Los retos de Sevilla en 2024: el control del turismo y que emerja una ciudad más allá de procesiones y grandes eventos
Las doce uvas
La ciudad afronta el nuevo año con el objetivo de que trascienda la Sevilla productiva que vive al margen del tsunami turístico y los excesos de hitos en la vía pública
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Sevilla/Los retos de Sevilla en 2024 son muy diferentes a los de hace diez años. Hay cuestiones que se repiten, pero el contexto cambia y se suman nuevos objetivos. Los alcaldes de hace diez, quince o veinte años no tenían que lidiar con los efectos de un turismo depredador, ni regular la retransmisión de las campanadas por un gran grupo mediático desde la Plaza Nueva, ni gestionar una Semana Santa estaba amenazada...
1. Está claro que no podemos ser una Feria continua. Aunque sea por una mera cuestión de imagen, la ciudad es mucho más que una caseta de lujo para jaranas como finales de fútbol, ceremonias de los Grammy, los premios Goya, etcétera. Es evidente que la ciudad está considerada en esos circuitos productivos donde todo gurú aconseja plegarnos a las teorías del denominado posicionamiento. Nos implicamos tanto que uno de nuestros principales desafíos es no convertirnos en una eterna caseta de feria, como único reclamo para el de fuera. Sevilla es más y debe ser más. Atesora valores, historia, patrimonio y recursos suficientes como para aspirar a un estatus superior. A veces resulta deprimente como admiramos la evolución de ciudades como Valencia o Bilbao cuando tenemos recursos más que sobrados para no deslumbrarnos con ejemplos ajenos ni necesidad de efectuar comparaciones desde perspectivas provincianas. El problema es nuestro, no viene de fuera.
2. Recuperar el sentido de la medida. Sevilla es un atractivo, no hay duda. Pero demasiadas veces se nos relaciona con la diversión (no siempre de calidad) y el entretenimiento. Y pocas veces se nos vincula al estreno de una fábrica. Miremos un ejemplo muy próximo. La primera cabalgata de reyes magos la saca el Ayuntamiento en un distrito el día 2 de enero…Tengamos cuidado. El sentido de la medida ya no existe. El debate no sólo es el de la saturación de procesiones religiosas, que alcanza unos niveles más que inquietantes, sino que alcanza ámbitos que son responsabilidad de la autoridad eclesiástica. No olvidemos cuando en mandatos pasados fuimos noticia en un telediario por la consulta popular sobre la ampliación de la Feria. Aprendamos de los errores. De poco sirve difundir que los Grammy han sido un pelotazo para la imagen de la ciudad y meter el pinrel en hoyos de donde ya tuvimos que sacarlo de mala manera.
3. Cuidado con los consultores, druidas que venden la pócima mágica para captar inversiones. Sevilla no tiene que ser "posicionada" en ningún mapa. Acaso son los demás los que tienen que estudiar Geografía. Es evidente que no disfrutamos de la grandeza social y económica de los siglos XVII y XVIII, pero tampoco estamos en una suerte de indigencia como ciudad. Cansan ya los catetos que nos venden hitos, eventos y congresos para "ponernos" en un mapa que no es el otro que el beneficio de sus particulares cuentas. No piquemos en cebos que interesan a otros y que solo nos reportan alguna foto. Y si picamos, pongamos las condiciones para que realmente sean del interés general. Estamos cediendo nada menos que la ciudad con todas sus ventajas y comodidades. No nos dejemos embelesar por cantos de sirena que no son más que intereses particulares que tratan de ofrecer
4. La vida social ha cambiado en quince años. Una fuerte crisis económica y otra sanitaria han provocado cambios sustanciales de mentalidad y hábitos. Solo había que pasear por la Avenida de la Constitución la tarde del 24 de diciembre para comprobar la cantidad de turistas por la calle y de restaurantes abiertos cuando en tiempos no tan lejanos se trataba de una tarde de escaso público a partir de media tarde. La intensidad con la que vivimos ahora en la calle unos y otros (vecinos y visitantes) es uno de los retos a los que se enfrenta el equipo de gobierno. La mayoría de los alcaldes anteriores jamás se enfrentaron a esta papeleta.
