Las calles del centro de Sevilla tomadas por el turismo
El uso de la vía pública
No solo las terrazas o los monumentos, la calzada también es de los visitantes
La turismofobia que viene
Confesiones sobre el turismo
Sevilla/No son las colas ante el Alcázar o la Catedral, ni siquiera las colas que se forman incomprensiblemente para entrar en muchos bares (Sal Gorda, el Rinconcillo, la Alicantina, el Alfalfa, etcétera). Son calles cada vez más tomadas por un turismo itinerante en el que los grandes grupos son cada día más frecuentes. Hay muchas ocasiones en que la masa de turistas no cabe en la acera y toma la calzada, con el consiguiente riesgo para peatones y conductores. Hay que procurar no ya un equilibrio entre vecinos y turistas, sino entre visitantes y automovilistas. O convivimos todos o estamos a un paso de sufrir situaciones como en Venecia, donde la vehemencia de los vecinos con los turistas provoca numerosas incidencias.
El turismo crece y crece en una ciudad que no termina de adaptarse. La solución más fácil es la huida, un escapismo que lleva a abandonar los sitios que antes de frecuentaban con asiduidad o directamente a la mudanza de domicilio, lo que provoca un centro despoblado. El centro no es que haya dejado de ser cómodo, es que cada día es más incómodo hasta para un simple paseo. Cada vez son más los que sevillanos no se reconocen en un centro literalmente invadido.
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