Las diez mejores versiones de Sevilla

La Caja Negra

Hay una lista generosa de edificios y momentos que ofrecen la mejor imagen de una ciudad aliada con la belleza en tiempos de decadencia, degradaciones y excesos

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Las mejores versiones de Sevilla.
Las mejores versiones de Sevilla.

La ciudad tiene momentos, pasajes y personajes que ofrecen su mejor versión, que enseñan la mejor cara justo cuando sufre una fuerte degradación como corresponde a las grandes urbes. Sevilla tiene siempre mucho que perder porque es aliada de la historia, la belleza, la ópera, la religiosidad popular, un desconocido parque tecnológico, la capacidad de organizar grandes acontecimientos y la fuerza que atesora su marca. Si descendemos a los ejemplos prácticos, evitaremos los discursos generalistas e imprecisos que se basan en la Sevilla de postal.

1. Las hermanas de la Cruz

La congregación fundada en Sevilla en 1875 por Sor Ángela es una congregación con implantación en varias naciones que desarrolla una labor de oración y atención en domicilios a personas desamparadas, niños huérfanos y ancianos en general. Nunca verán a sus religiosas a la búsqueda de notoriedad. Son el orgullo de muchos sevillanos que tienen a estas monjas como ejemplo de sólida vocación, entrega a los demás y discreción inquebrantable. En su día rechazaron el título de Hijas Predilectas. Miles de sevillanos las tienen ya como tales, como sabían que la fundadora era santa mucho antes de que el Santo Padre así lo decretara. Son un ejemplo de las cosas bien hechas. Y por eso cumplen años y se han ganado el respeto y el afecto de los sevillanos.

2. La Plaza de Toros

Es un ejemplo de perfecta conservación de un edificio catalogado. Y se puede predicar tanto del coso como de la Casa y la Capilla de la Real Maestranza de Caballería, concluidas en 1930. Cuando se quieren respetar los valores artísticos, se pueden hacer las cosas muy bien. La institución nobiliaria ofrece la mejor versión en un espinoso asunto como el de la preservación del patrimonio histórico.

3. Cuatro comercios

La confitería la Campana, la joyería Abrines, la relojería El Cronómetro y la camisería Galán. Son ejemplos de la mejor versión de un comercio en crisis por la invasión de franquicias despersonalizadas que minan el sello propio. Abrines fue ejemplar en la rehabilitación del inmueble que ocupa en la esquina de Sierpes y Tetuán, una casa del arquitecto Talavera. El Cronómetro mantiene el sello original de su tradicional sede en Sierpes y ha demostrado que el crecimiento con nuevas tiendas se puede hacer con gusto y sin menoscabar la tienda primigenia. La plaza de la Campana no ha dejado de cambiar como demuestran las fotos en sepia, pero la confitería es un modelo de mantenimiento de las líneas que la hicieron atractiva desde el principio. Es distinta, hace a la ciudad diferente, contribuye a que el centro de Sevilla sea único.

4. El Hospital Universitario Virgen del Rocío

Cuántas veces no hemos oído a un sevillano sabio que no se debe viajar a un sitio donde no hayan estado antes los romanos ni estar muchos días alejado del buque insignia de la sanidad andaluza. El Virgen del Rocío ofrece garantías, genera tranquilidad y es citado en muchos casos de accidentes y tragedias. ¿En cuántas ocasiones no se alude en los informativos al traslado de un paciente a su unidad de quemados o directamente a Traumatología? Es una de las mejores marcas de la ciudad, sobre en tiempos de fuertes polémicas por el funcionamiento de la sanidad pública.

5. El Centro de Estimulación Precoz Cristo del Buen Fin

Todo sevillano debería conocer la labor que se desarrolla por los niños gracias a la iniciativa de una hermandad que no es precisamente de las más ricas, pero sí de las que tiene más claros sus objetivos. La ciudad es sencillamente mejor gracias a centro. Más humana, solidaria y comprometida. Menores con discapacidad son atendidos en el centro con unos resultados que han generado un prestigio y un reconocimiento social indudables. Está considerado como el centro de Sevilla con mayor calidad en los servicios de atención temprana a los asistidos.

