de la provincia, la ventaja de un Aljarafe conectado por Metro con la capital, el descenso de ciudadanos extranjeros que retornaron a sus países con la crisis de 2008, etcétera. Sevilla tiene ahora los datos más bajos de población en la capital de los últimos 27 años.
7. El goteo de dimisiones. La salida de altos cargos y asesores es continua y ofrece una imagen de inestabilidad. En un período corto de tiempo se han marchado varios directivos, entre ellos un ex secretario general del PP como Andrés Parrado que estaba al frente de la dirección general de Educación, otro procedente del PP de Ayuso que fue presentado como fichaje estrella nada menos que para dirigir el gabinete del propio alcalde (Pablo Taylor), el gerente del área de Cultura (José Lucas Chaves) al que siguió otro directivo (Ruperto Merino) que tardó dos meses en dimitir. También se ha ido del Ayuntamiento José Fernández Lineros que estaba en la dirección general de Transformación Digital. Y ha salido el director del distrito San Pablo, Jesús Díaz, un personaje querido y reconocido por ser la mano derecha del prestigioso capataz Antonio Santiago. Gran estruendo ha provocado la dimisión de la catedrática Amparo Graciani como comisaria del centenario de la Exposición Iberoamericana de 1929. Se marchan de todos los niveles y ámbitos y con demasiada frecuencia. Pareciera que en el gobierno se topan con problemas desde los curtidos en el aparato del partido hasta los profesionales con prestigio fuera de la política. Y en el propio gobierno se aprecia con nitidez la pequeña curia que envuelve al alcalde frente al resto de ediles y cargos en un segundo plano directamente orillados.
8. La oposición tiene que despertar. Antonio Muñoz comenzó el año decidido a repetir como candidato a la Alcaldía, pero no ha encontrado el calor del aparato del partido hasta este diciembre, cuando Javier Fernández, secretario general de los socialistas sevillanos, ha despejado todas las dudas. Con el camino expedito, el ex alcalde tiene tres retos complejos: exhibir cierto colmillo como jefe de la oposición, ganar peso específico entre la propia militancia de su partido y sortear los efectos negativos de la marca Sánchez, circunstancia que ya le jugó muy en contra en las pasadas elecciones municipales dadas las características del voto urbano en contraste con el rural. Muñoz tendrá que hacerse notar mucho más mediante la labor de fiscalización de un gobierno en minoría. Vox tendrá que definir su papel tarde o temprano tras no conseguir entrar en el gobierno. ¿Hará de muleta de Sanz a la hora de aprobar los presupuestos? El alcalde puede usar una vez más la cuestión de confianza para sacar adelante las cuentas. Se da por seguro que el cuarto año no habrá presupuestos al ser electoral. Pero hasta entonces la oposición tiene también sus deberes. Y de momento no parece que, pese a todo, Sanz pueda perder la Alcaldía. El alcalde parece más incómodo por no tener mayoría absoluta que por el seguimiento que la oposición hace de su gestión.
9. El futuro inmediato del río. La próxima inauguración del atractivo proyecto Jardín de las Cigarreras en el espacio delantiguo aparcamiento P-3 de la Feria y la reurbanización de los terrenos de Altadis (donde irá un gran hotel y otros edificios para servicios públicos) supondrán una revitalización de esta margen del río. La ciudad ya vivió el boom de la conocida como ruta del colesterol, un paseo con cientos de usuarios cada día desde las instalaciones del Puerto hasta el Huevo de Colón. Todo indica que ahora será el turno de la orilla de Los Remedios, incluida la nueva estampa nocturna gracias a la estética del edificio principal del proyecto Jardín de las Cigarreras. Con el paso de los años pierde fuerza la idea de que Sevilla vive de espaldas al río. La empresa City Sightseeing que dirige Enrique Ybarra, conocida por los autobuses turísticos implantados en muchas ciudades del mundo, ultima los permisos para organizar paseos fluviales por el Guadalquivir, lo que aumentaría la oferta al respecto.
