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La Audiencia de Sevilla ha condenado a 19 años de cárcel a un joven que sometió a su esposa a continuas violaciones, agresiones, humillaciones y aislamiento social: le obligaba a dormir en el suelo desnuda en invierno, la arrastraba entre las heces de sus dos perros, le introducía la cabeza en el inodoro, la aislaba de su familia y tildaba de “ninfómanas” a sus amigas.
La Sección Cuarta de la Audiencia, en una sentencia a la que tuvo acceso este periódico, hace un relato escalofriante del calvario sufrido por la víctima durante sus cuatro años de relación con José Carlos R. T., de 28 años, del que solo salió cuando tres amigos presenciaron las agresiones y la convencieron de la necesidad de denunciar.
La pareja empezó a convivir en 2014 y se casó en 2016. Primero en Dos Hermanas y luego en Coria del Río, la convivencia se vio marcada por el “comportamiento celoso, controlador y progresivamente violento” del acusado. La primera agresión física ocurrió en noviembre de 2014, cuando la mujer se había entretenido unos minutos charlando con una vecina y el acusado, “molesto por esa inocente expansión, sacó de debajo de la cama el tablero de una mesa y la golpeo con él en la espalda”.
José Carlos fue intensificando el aislamiento de la mujer, dificultaba que se viera con sus amigas, a las que tildaba de “ninfómanas” y pegaba a la víctima cuando le pedía visitar a su familia.
Esas visitas familiares se fueron haciendo más espaciadas y breves: aunque la mujer tenía coche propio, era siempre el acusado quien la llevaba en el suyo, pero se quedaba dentro del vehículo “dando acelerones a los pocos minutos para indicar a su mujer que debía poner fin a la visita”.
Relata la sentencia que cuando ella hablaba por teléfono móvil con su madre o su hermana, le obligaba a conectar el altavoz “para enterarse de la conversación”.
Al menos cuatro veces el acusado sumergió la cabeza de la mujer en el agua de la bañera o le apretó una almohada contra la cara, por lo que ella temió que fuese a matarla. También la obligaba a dormir en el suelo, desnuda y sin ropa de abrigo en invierno, diciéndole: “duerme como un perro”. En varias ocasiones la arrastró sobre los orines y las heces de los dos perros que tenían.
En febrero de 2018, cuando le había arrancado un mechón de pelo y se percató de ello la madre de la víctima, José Carlos explicó “en tono jocoso que se lo había causado ella misma manejando descuidadamente el secador”.
Once de los 19 años de cárcel son por un delito continuado de violación: La primera ocurrió cuando iban en automóvil y él le manifestó el deseo de mantener relaciones sexuales en el coche.
Cuando ella le dijo que prefería esperar a llegar a casa, el procesado la golpeó, la desnudó y la abandonó en ropa interior en un descampado. Regresó a los diez minutos para recogerla y cuando llegaron a casa la penetró contra su voluntad.
Cuando las violaciones tenían lugar en el cuarto de baño, el acusado “introducía la cabeza de la mujer en la taza del inodoro y accionaba la cisterna”, según otra de las agresiones consideradas probadas.
Esta sentencia ha sido la última redactada por el magistrado José Manuel de Paúl, que desde hace 20 años presidía la sección de la Audiencia de Sevilla especializada en violencia sobre la mujer y ahora se incorporará a la Sala de Apelación Penal del TSJA en Granada.
Los jueces incluyen 35.000 euros de indemnización a la víctima porque este caso “constituye un ejemplo extremo en el que la víctima vive en un estado de agresión permanente” y en “un microcosmos regido por el miedo y la dominación”.
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