6. La cabalgata

De iniciativa privada. El Ateneo asume la organización. La cabalgata une a los sevillanos, saca la mejor versión de la ciudad en la tarde en que se echa a las calles. Es un cortejo proyectado para los niños con el que disfrutan los adultos de muy diferentes edades. La cabalgata pone de acuerdo a todos en la ciudad de las grandes y tradicionales divisiones.

7. Las calles con dos hileras de naranjos

Cada vez son menos por el escaso cultivo de la sombra, uno de los grandes fallos en la gestión de la ciudad que no se corrige en las últimas tres décadas desde que las políticas de peatonalización arrasan con los árboles. La calle Doña María Coronel en el centro y varias calles de barrios del Tiro de Línea o León son buenos ejemplos del sabor único de una calle cuando cuenta con naranjos en las dos aceras. Una exquisitez.

8. El río.

Quizás el Guadalquivir ha sido más generoso con la ciudad que la ciudad con sus aguas. Sevilla no se entiende sin su río, aunque haya habido períodos de divorcio y de haber vivido a sus espaldas, cuando toda la riqueza nos ha venido de su cauce. Las riadas han recordado a Sevilla el poder de la naturaleza y la conveniencia de que nunca pierda de vista al río. El Guadalquivir aporta alma a la ciudad. El brazo urbano del Guadalquivir ganará espacios de amplios usos para el ciudadano con los proyectos Jardín de las Cigarreras y el de los terrenos de la antigua fábrica de Altadis. Si las ciudades posaran en un fotocol para sonreír, el de Sevilla sería el río. Lo miren por donde lo miren, ofrece una gran versión de la ciudad.

9. La vista desde la Torre Sevilla

No la torre, si no cuanto se admira desde sus altos ventanales: la Sevilla del Centro, la de los barrios y la que creció hasta constituir el área metropolitana. Se aprecia hasta el fin de la ciudad y el comienzo del campo. La visión global es la de una gran ciudad. ¿Acaso una vista panorámica de la ciudad no ofrece su mejor versión? Pocas ciudades pueden presumir de ser bellas y arquitectónicamente muy diversas en una perspectiva aérea.

10. El silencio.

La Sevilla sin ruido, que trabaja callada, que produce, que sabe permanecer sin decir ni mú cuando así se requiere. Sin histrionismos, con naturalidad. El silencio que se aprecia desde en una manifestación de protesta hasta en el momento en que sale la Virgen de los Reyes, silencio de agosto con aroma de nardos y bostezos de niños carráncanos al alba. Los sevillanos saben expresarse en silencio en momentos importantes. El silencio nunca olvidado de aquella manifestación contra el atentado de Alberto y Ascensión. En la sociedad del ruido, la jarana continua, el estruendo y las prisas, hay silencios de la ciudad que conmueven. A veces el silencio es efecto de la soledad, del vacío de las calles que se libran por la noche del efecto depredador de un turismo masivo. El silencio de conventos que son oasis de paz en pleno centro. Silencios de funeral cuando sale el féretro a la plaza de San Lorenzo tras las exequias. Silencios de mirada fijada en el rostro tierno, manso y poderoso del Señor. Silencios con una mínima conversación en un torno (“Ave María Purísima”), silencio de las tardes de domingo de agosto en los barrios alejados de la Giralda y silencio con frescura en los jardines del Alcázar a primerísima hora del día. Silencios cada vez más difíciles de vivir, silencios para exquisitos, silencios que alimentan el alma. Qué difícil es hablar, clamar o expresarse en silencioY quéué versión ofrece Sevilla cuando guarda silencio. Nada que ver con el estruendo de Navidades vividas en la calle sin criterio, de escandalosas despedidas de soltero o de celebraciones previas a finales de fútbol que dejan plazas y calles marcadas por la basura. El silencio suele ser limpio y ordenado.

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