¡Cuidado con el camelo de las encuestas!
Campaña. Día 12
Hay gurús que recuerdan estos días a los vaticanistas en las vísperas del cónclave
Las despedidas de soltero
El error de Feijóo en Sevilla
Sevilla/Ay, qué risa cada que vez se oye a los gurús hablar sobre la participación como la gran clave. Al final uno agradece que ya no se puedan publicar sondeos porque nos evitamos la paliza de las horquillas y los empates técnicos para justificar cualquier resultado, contentar al cliente y no quedar mal ante los lectores. La participación es el comodín que no falla. Y el Rocío. Y el calor. Y las zonas costeras. ¡Lumbreras, que sois unos lumbreras! Los Panoramix de los sondeos me hacen recordar a los vaticanistas antes de los cónclaves. Que si la Iglesia mira a Asia, que si el peso del continente africano puede ser por primera vez clave, que si el clan italiano querrá recuperar el poder, que si la rebelión de los mayores de 80 años puede tener influencia en las sesiones previas...
Cite usted varias variantes, no se pille mucho los dedos y puede que acierte. ¡La horquilla, la clave siempre es la horquilla! Hemos leído que Antonio Muñoz goza de una ligera venta, que la situación de Sevilla es de empate técnico y que Oseluí podría gobernar con Vox. ¿Y cuántas entrevistas telefónicas habéis realizado para poder publicar esos titulares, almas mías? Las empresas de sondeos tienen derecho a ganarse la vida tanto como los fabricantes de champú crecepelo (que ni crece el pelo ni cuerdas de guitarra).
Lo mejor de todo es cuando se produce un vuelco electoral, un resultado absolutamente imprevisto. Entonces, ay pájaros, aparece el gran druida manejando el concepto de voto oculto para explicar que un “segmento” de votantes no ha querido confesar su verdadera intención de voto al considerar que su apoyo a tal o cual partido era de carácter “vergonzante”. ¿Y los indecisos? Qué buenos comodines son. Al final es lo que le gritaron a Rafael de Paula en las Ventas cuando se quitó de en medio al toro sin exponerse. Un aficionado le perdonó la vida: “¡Rafaé, porque el invierno es largo y hay que comer!”.
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