El fiscal afable
Relevo en la Fiscalía de Sevilla
El nuevo fiscal jefe de Sevilla, Luis Fernández Arévalo, toma posesión este martes en presencia de María José Segarra
Lleva más de 36 años en la carrera y es un experto nacional en prisiones
EL próximo martes Luis Fernández Arévalo se convertirá en el nuevo fiscal jefe de Sevilla, en sustitución de María José Segarra, nombrada en junio pasado fiscal general del Estado. Fernández Arévalo, que desde 2015 era fiscal jefe en Huelva, tomará posesión en un acto que estará presidido por la propia Segarra y al que asistirán, entre otras autoridades de la judicatura y de la carrera fiscal, la fiscal superior de Andalucía, Ana Tárrego, y el teniente fiscal del Tribunal Supremo, Luis Navajas.
Pero, ¿quien es el nuevo fiscal que dirigirá una de las plazas consideradas de bastante prestigio a nivel nacional? Hijo de un prestigioso abogado de Sevilla, Luis Fernández Arévalo (Sevilla, 7 de julio de 1958), está casado con la abogada y actual vocal del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) Pilar Sepúlveda. Es padre de dos hijos, Pilar, que actualmente prepara las oposiciones a judicatura; y Luis, también licenciado en Derecho, que está ejerciendo la profesión en el despacho de su madre.
Fernández Arévalo sacó las oposiciones en un tiempo récord, en sólo año y medio –ahora la media está en cinco años– y su preparador fue el magistrado de la Sala de lo Social del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía Santiago Romero de Bustillo, el autor de aquella célebre sentencia que declaró improcedente el despido de un trabajador que reaccionó bruscamente ante un ataque jocoso a su ídolo, Curro Romero, el Faraón de Camas, ante lo que el juez afirmó que la admiración al torero era una “forma de entender la vida”.
Tras aprobar las oposiciones en 1982, Fernández Arévalo ha pasado por cuatro destinos –Tenerife, Málaga, Sevilla y Huelva– antes de regresar a Sevilla, y lleva en la carrera fiscal más de 36 años. Su último destino, como fiscal jefe en Huelva desde 2015, lo ocupó porque la entonces fiscal general del Estado, Consuelo Madrigal, pensó que era la persona ideal para este puesto, después de haber renovado para un tercer mandato en Sevilla a María José Segarra, cargo al que había aspirado Fernández Arévalo y que precisamente había obtenido más votos que Segarra en el Consejo Fiscal. En su etapa como jefe en Huelva, ha mejorado las relaciones entre la treintena de fiscales adscritos a esta Fiscalía.
Fernández Arévalo pertenece a la Asociación de Fiscales (de carácter conservador y mayoritaria en la carrera) y ha destacado siempre como un experto en materia de ejecución de penas y Vigilancia Penitenciaria. De hecho, durante más de dos décadas en la Fiscalía de Sevilla fue el coordinador de Vigilancia Penitenciaria. Además, tiene una fe ciega en el tratamiento penitenciario como modo de rehabilitación del reo, aunque a menudo los acontecimientos –sobre todo en algunos casos muy conocidos– le muestren la cruda realidad de que algunos delincuentes son incorregibles.
Los que lo conocen bien dicen que sería el candidato ideal para ser fiscal de Sala del Tribunal Supremo de Vigilancia Penitenciaria, una plaza que todavía no se ha creado. Cuando se ha producido algún cambio de Gobierno, su nombre ha salido ya en varias quinielas como posible secretario general de Instituciones Penitenciarias, puesto que se trata de uno de los máximos conocedores del mundo de las prisiones, donde conoce prácticamente a todo el mundo, a todos los directores de los centros penitenciarios. La mayoría de los directores de las cárceles españolas han sido alumnos suyos en la preparación de las oposiciones.
Su conocimiento es tan amplio del mundo de carcelario que, según sus amigos, sólo le queda por escribir el libro de “quien es quien” en el mundo de las prisiones. Es además autor de varios libros sobre Derecho Penitenciario y Extranjería. El nuevo fiscal jefe es coautor del Manual de Derecho Penitenciario junto a Javier Nistal, y también de una obra sobre comentarios a la ley de Extranjería y otro sobre el Código Penitenciario.
