La Caja Negra
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Sevilla/El alcalde Sanz se queda con la única esperanza de Vox a la hora de sacar las cuentas de la cuarta capital de España. El PSOE acaba de exigir la dimisión de nada menos que el delegado de Urbanismo, Juan de la Rosa, que ha intentado absurda y torpemente camuflar, maquillar y restar importancia a consentir que una empresa privada pague la fiesta de Navidad de los trabajadores de la Gerencia de Urbanismo y Medio Ambiente del Ayuntamiento, una práctica cuando menos cateta y reveladora de una forma de concebir la política agradaora para con los subordinados. Vox ya ha subido el precio del apoyo. No son los chicos bisoños de diciembre de 2018, cuando se conformaron con facilitar el cambio en Andalucía. Ahora quieren más áreas de poder y hasta más distritos. Qué razón tenía don Manuel del Valle cuando nos contaba qué difícil era gobernar en solitario... Sobre todo cuando no se piden a tiempo unas disculpas, se reconoce un error, se rebaja el souflé y no se destituye a un cargo intermedio si es necesario. Pero de momento se ha practicado la vieja solución de abrir el paraguas y esperar a que escampe, ora en Cultura, ora nada más y nada menos que en la Gerencia de Urbanismo y Medio Ambiente, donde alguno se ha montado un ad calorem cual cardenal del Renacimiento a cargo de las arcas de una empresa privada a la que, por cierto, se le ha hecho un flaco favor pidiendo que hiciera de pagafantas. Y, por supuesto, la sociedad ha metido el pinrel al acceder tras aplicar aquello de que al amigo todo, al enemigo nada y al indiferente... la legislación vigente.
Alcalde, tenemos un problema. Y lo peor es no reconocerlo. El viernes nos quedamos “pasmaos”, como decía Alfonso Guerra en los años ochenta, porque la sesión de control y fiscalización del gobierno fue una suerte de Barrio Sésamo donde el bueno de Juan de la Rosa explicó conceptos elementales y básicos que nos provocaron una combinación de risa y llanto. ¿Se acuerdan del Supercoco de la televisión que nos daba una clase sobre la diferencia entre estar “cerca” y hallarse “lejos”? Pues Juan, del que no dudamos de su honradez, pero del que estamos seguros de que se está tragando un marrón ajeno a cuenta de una cuchipanda organizada con menos vergüenza que un gato en una matanza, nos impartió una lección magistral sobre la diferencia entre “comida de Navidad” y “acto de Navidad”. Dijo el señor Rosa que el copazo gratis total del 19 de diciembre preparado para 350 trabajadores municipales fue un “acto de Navidad”. A lo mejor no nos hemos enterado de que hubo un portal de Belén con adoración de los magos, una zambomba, polvorones de limón, pregonero, flores de pascua y palabritas de un director espiritual. Dijo también Juan (suene el redoble del tambor) que las “comidas de Navidad” se hacen por secciones de la Gerencia y que cada uno se paga lo suya. ¡Toma, claro! Si en el fondo somos defensores de la libertad y la iniciativa privada. Qué grande, ilustrativo y enriquecedor fue oír a Juan de la Rosa la explicación sobre en qué consiste un almuerzo navideño entre compañeros. Aquí y allí, que diría Rajoy.
Pero el 19 de diciembre, querido delegado de Urbanismo, hubo un copazo de Navidad en toda regla en el claustro del convento de Santa Clara. Un festolín de los que no bajan de 50 euros por cabeza, con una selección de entre diez y doce aperitivos y con postres de gran calidad. Con camareros ‘apatrullando’ entre los corrillos durante dos horas. Y Juan de la Rosa sabe perfectamente que somos muchos los que los sabemos, porque el cátering costeado por Metropol Parasol, según desveló el propio concejal del gobierno, es de los de alta categoría. Los directivos de la Gerencia quedaron, de hecho, encantados con la calidad de los productos y del servicio. Lógico. “¡Echa vino, montañés, que lo paga Luis de Vargas!”.
La alusión al “acto de Navidad” para defender una cuchipanda propia de otros tiempos es impropia de la seriedad que todos esperamos de Juan de la Rosa en función de su larga trayectoria en la ciudad. Es para que se quede colorado hasta el Viernes de Dolores. Más le vale al señor de la Rosa controlar más a los mandos efectivos de la Gerencia que lo meten en unos líos (“errores de niño”, según una elevadísima autoridad municipal) de los que luego es él quien tiene que dar la cara.
La socialista Sonia Gaya tuvo toda la razón al calificar el copazo de acto “sin ética ni estética”. Y cuando la oposición tiene razón, se dice. Y se agradece. Pero todavía hay más, porque el señor delegado de Urbanismo dijo que el copazo (“acto de Navidad”, recordamos) “se inserta dentro de la estrategia de motivación del personal de la Gerencia”. Cáspita, qué buena forma de motivar a los trabajadores del organismo público a base de un cáterin de alta calidad en el marco incomparable de un bien de interés cultural como el convento de Santa Clara. ¡Otra vez nos quedamos pasmaos! Todo sevillano debe aspirar a que su Ayuntamiento lo motive al menos en Navidad, ¿o no? Juan, motívanos a todos. ¿Pero no había que salir de casa ya motivados? ¿El Ayuntamiento se mete en el terreno del coaching? ¿Jugamos con pistolas de pintura la próxima Navidad? ¿De verdad hay que motivar a los empleados de Urbanismo y Medio Ambiente con un “acto de Navidad” donde no faltó una amplísima carta de viandas bien maridadas con cerveza y exquisitos caldos?
Hay cosas que, efectivamente, son un “error de niños”. Pero todavía es peor cuando se pretende huir hacia adelante incurriendo en el ridículo en una ciudad que, al fin, no es tan grande. Otro detalle más. Si Metropol tiene que promocionar las Setas e impulsar un plan de usos, ¿por qué se hace el acto en Santa Clara? No se entiende ni con una lección de Supercoco. Si quiero promocionar la Isla de la Cartuja como parque tecnológico, no cito a los trabajadores en el zoco de Puente y Pellón. Si quiero promocionar el Patio de los Naranjos, no convoco a los empleados del Cabildo Catedral en Torneo Parque Empresarial. ¿Ponemos más ejemplos? La Gerencia le pidió el favor a la empresa operadora de las Setas para que pagara la copa y agradar así a los trabajadores. No hay más. Y todos lo sabemos: los gobernantes de la ciudad y los directivos de la sociedad.
La prueba palmaria del error es que ya veremos todos cómo no se repite la cuchipanda. Perdón, el “acto de Navidad”… Motiven a los trabajadores de la Gerencia con menos copas gratis y más personal, como aumentar el número de inspectores por las tardes. Y esperamos con entusiasmo nuevos capítulos del Barrio Sésamo con los actores de la caracola número 1. Mejor reír que llorar. Y habiliten la ventanilla municipal para que cada ciudadano pueda solicitar su participación en un “acto de Navidad”. Llena ahí, Juan.
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