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Vía pública
Sevilla/Cada vez se aprecia un mayor número de amos que se preocupan por retirar los excrementos de sus mascotas y posteriormente limpiar el suelo con lejía u otro desinfectante que llevan en una botella de plástico. Por fortuna es una práctica habitual. Hemos ganado en civismo a la hora de sacar a los perros a orinar. Pero no se puede contar lo mismo de los ciudadanos Sigue habiendo calles, plazas y sobre todo rincones de la ciudad que funcionan como urinarios. Ocurre sobre todo las noches de los viernes y sábados y en los alrededores de las zonas de máxima concentración en horario de ocio. El entorno de la Plaza del Salvador es un buen ejemplo por la cantidad de bares que concentra. Demasiado desahogado acude a calles como Acetres a orinar en las noches de copas. Y un problema similar se sufre en el entorno de la Plaza de San Pedro o de la Alfalfa. Toda calle con aspecto de trasera o con poco tránsito peatonal (Dormitorio, algún tramo de Sales y Ferré, etcétera).
El Ayuntamiento coloca carteles que advierten que está prohibido orinar en la vía pública y precisa que la multa puede ser de hasta 750 euros según las ordenanzas municipales vigentes en Sevilla. Lipasam hace lo que puede con la señalización. Todo lo que se ha mejorado con los animales no se ha podido, de momento, mejorar con los seres humanos... El civismo es cuestión de educación, una apuesta siempre a largo plazo. Y la limpieza es un asunto de planificación y siempre, siempre, un tormento de Sísifo.
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