5. La adaptación del alcalde. Sanz no lleva ni seis meses en el cargo. Se ha subido en la noria de los actos y ritos de la sociedad. Se encuentra cómodo (todos los alcaldes suelen estarlo). Hace gestos como el de ir a los mercados, pero aún se encuentra muy lejos de conseguir una fama que quizás tampoco le conviene si se tiene en cuenta que el sevillano castiga al populista y respalda al serio (con su punto malaje). En el organigrama municipal ya ha habido dimisiones, peleas soterradas y en algunos casos una evidente falta de nivel. Tampoco se trata de un mal exclusivo de Sevilla. La vida pública, en general, se ha degradado. El presupuesto de 2024 corre el riesgo de ser aprobado con más demora de la deseable. Sanz gobierna con las cuentas del ex alcalde Muñoz. O saca adelante las suyas con los votos del PSOE o con los de Vox. Los de Abascal están deseando entrar en el gobierno a cambio del apoyo a las cuentas. Sevilla capital castigó al sanchismo en las municipales, un crédito que todavía avala al actual alcalde. Pero Sanz de momento no cuenta con la principal herramienta para gobernar: el presupuesto.
6. El ambiente político en España es de una evidente crispación sin la esperanza de una tregua. España tiene un nuevo gobierno, por lo que ha llegado la hora de comenzar a reivindicar en Madrid determinadas inversiones. Cuando el alcalde tomó posesión de su cargo el pasado verano, todos los ministros estaban en funciones. Pero ya no hay excusa. Corresponderá a Sanz demostrar que exige en Madrid y en San Telmo el apoyo fundamental para determinadas inversiones. Hay que vigilar el cumplimiento de los plazos de la obra de la nueva línea del Metro sin olvidar que, otro año más, seguimos sin conexión ferroviaria entre el aeropuerto y Santa Justa, una carencia que nos lastra como ciudad.
7. El papel del PSOE en la oposición. El alcalde no tiene una mala relación con su antecesor y líder de la oposición, Antonio Muñoz. No se puede denunciar precisamente que la crispación nacional entre los dos grandes partidos tenga su versión local. El ambiente municipal no está viciado ni tensionado. Al menos de momento. Muñoz ha sido alcalde durante un año y mantiene el perfil institucional. Ahora es senador, lo que amortigua el palo emocional de haber perdido la Alcaldía, un varapalo del que ya se ha recuperado. Quizás el conflicto se encuentra más entre el PP y Vox. Sanz no disimula su escaso interés en dar entrada a Vox en el gobierno. A este respecto sí se nota el modelo indefinido que el PP nacional tiene a la hora de relacionarse con el partido que está a su derecha. La experiencia demuestra que en el PP cada uno ha trazado su particular estrategia, sobre todo en el mapa autonómico. Moreno fagocitó a Vox, Mazón los metió en el gobierno valenciano en el primer minuto, Ayuso ni les dejó espacio sociológico en Madrid, María Guardiola metió el pinrel en Extremadura al renegar de ellos clamorosamente para después cederles una consejería, y Fernández Mañueco también tuvo que ceder hasta una vicepresidencia tras ningunearlos toda la campaña electoral. ¿Qué hará el alcalde de Sevilla? Lo veremos en 2024. La uva está en el plato...
8. Los hoteles y apartamentos se multiplican como hongos. La pandemia no frustró ningún proyecto de construcción. La ciudad se aleja de los 700.000 habitantes empadronados, pero recibimos miles y miles de turistas durante todos los días del año. La demanda de servicios se ha disparado, lo que obliga a ponernos al día en materia de transportes y limpieza. Los anuncios de nuevos hoteles y otros alojamientos no paran. En Altadis ha comenzado la obra de un macro-establecimiento. En el Paso de Colón se acaba de autorizar un nuevo edificio para 36 apartamentos. La lista es interminable. Sevilla está cada día más consagrada al turismo. Tenemos que adaptar la ciudad. De momento no hay tasa turística, pero ya ha habido que aforar calles en los días de Navidad. El propio alcalde reconoce que en Sevilla hay días en los que no cabe un acontecimiento más.
