La ventana
Luis Carlos Peris
Reventa y colas para la traca final
Vía Pública
Sevilla/EL toque de queda, la distancia impuesta, las restricciones, los aforos en los negocios... Un mundo de limitaciones que deja la persiana echada en numerosos comercios. El centro de la ciudad está al ralentí. Triste... y solo en muchas franjas horarias, incluso en las diurnas. Hay calles desangeladas a plena luz del día. Y, además, está afeado. Como las aguas sin movimiento que se estancan y acumulan suciedad, las calles sin actividad se mueren poco a poco y adquieren ese ambiente de melancolía y abandono en el que se disparan las pintadas, los grafitis, esa denominada contaminación paisajística en la zona de la ciudad con mayor número de atractivos patrimoniales, históricos y turísticos. Las pintadas son el particular tormento de Sísifo de un Ayuntamiento que dedica 450.000 euros al año a la limpieza de paramentos. La percepción generalizada es que la pandemia ha disparado este factor de suciedad al haber cada vez más negocios cerrados o con menos horarios de apertura.
Lipasam, la empresa municipal de limpieza, asume la eliminación de pintadas y grafitis. De acuerdo con las competencias de esta sociedad municipal y de la Ordenanza Municipal de Limpieza Pública y Gestión de Residuos Urbanos, las intervenciones se realizan exclusivamente sobre pintadas que afectan a edificios de propiedad municipal, que estén localizadas hasta 2 metros de altura, y siempre que su retirada sea técnicamente posible, en función de las características físicas del paramento.
El Ayuntamiento no asume el cuidado de monumentos o fachadas de edificios protegidos (caso de los que tienen la catalogación de Bien de Interés Cultural, ya que es el organismo o administración titular del inmueble en cuestión el que se responsabiliza de su mantenimiento. Tampoco se encarga Lipasam de los edificios de propiedad privada, caso de los cientos de comercios, salvo que la pintada represente una forma de expresión de violencia, ofensa, vejación, etcétera. En tales casos se puede intervenir con la autorización del propietario. En caso contrario, es el propietario quien tiene la responsabilidad de mantener el ornato de la fachada.
Es difícil encontrar una superficie limpia, incluso en los andamios de obra, como ocurre estos días en los de la restauración de la fachada y las cubiertas del convento de Madre de Dios. La base de los andamios estás ya pintarrajeada. Y todo indica que los propios muros del convento, en plena limpieza, lo estarán en cuanto terminen los trabajos. Así ocurre con muchos edificios históricos, casas privadas, puertas de garaje, etcétera. La zona que debería ser la más mimada de la ciudad se parece a los bajos de un puente.
El Ayuntamiento hace lo que puede. Coincidiendo, por ejemplo, con la celebración de la Semana Santa se ponen en marcha campañas especiales de limpieza de fachadas de los templos y sus alrededores, así como de calles muy frecuentadas del casco histórico. Pero la frustración está casi asegurada cuando se trata de luchar contra un problema que tiene que ver con la falta de educación, de tacto, de sensibilidad. En la realización de estos planes especiales intervienen actualmente cuatro equipos compuestos cada uno por un operario y un furgón dotado de equipo de presión y depósitos de agua, además de herramientas manuales para la retirada de pintadas. Estos equipos trabajan todos los días de la semana en horario de mañana. Además, se cuenta durante la tarde con un equipo de dos operarios y un vehículo de intervención rápida, dedicado a la atención de avisos urgentes.
En función del tipo de pintada y de las características del paramento, la dotación del servicio utiliza el producto más adecuado para su retirada. Para la eliminación o cubrición de las pintadas s se emplean diversos productos, como decapantes, disolventes, quitasombras, pinturas al agua y tintes de varios colores. Todos los productos químicos utilizados disponen de su correspondiente ficha de datos de seguridad en la que se determinan, entre otras cuestiones, las instrucciones para su manipulación y almacenamiento seguro. Durante 2018 y 2019, estos equipos llevaron a cabo más de 4.000 actuaciones para la retirada de pintadas, e igualmente se realizaron en torno a 450 actuaciones, para la retirada de cartelería en paramentos. El coste estimado es de 450.000 euros al año.
La Gerencia de Urbanismo cuenta con dos contratos anuales que no son específicamente para grafitis o pintadas pero se pueden usar para ello. Los dos son nuevas apuestas de Urbanismo para mejorar la conservación de bienes patrimoniales. El primero es de 151.000 euros. Se destina al mantenimiento y conservación de esculturas, fuentes ornamentales, etcétera. Abarca actuaciones vandálicas como pintadas, pero también excrementos de palomas u otros desperfectos. El segundo contrato tiene un importe de 121.000 euros. Se destina al mantenimiento de patrimonio histórico del Ayuntamiento, directamente vinculado al viario y a los espacios libres de la ciudad que no forman parte de ningún edificio o servicio municipal. Este contrato se creó el año pasado con una partida de 121.000 euros. Este está más centrado en actuaciones de conservación menores pero también se usa para limpiar pintadas.
También te puede interesar
Lo último
No hay comentarios