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Buscan a una banda de ladrones de viviendas que actúa en el Aljarafe

Sevilla, la ciudad de la gran incertidumbre

La ciudad estrenará alcalde a mitad de mandato e ignora si podrá celebrar unas fiestas que le reportan 1.300 millones

Vista panorámica de Sevilla / Antonio Pizarro

Sevilla/Sevilla no sabe todavía quién será el alcalde que gobierne la ciudad en cuanto el actual abandone el cargo más pronto que tarde. Juan Espadas tiene claro que su favorito es Antonio Muñoz, pero es consciente de que el delegado de Urbanismo, Cultura y Turismo carece de apoyos orgánicos. Yeso en un partido, máxime en el PSOE, es fundamental para movilizar al electorado. Demasiados frentes propios tendrá el alcalde cuando desembarque al cien por cien en el ruedo andaluz como para seguir preocupado de asuntos municipales. Muñoz es el mejor colocado, pero no es la garantía plena. La alternativa es un Juan Carlos Cabrera que sí dispone de sólidos vínculos orgánicos, pero que precisamente por eso tal vez sea muy útil al propio Espadas en su aventura andaluza. La ciudad nunca ha vivido un cambio de alcalde a la mitad de mandato. Los seis alcaldes que ha tenido Sevilla desde la reinstauración de la democracia han terminado sus períodos de gobierno de cuatro años. Si han dejado el cargo ha sido por efecto de los resultados electorales. Nunca un alcalde de Sevilla se ha marchado antes.

Sevilla tampoco sabe si la próxima Navidad será de bulla en las calles del centro, si habrá Cabalgata de los Reyes Magos, ni si se celebrará la Semana Santa y la Feria. La ciudad tiene en el aire por tercer año consecutivo 1.300 millones de euros por la incertidumbre de las fiestas mayores, que suponen el 4,3% del PIB local. El curso 2021-22 es más incierto que nunca por las circunstancias de siempre, el futuro es siempre un río que ignoramos dónde se desemboca, y por una pandemia que no se acaba. No sabemos si volveremos a llenar los estadios de fútbol y las plazas de toros, foros donde a duras penas se han logrado porcentajes de ocupación, ni si retornaremos a la cultura de las aglomeraciones, a vivir una Velá de Santa Ana o una mera procesión de la Patrona. Las señas de identidad de la ciudad, de las que en buena medida depende la economía, no permiten fórmulas a distancia. Hemos mejorado desde marzo de 2020, pero queda mucho trecho para lograr la normalidad plena en un provincia castigada en los presupuestos públicos desde hace más de 20 años y con importantes infraestructuras construidas al amparo de los fastos del 92 que han evidenciado una obsolescencia prematura.

Cualquier previsión del curso que arranca es, por lo tanto, de alta volatilidad. Las variables son demasiadas. Nos hablan de la quinta ola con la misma naturalidad que de la tercera dosis de vacunación. Nos piden prudencia con los actos públicos al mismo tiempo que se amplía el horario de los bares. Todo indica que tardaremos en recuperar las formas de vida anteriores a la pandemia. Y mientras tanto la mejor noticia será el descenso de los fallecidos, aunque en Sevilla los datos del viernes no eran nada positivos por mucho que la incidencia de contagiados siga en descenso.

Juan Espadas, en una imagen reciente / Juan Carlos Vázquez

En este contexto, la ciudad se enfrenta a un relevo en la Alcaldía en un momento muy delicado. Juan Espadas necesita volcarse en su nueva responsabilidad como líder de los socialistas andaluces, lo que implica afilar el colmillo y responder con datos a los ataques cotidianos que el Gobierno andaluz dispara contra la herencia de 37 años de Ejecutivos del PSOE. No, no es recomendable preparar el curso de la ciudad al mismo tiempo que se está al frente de la secretaría general del PSOE andaluz con un alto riesgo de elecciones anticipadas en Andalucía. Hay dos claves que no deben pasarse por alto. Espadas perderá la enorme cuota de poder del principal ayuntamiento socialista de España y también el salario como alcalde en cuanto deje el cargo.

