El TSJA confirma la condena al padre que abusó de su hija diciéndole: "¿No quieres novio?, ¡pues toma novio!"
Delito continuado de abusos sexuales
El tribunal valora, como hizo la Audiencia, el testimonio de la víctima, que tenía 12 años cuando ocurrieron los abusos
La Sala de Apelación Penal del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) ha confirmado la condena de 11 años de cárcel impuesta por la Audiencia de Sevilla a un hombre por abuso sexual de su hija de 12 años durante cuatro meses, para lo que aprovechaba los momentos que pasaban juntos en su domicilio de Sevilla durante el régimen de visitas. El acusado hacía ver a la niña que aquello era algo normal, que “le iba a enseñar” y le decía “¿Quieres novio? Pues toma novio”.
Rafael M.M.R., de 46 años, abusó de su hija entre mayo de 2017 y el 29 de agosto, cuando la pequeña, ante el incremento de los abusos, “no pudo más” y el 4 de septiembre contó a su madre lo que pasaba y ésta presentó una denuncia. El acusado tocaba los pechos y los genitales a su hija, le daba besos en la boca, entre otros actos. Posteriormente, durante las vacaciones de julio y agosto, empezó a desnudar a su hija y se desnudaba él mismo, se colocaba encima de ella y la penetraba.
La condena incluye 10.000 euros de indemnización porque los abusos causaron a la niña ansiedad, irritabilidad, cansancio, tristeza, llanto frecuente, pérdida de peso (cinco kilos en menos de dos meses), dificultades para conciliar el sueño, depresión y bajo rendimiento escolar.
“Difícilmente un relato fabulado puede tener una afectación emocional como la que presentó la menor y que ha precisado de tratamiento psicológico”, señalaban los jueces de la Sección Cuarta de la Audiencia en la sentencia que ahora ha sido confirmada por el Alto Tribunal andaluz.
La niña temía no ser creída y las “represalias y repercusiones” a nivel familiar de su denuncia, pues quería a su padre y no deseaba verle en la cárcel. El acusado decía a la pequeña que “no se lo podía contar a nadie, ni siquiera su madre, porque él iría a la cárcel y su madre los mataría a los dos”.
En el juicio, la Fiscalía y la acusación particular pidieron 14 años y tres meses de cárcel por un delito de agresión sexual, pero el tribunal no apreció la “violencia o intimidación” necesaria para que exista violación sino solo un delito continuado de abuso sexual con la agravante de prevalimiento. En este sentido, los jueces entendieron que al acusado “le bastó con aprovecharse de la clara relación de superioridad” que tenía sobre la niña cuando se encontraba en su domicilio, derivada no sólo de la gran diferencia de edad, sino del hecho de que “era su padre, a quien la menor quería mucho”.
Junto a los once años de cárcel, Rafael no podrá acercarse ni comunicar con la niña durante 18 años y su clasificación en tercer grado penitenciario no podrá hacerse hasta que haya cumplido la mitad de la condena.
Avala el testimonio de la víctima
En su recurso, la defensa del acusado pedía la absolución alegando que la Audiencia había incurrido en un "error en la valoración de la prueba" porque el testimonio de la víctima no era fiable e incurría en contradicciones, y tampoco era convincente la declaración de la madre. Sin embargo, los magistrados del TSJA "no aprecian motivo alguno para mermar la credibilidad que la Audiencia ha atribuido al testimonio" de la menor, cuya declaración fue "directamente percibida por dicha sala de origen merced a la inmediación procesal de la cual dispone en la presencia y dirección de la prueba personal".
"No se conocen ni hay base para recelar de la existencia de motivos espurios que impulsen primero a denunciar falsamente los hechos origen de esta causa y después a mantener incólume su testimonio incriminatorio frente al acusado", señala los magistrados del TSJA. "De hecho, la defensa no ofrece siquiera dato alguno que pudiera apuntar en esa dirección más allá de una referencia al carácter supuestamente fuerte de la joven con cierta actitud rebelde propia de la adolescencia al que se alude en una de las pericias, dato éste que no se alcanza a entender de qué modo puede empañar su credibilidad".
Y concluyen que la menor ha mantenido su relato "de modo estable, coherente y sin contradicciones mínimamente relevantes desde su denuncia inicial" hasta el juicio, además de que su testimonio se ve "reforzado en su fuerza de convicción por la declaración de su madre, la cuál relata" como la niña "harta ya de ser víctima de los abusos de su padre, confió entre lágrimas a aquélla el padecimiento sufrido por esta causa en los meses anteriores, proporcionándole detalles de los actos llevados a cabo sobre su persona" por el padre.
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