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¿Para qué fue Carlos Herrera a visitar al rey emérito de España?

El periodista lleva con mucho sigilo el encargo de escribir las memorias de don Juan Carlos, una tarea que comenzó antes de que el monarca abandonara España y que ha continuado con su reciente encuentro en Abu-Dhabi

Don Juan Carlos y Carlos Herrera, en el reciente encuentro / M. G.

Sevilla/Es difícil que los reyes tengan amigos. Ni los príncipes. Ni los cardenales, que son príncipes de la Iglesia. La tentación de usar las amistades egregias en beneficio propio es muy frecuente y obliga a los monarcas y purpurados a extremar las precauciones. Tal vez sea por la enseñanza de Ovidio, que instaba a hacer amigos solamente “entre tus iguales”. Un amigo es aquél con el que puedes bajar la guardia, es el otro yo que decían los clásicos, es el que nunca usará tu nombre, no sólo no te comprometerá al pedirte lo que no se debe pedir, sino que no te pondrá en un compromiso ni te reprochará mañana lo que le confiaste anoche. Quizás resulta más fiable quien confiesa tener pocos amigos que quien presume de muchos. La amistad es cosa seria que conlleva tiempo, mucho tiempo. El rey Juan Carlos tiene una suerte de confesor andaluz, un periodista con el que siente muy relajado. Es sabido que cuando los periodistas triunfan con rotundidad y se les presume acaudalados dejan de ser periodistas y pasan a ser comunicadores.

Pues el rey Juan Carlos le está confiando al comunicador Carlos Herrera sus memorias, su testimonio impagable de la historia de España, el ciclo en el que pasamos del blanco y negro al color, de los dos canales a la televisión por cable, de no oler un triunfo deportivo a tener que agrandar las vitrinas y, por encima de todo, de la dictadura a la democracia en un proceso modélico que algunos llevan años tratando de mancillar.

El relato de las memorias comenzó antes de que don Juan Carlos se tuviera que marchar de España. Y ahora sigue adelante. Por eso Herrera ha estado unos días en Abu-Dhabi. Porque el libro continúa adelante.

Sí, el Rey Juan Carlos se siente como en casa con el periodista Carlos Herrera. Por eso este confesor andaluz le está haciendo un libro, un pedazo de libro que verá la luz en su momento. Muy poco se sabe de los encuentros entre ambos, pero hay algunos precedentes y detalles de esta relación que ahora se ha evidenciado con la foto que el periodista ha publicado en su cuenta de Twitter. Al término de la primera jornada de la final de la Copa Davis, celebrada en el estadio de la Cartuja de Sevilla en diciembre de 2011, el rey Juan Carlos; el entonces Príncipe de Asturias, Don Felipe, y el jefe de la Casa Real, Rafael Spottorno, se dirigieron a cenar al restaurante Oriza. Buscaron un refugio libre de compromisos oficiales. Ni autoridades civiles, ni corte de nobles. El Rey deseaba una charla absolutamente distendida con alguien que no le robara la cartera, ni le sacara fotos con el móvil para enseñárselas al cuñado de turno, ni mucho menos la publicara en una red social. Don Juan Carlos telefoneó al periodista Carlos Herrera, el cuarto comensal. Los cuatro compartieron mesa en la sala principal, sin necesidad de reservados. ¡Cayeron dos botellas de tinto! Todavía quedaba lejos –más de tres años aún por delante– la abdicación y la consiguiente proclamación de un nuevo Rey. Y más lejos quedaba que don Juan Carlos saliera de España por largo tiempo.

Herrera acudió aquella noche raudo a la llamada del Rey para cenar, como siempre atiende con celeridad sus llamadas al móvil, donde lo tiene registrado como S. M. Un día que estaba en la ducha, por ejemplo, interrumpió precipitadamente el aseo al sonar el teléfono y ver las dos iniciales en la pantalla, se lió la toalla como pudo y salió empapado al balcón para tener mejor sonido: “¡Señor, dígame!”. Y por la calle pasaban unos viandantes que tal vez pensaron que se trataba de un enajenado, o que el agua que caía era por culpa de un vecino desconsiderado que estaba regando las macetas a deshoras.

El afecto del rey Juan Carlos por el comunicador andaluz es público. Entró en directo en el primer programa del retorno a la Cadena COPE, un detallazo poco habitual en un monarca. Era el 1 de septiembre de 2015. Don Juan Carlos se confesó en público: “Has estado a mi lado en circunstancias difíciles que nunca olvidaré”. El día del 80 cumpleaños del rey, Herrera dedicó la tertulia a glosar la figura de Juan Carlos I: “Tuvimos suerte de que en 1975 llegara un hombre con la cabeza sobre los hombros”.

Si Herrera es amigo del Rey es cosa que tendrá decir el Rey. El único hecho probado es que beben tinto juntos de vez en cuando. Y que no hay una sola foto de aquella cena ni de otros encuentros. Hasta el otro día, cuando ambos posaron juntos y felices muy lejos de España. Las cosas que se comienzan, sobre todo cuando se trata de un libro, deben ser rematadas por mucho que las circunstancias hayan modificado radicalmente el panorama. La memoria es algo muy serio que también requiere de gestión. El libro será un pelotazo. Buena parte de sus páginas se escriben en el despacho que Herrera tiene en Sevilla con vistas al Guadalquivir, un lugar sin apenas sitio para toda la bibliografía sobre la Transición que el autor ha reunido para estar bien documentado a la hora de redactar las memorias del rey que devolvió a España las libertades. Y que ahora pena por asuntos por todos conocidos.

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