Juan Espadas tiene todavía que apagar los rescoldos del susanismo, repartir tierras de labor y conservar el talento. Al tener poco que ofrecer no le será nada fácil. El congreso andaluz de otoño, previsto en Torremolinos, será una prueba de equilibrismo. De momento se le ha visto poco este verano, más a gusto en su labor de alcalde que de turronero de pueblo en pueblo. Ya no le bastará a Espadas con llamar por teléfono a la derecha sociológica que tanto le admira para decirles que su problema está solucionado en el Ayuntamiento. En el PSOE se teme a la celebración de unos auténticos Juegos del Hambre, puesto que se corre el riesgo de perder el Ayuntamiento, no recobrar la Junta y quedarse con Huelva como única plaza segura…

Disparates

Volviendo al ruedo municipal, cualquier idea de Feria alternativa es absolutamente peregrina. Hay baños de una caseta de los que hasta el Covid saldría corriendo. Los preparativos administrativos están en marcha, pero dar pábulo a cualquier fórmula innovadora para regular la participación es un disparate, amén de una irresponsabilidad por los asuntos que están en juego. De la Feria vive mucha gente el resto del año como para especular sandeces. Podemos recurrir al sentido del humor, que es algo muy serio, e imaginar vigilantes de ilustres casetas con experiencia acreditada en el aeropuerto de Kabul. Pero no están los hornos para ciertos bollos.

“Que por mayo, era por mayo, cuando hace la calor…”. Este romance es el que bien puede recitar el presidente Moreno por San Telmo de cara al adelanto electoral, quizás cuando se haya podido celebrar la Semana Santa y el optimismo económico comience a notarse, pero ni él mismo lo sabe a ciencia cierta. Su gran aspiración es gobernar en solitario, acoger a los mejores (que son los dóciles) de Ciudadanos e intentar consolidar un proyecto moderado y andaluz en una legislatura de cierta normalidad. Vox parece fiarlo todo a la marca, fijado el objetivo de ser muleta y agente fiscalizador al mismo tiempo de un PP al que, llegado el caso, pretenderá arrastrar a los “valores eternos”. La crisis de Afganistán beneficia a Vox por sus discursos sobre el Islam y la necesidad de una España fuerte.

Juan de la Rosa, el guardián del 'palomar' del Ayuntamiento de Sevilla / Juan Carlos Vázquez

Los chicos de Podemos, Adelante Andalucía y otras marcas blancas del mismo producto están más divididos que un tramo de la Macarena por la Plaza de la Encarnación de vuelta… Ni ellos mismos saben lo que quieren, entretenidos en sus peleas y en los discursos trasnochados contra el capitalismo represor. Juan Marín intentará no convertirse en el enterrador de Ciudadanos en el Sur. Su desconexión con el grupo naranja en el Ayuntamiento es total. El líder andaluz de los naranjas no pinta nada en la Plaza Nueva .

Mi Juan (Espadas)necesita tiempo, que no haya elecciones adelantadas. Una cosa es llegar y otra que te conozcan. Veremos si finalmente pone muchas pegas a la aprobación de la Ley del Suelo y a la de los Presupuestos. Prestar su apoyo a estas normas le otorgaría un perfil institucional en clave andaluza nada despreciable. Y ayudaría a orillar a Vox, obsesión de la izquierda. Su perfil socialdemócrata tiene la rémora de la imagen de Pedro Sánchez y la amenaza por la izquierda de la formación de Errejón que desembarcará en Andalucía con un discurso propio. Espadas necesita eco, mucho eco, en Málaga, Granada y Almería. Y eso lleva tiempo.

Mientras Espadas ultima su relevo, hay muchos proyectos estructurales pendientes en la ciudad. También hay algunos en marcha, como la reurbanización de Torneo y el Paseo Juan Carlos I, que deberán dejar de ser ese paisaje similar al de una ciudad bombardeada. El fin de estas obras llegará tarde, pero seguro que supondrá un éxito para el gobierno. La ampliación del tranvía tendrá que superar recursos judiciales en Europa con casi total seguridad. El sopor marcará los Plenos, más centrados en lo que pasa en los partidos políticos que en los expedientes administrativos donde se decide el destino de los fondos públicos.

En el PP José Luis Sanz está a la espera de que lo nombren oficialmente en otoño y con la asignatura pendiente de si quiere ser el candidato en color de todos (como lo fue Zoido, al menos en 2011)o el candidato en blanco y negro de una parte de la ciudad. Mientras, su escudero de siempre, Juan de la Rosa, ejerce de portavoz en la mejor versión del pescado en blanco. Mucho tendrá que trabajar el de Tomares para coger velocidad de crucero. Gobernar en el Aljarafe la ciudad con más renta per cápita de Andalucía y servicios privatizados, no será lo mismo que conquistar la capital con seis de los diez barrios más pobres de España… Y Elías Bendodo, secretario general de facto del PP andaluz, ayudará poco o nada. Chaves reconocía en privado que a todo presidente de la Junta le interesa que el alcalde de Sevilla sea de otro partido. Así se ahorran muchos disgustos y se puede confrontar con toda comodidad.

La naranja se pudre...