9. El uso del patrimonio histórico-artístico. Sevilla vive del turismo, luego tiene su principal atractivo en los monumentos. Son nuestros activos, tenemos que protegerlos y respetarlos. No todo vale a la hora de su uso. El gobierno de la ciudad debe tener claro que no todo es posible en la Plaza de España, maltratada en demasiadas ocasiones este último año. El principal monumento regionalista no puede quedar en manos de hordas, ni de carpas efímeras que atentan contra sus valores históricos-artísticos. Urge unas normas de regulación de su uso como tiene el Real Alcázar. Si el Cabildo lo hace con la Catedral y la Real Maestranza con la plaza de toros, el Ayuntamiento debe hacerlo con la Plaza de España. Casos ha habido de usos ejemplares del recinto, como el rodaje de películas memorables, como fue el de Lawrence de Arabia, o las frecuentes ocasiones en que es usada por el Ejercito de Tierra para juras de bandera o para la recepción o despedida de tenientes generales. El monumento se puede y se debe usar, pero sin incurrir en la chabacanización. Sevilla no debe permitir más casos de destrozos como el de la Avenida de la Palmera. Aprendamos.
10. Los servicios municipales que son fundamentales. Podemos y debemos a aspirar a ser la sede de agencias espaciales y a ser el plató de televisión de ceremonias con repercusión internacional, podemos vender la grandeza de unos Goya por dos veces y acoger desfiles exclusivos y verdaderamente elegantes como el de Christian Dior en la Plaza de España, pero el alcalde jamás debe olvidar qué importa verdaderamente al sevillano: la presencia de la Policía Local, la limpieza de las calles, la frecuencia de paso de los autobuses municipales, el servicio del taxi, el estado del pavimento de las calles, la limpieza de los colegios... Que Sevilla funcione no depende tanto de su brillo exterior como de la eficacia de los servicios básicos que presta el Ayuntamiento.
11. No son necesarias consultas sobre la Feria. Lo hemos referido anteriormente. Evitemos que Sevilla sea noticia de nuevo por un plebiscito (mal llamado referéndum) sobre la duración de una de sus fiestas principales. Sevilla no puede ser motivo de comentario por esta cuestión, sino por el desarrollo de sus infraestructuras. Solo con mejores servicios públicos, un anillo ferroviario completo, una conexión rápida entre el aeropuerto y la estación de Santa Justa y una ronda SE-40 por fin terminada podremos aspirar de verdad a un desarollo mucho más sólido y verdaderamente productivo. El alcalde debe estar en tensión de cara a la seguridad de la Semana Santa y decidir lo que tenga que decidir sobre la Feria sin que la ciudad sea noticia por razones frívolas. Y debe Sanz dejarse presionar lo justo por el lobbie turístico, que ya nos llevó al despropósito de una feria de formato largo con tal de tener dos fines de semana para llenar hoteles.
12. Cuidemos la singularidad. Si Sevilla tiene la proyección, el sello y la fama que atesora es porque cuenta con valores que la diferencian con claridad de las demás ciudades. Renunciar a estilos y hábitos propios (conocidos como patrimonio inmaterial) supone una vulgarización que nos resta, nunca suma. Sevilla no puede ni debe incurrir en asumir como propias fiestas como Halloween, ni siquiera al amparo del buenismo, las teorías del todo vale o aquellas que subliman el pasarlo bien a cualquier precio y de cualquier manera. No hemos llegado a ser un importantísimo atractivo turístico por modismos importados (y encima de mal gusto), sino por desarrollar un estilo muy particular de entender la vida urbana, la hostelería, las fiestas, el comercio, la hostelería y, por supuesto, el sentido del humor. No se trata de tener una visión restringida, cateta o cerrada, sino de preservar lo que nos distingue.
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