10. La letanía de proyectos pendientes... y sin novedad. Se marcha 2024 con una nueva iniciativa sobre el antiguo mercado de la Puerta de la Carne, edificio que lleva 25 años de abandono y deterioro. Tras varios proyectos fracasados, el Ayuntamiento anuncia que será la sede de Momo-Tech, un centro de interpretación industrial centrado en el sector del metal. Acaba el año y no trasciende nada sobre la ampliación del Museo de Bellas Artes, la necesidad de sombra en la Avenida de la Constitución, la conexión entre el aeropuerto y Santa Justa, la obra del nuevo distrito del Puerto de Sevilla, etcétera. O no empiezan, o lo hacen con parsimonia. Al menos se usa la antigua Fábrica de Artillería, aunque solo sea de forma muy parcial porque el edificio es una suerte de catedral gótica de la que la inmensa mayoría de sevillanos ignroa sus proporciones. Cada vez que se repasa la lista de grandes iniciativas pendientes de ejecución se reabre el debate sobre la mentalidad de los vecinos de Sevilla, tradicionalmente poco reivindicativos. El gran debate sobre la ciudad que ha movido las redes sociales no ha sido ninguno de los proyectos citados, sino la consulta sobre la duración de la Feria. O el exceso de procesiones. Pasa la vida, como decía la sevillana de Romero San Juan, y al final resulta que la primera y hasta ahora única línea de Metro nos ha costado casi 50 años si se tienen en cuenta las fechas de la aprobación de la primera ley y de la inauguración del servicio.
11. El gobierno de la improvisación. En demasiadas ocasiones el alcalde Sanz y su gobierno han anunciado una cosa y han rectificado al poco tiempo. Los ejemplos son tantos y tan variados que se proyecta una imagen poco sólida del ejecutivo local, abonado a las ocurrencias o sin un criterio definido. Es palmario que no hay un modelo de ciudad, quizás porque se no contaba con la opción de gobernar al primero intento. El gobierno ha dado marcha atrás con la fecha del festival de cine y con la ley seca y las vallas de Semana Santa, ha titubeado con el futuro de la dehesa de Tablada, con la duración de la Feria (pese a dos consultas populares ya) y con la medidas para prohibir los veladores el día de la Magna. La gestión ha sido claramente errónea con los albergues de San Jerónimo y el Polígono Sur, o con la reorganización del tráfico en Los Remedios con motivo de la obra de Altadis. En ocasiones el gobierno acierta cuando rectifica. Y hasta rectifica cuando no debe porque ha acertado. Pero el alcalde tiene una especial tendencia a regalar los oídos, una suerte de conato de populismo para evitar problemas en el corto plazo. Una política de serrucho. Ahora, sí. Ahora, no. Ahora... ya veremos. Los albergues, por ejemplo, pasaron a ser "centros de resiliencia" cuando estalló la polémica. La aplicación digital para los chivatazos sobre los veladores sin licencia supuso, amén de mensajes confusos como de costumbre, un enfrentamiento con la patronal de hostelería. Y todavía se recuerda la opinión tendente a cobrar una tasa por las salidas extraordinarias de las cofradías para desdecirse de ese planteamiento en menos de 24 horas. Todavía Sanz parece no ser consciente del tremendo eco que tiene un discurso cuando se pronuncia como alcalde de Sevilla. La mayor ocurrencia hasta ahora ha sido pretender cobrar por la visita a la Plaza de España cuando el Ayuntamiento, al margen de la idoneidad o no de la medida, solo controla una parte del monumento. Esto es, el alcalde vendió mercancía averiada.
12. La ciudad tiene que ser más habitable. La gran obra de la Plaza Nueva ha comenzado de tal forma que, dicho sea coloquialmente, los pintores han entrado antes que los albañiles. No se explica salvo que se pretenda dar una imagen de frenética actividad. La obra se ha iniciado con un presupuesto destinado a reparaciones de pavimentos en los barrios a la espera de que esté todo a punto para el gran proyecto de transformación urbanística. Para que la ciudad sea más habitable y no se cometan más disparates, sobre todo desde la Gerencia de Urbanismo, conviene no diseñar más espacios duros (como el perpetrado en el Paseo de Marqués del Contadero) y aplicar reformas en los que ya sufrimos, como en la plaza de Antinoo de Sevilla Este. Siga el gobierno este último ejemplo y hará una Sevilla más cómoda. Hay desaguisados como el de la Palmera que ya no tienen arreglo, la Cartuja tiene una tendencia clara a acoger más servicios que empresas de innovación y el centro es un parque temático consolidado, pero se pueden y se deben hacer espacios urbanos preparados para el calor. El ciudadano agradece los servicios de siempre: limpieza, transportes y seguridad. Quizás la gestión en estos campos no tenga el eco de grandes acontecimientos, pero cumplen el objetivo principal de un alcalde: hacer una ciudad en la que sea un gusto vivir no solo por el aval de la historia y la riqueza del patrimonio.
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