En Ciudadanos, Álvaro Pimentel “sueña con ser romero” en la Gaviota. Ya hemos apuntado a la desconexión paulatina e inteligente de Pime de su propio partido. El todavía portavoz tiene claro que la naranja se pudre, no como sus compañeros andaluces que siguen tocando el violín mientras el barco se hunde. Se ofrece más al PPque las teleoperadoras a la hora de la siesta. Este año no apoyará los presupuestos municipales. Se nos rompió el amor... con Espadas. El candidato de Ciudadanos es una incógnita. Se busca un mártir en el partido naranja. El PSOE tendrá que gestionar para las cuentas municipales el apoyo de tres de las cuatro facciones de Adelante. El negociador tendrá que tener la habilidad de un Tedax.

En Vox lo probable es que repita la correosa Cristina Peláez. Es difícil que el partido encuentre una estrella invitada o alguien con más tirón que quiera marcarse un perfil tan duro como el de Peláez. Su aspiración es subir uno o dos concejales para gobernar con el PP. En cualquier caso, en este partido manda Madrid, donde se expiden hasta los permisos para ir al baño. Y Santiago Abascal cuenta en la capital con dos leales acérrimos que lo tienen al tanto de todo.

El ex portavoz del PP, Beltrán Pérez, combina ya su actividad en la empresa privada con su condición de concejal raso al que, por cierto, el Gobierno andaluz le debe una tras haber aguantado un tiempo en la portavocía tras haber anunciado su dimisión. Distinto será que la memoria es un valor a la baja en la política, salvo que confluyan intereses, que todo puede ocurrir.

En el PP habrá congreso autonómico en otoño a mayor gloria de Moreno (“Llamadme Juanma”), pero en donde tendrá que sortear sin duda los intentos (que han sido realidades) de que “Pablo y Teo” le vuelvan a meter el dedo en el ojo y le impidan diseñar un partido a su antojo. Hasta ahora todo han sido retiradas en el malagueño, mitad por carácter, mitad por no verlas venir. Génova tiene hambre de poder y solo lo sacia con el control interno, sabedores en Madrid de que solo les queda el disparo de las próximas elecciones generales. El otro día estuvo el vicesecretario general Terol en Sevilla Yen breve está prevista la llegada de Teodoro García Egea, secretario general. Las provincias están más tranquilas. En Sevilla hay una pax armada en la que Virginia Pérez, la Tatcher del Sur, tiene que demostrar su capacidad de gobierno en tiempos calmados. La presidenta se ha dejado fotografiar este verano en imágenes amables, como la corrida de toros del Puerto donde ocupó barrera junto a Zoido y el aspirante a alcalde, José Luis Sanz.

El clero

El nuevo arzobispo tiene un perfil entusiasta y trabajador. Un aire a Amigo Vallejo se cuece por ahí. Debe afinar más algunos planteamientos. Su prueba de fuego llegará en breve, cuando tenga que pronunciarse sobre la posibilidad de volver al culto público. El Consejo se enfrenta al reto de una probable Semana Santa. De momento la iniciativa brilla por su ausencia. Las hermandades se ha comido el chocolate del loro del socorro rojo y ahí van… centradas en justificar subvenciones más que organizar acciones contra la Ley de Eutanasia. Las elecciones en La Macarena serán en otoño, previsiblemente en paz al presentare una sola candidatura, la del actual hermano mayor, José Antonio Fernández Cabrero.

A la ciudad le cuesta entrar tras las vacaciones, parece víctima de una mala siesta. Más aún con la dieta blanda de las mascarillas. Hay todavía una indolencia que se proyecta en las foto de pies en la arena de la playa. Como ha escrito un célebre pensador hace poco: “La exaltación y exhibición del yo en redes sociales ha cerrado muchas posibilidades de compartir que eran implícitas a Internet”. La dictadura de la felicidad no se corresponde con el conformismo que nos invade, en donde pesa más la apertura de los bares que la subida de impuestos.

Poco a poco volverá la Sevilla del canapé de las ocho. Para este jueves ya se anuncia un acto en el Alcázar con “cóctel si las autoridades lo permiten”. El otoño tardará. Habrá elecciones en el Ateneo en febrero con dos candidaturas, cabalgata mediante. El Círculo Mercantil seguirá empantanado con sus elecciones en el Juzgado. Rafael Belmonte volverá a dar cita en los sillones chester del Círculo de Labradores. Jaime Bretón seguirá reivindicando mejoras en el Polígono Sur hasta que en el Gobierno le respondan: “¿Por qué no te callas?”. Manuel Marchena, el triunfo del pospoder, ya ha vuelto a su velador de Robles como Torrente Ballester ocupaba el suyo en el Novelty de la Plaza Mayor de Salamanca. Todo en orden, aunque sea solo por partes y poco a poco.

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