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La Carmela, la Constitución y la democracia

Acto en el Real Alcázar

Eduardo Saborido define en femenino los pilares de una trayectoria premiada con el galardón Manuel Clavero

Eduardo Saborido, durante su discurso. / Antonio Pizarro

Ni medallas, ni galardones varios, ni títulos de mayor o menor rango. En la vida el máximo honor es gozar del respeto. Los premios se pueden olvidar, pero el respeto permanece. Sin duda es importante que sea corroborado con reconocimientos oficiales, pero éstos también serán válidos en cuanto en tanto reconozcan trayectorias de personas que verdaderamente han hecho cosas sustanciales por la sociedad. Eduardo Saborido goza del respeto de la sociedad andaluza y ahora atesora el premio Manuel Clavero. La noche vivida en el Patio de la Montería del Alcázar fue el triunfo de la Sevilla auténtica y modesta. Saborido autentifica el premio que lleva el nombre de un andaluz que pagó convencido el precio de ser consecuente con sus ideas cuando lo tenía todo para seguir en una posición de privilegio.

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Entrega del XI Premio Manuel Clavero a Eduardo Saborido / José Ángel García

Saborido se la jugó cuando era más difícil. Tuvo la ayuda de "la Carmela", su mujer, cuando era muchísimo más complicado luchar como fémina en la sociedad del tardofranquismo. Y sufrió el infortunio añadido de que el famoso juicio (el celebérrimo proceso 1001) se celebró el día en que la ETA asesinó al almirante Carrero Blanco, lo que perjudicó a los procesados al agravar sus condenas. Han pasado muchos años y Saborido recibe un importante premio en el Real Alcázar. No está Soto, fallecido, pero sí Paco Acosta, que sigue muy activo y no olvida a quienes ayudaron a emerger al sindicato que contribuyó al milagro de la Transición, entre ellos a sacerdotes como Pedro Ybarra que cedieron los salones parroquiales para las asambleas. Están los dirigentes actuales de las Comisiones Obreras, referidas en femenino como le gusta a Saborido, aquel líder con carisma, fuerte atractivo personal y que nunca olvida sus orígenes en el barrio de los Humeros. Dijo que es ateo, que lo ha sido siempre, pero presume de descendencia muy aficionada a la Semana Santa. Y presume de esa circunstancia porque es consecuente con su defensa de la libertad. Del ateo han salido capillitas. Nada anormal. También ocurre al revés. La vida misma.

Saborido recogió un premio que es un reconocimiento a la grandeza de la Sevilla modesta, al escaso valor de la autenticidad y la sencillez. A final, el líder sindical dedicó el mayor tiempo de su intervención a su mujer, sus hijos y sus nietos. La Transición fue la gran obra que ahora es discutida por el adanismo oportunista. La familia es la institución que genera el mayor bienestar personal. Todo cuanto hizo Saborido, todo cuanto merece un galardón de prestigio de proyección más allá de Sevilla, se reduce al fin a la grandiosa sencillez de quien sabe que trabajó, se la jugó y se consagró para dejar una sociedad mejor de la que se encontró. Y en eso consiste y se resume todo. La libertad privada, la Justicia franquista, la cárcel, la amnistía impulsada por el rey Juan Carlos, la Constitución, las libertades... Todo lo dijo Saborido en femenino. La Carmela, la Constitución, las luchas sindicales, las Salesas del día de las detenciones, la democracia soñada... Pero una y otra vez la Carmela, la mujer fundamental en los momentos aciagos, como tantas que dieron la cara en las puertas de los tribunales y en las visitas a los presidios. Las Comisiones Obreras, otra vez en femenino. Ser sindicalista como forma de ser demócrata cuando todo era mucho más complejo. Es el perfil del premiado.

Hay galardones fundamentales para que las nuevas generaciones sepan que la democracia es un jardín de flora delicada que merece ser cuidado a diario, como el del Alcázar donde Saborido recibió el galardón que lleva el nombre del padre de la Andalucía moderna y moderada. Fue un acto de justicia que reconoce en Saborido a todos aquellos que lucharon por unos ideales. Saborido, Acosta y Soto, trío inseparable en el recuerdo. La Carmela, la Constitución y la democracia, trío del premiado que engrandece el gran galardón de Sevilla con proyección a toda Andalucía

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