La acusación a Antonio Asunción por los malos tratos en Sevilla-II
Uno de los momentos más intensos y delicados de la carrera de Luis Fernández Arévalo se produjo a mediados de los años 90 cuando sentó en el banquillo de los acusados a los directivos de Instituciones Penitenciarias por el caso de los malos tratos que sufrieron en la cárcel de Sevilla-II (hoy renombrada como Sevilla-I) 13 reclusos que estaban considerados como muy peligrosos. Fernández Arévalo, por orden del entonces fiscal general del Estado, reclamó la absolución del entonces secretario general de Instituciones Penitenciarias, Antonio Asunción –que posteriormente fue ministro del Interior–, y de los otros directivos de Instituciones Penitenciarias procesados por estos hechos.
El asunto sobre si se debía de acusar o no a los directivos fue objeto incluso de una junta de fiscales de Sevilla, que apoyaron el criterio de Fernández Arévalo frente al impuesto por el fiscal general. Al final, el fiscal pidió la absolución de Asunción aunque presentó al tribunal un informe de conclusiones en el que estimó probado que, en virtud de sus instrucciones, se aplicó un rigor innecesario a los reclusos, que fueron obligados a vestirse con un mono, sin ropa interior, y la ropa no se cambio durante un mes.
Los malos tratos se produjeron con presos FIES (Fichero de Internos de Especial Seguimiento), considerados muy peligrosos, que estuvieron esposados durante días, se les impidió las salidas al patio durante un mes, se les retiró sus pertenencias y fueron obligados a vestir el mismo mono durante un mes, lo que llevó a estos reclusos a denuncias que había sido humillados y “tratados como perros”.
En 1995 el Tribunal Supremo archivó la causa contra Asunción –entonces aforado– y la Audiencia de Sevilla absolvió a los directivos de la cárcel al considerar que las medidas impuestas se ajustaban al comportamiento de los presos, que querían desestabilizar “todo el sistema penitenciario”.
Luis Oliver y la juez Alaya
Más recientemente, Fernández Arévalo fue el fiscal que acusó al ex consejero deportivo del Betis Luis Oliver de un delito de injurias graves con publicidad por haber comparado a la juez Mercedes Alaya con los nazis y calificarla de “loca”, lo que terminó en la condena a pagar una multa de 4.500 euros.
El ex consejero del club verdiblanco afirmó que tenía 50 guardias civiles investigándolo, añadiendo que abría un cajón y le “sale un guardia civil”. Acto seguido, con tono serio, dijo lo siguiente: “Ni los nazis hacían lo que hace esta loca”, en una clara alusión a la juez Mercedes Alaya.
Fernández Arévalo afirmó en el escrito de acusación que Oliver actuó con una “patente finalidad de ultrajar y escarnecer” a la juez por cuanto los términos empleados “no encierran descripciones defensivas o aclaratorias de la situación, sino epítetos altamente vejatorios, afrentosos y de burla ridiculizadora y humillante aplicados a la titular del órgano judicial”.
Si hay algo que Fernández Arévalo no soporta son las faltas de respeto a la dignidad de las personas. El nuevo fiscal jefe de Sevilla, según los que le conocen bien, tiene como mejor virtud su generosidad y el trato afable con todos sus compañeros. Es muy partidario del trabajo en equipo, dándole su sitio a cada uno.
Cuando alguien le critica por algo, Fernández Arévalo lo disculpa con una frase que suele repetir con frecuencia: “Cada uno es como es”. Pertenece a la Asociación de Fiscales, de carácter conservador y mayoritario en la carrera.
Fernández Arévalo es un ávido lector, que lee de todo, y es un gran seguidor del Sevilla Fútbol Club. En cuanto a los reconocimientos profesionales, posee la cruz distinguida de Primera Clase de la orden de San Raimundo de Peñafort, una de las más altas distinciones que concede el Ministerio de Justicia, y también tiene la medalla al Mérito Social Penitenciario que otorga el Ministerio del Interior, entre otras distinciones.
A partir de este martes, el nuevo fiscal jefe dirigirá a lo más de 70 fiscales que componen la plantilla en Sevilla, donde para empezar tiene previsto reorganizar los servicios para hacer una redistribución de la carga de trabajo más justa entre todos los miembros de esta Fiscalía. El fiscal afable vuelve a Sevilla.
Un proyecto con especial atención a los delitos de corrupción
El proyecto que Luis Fernández Arévalo presentó para dirigir la Fiscalía de Sevilla presta una especial atención a los delitos vinculados al fenómeno de la corrupción y así apuesta por dar un “impulso decisivo a la investigación y persecución de hechos denuncias y que puedan denunciarse en lo sucesivo, en estrecha coordinación con Cuerpos y Fuerzas de Seguridad, la Agencia Tributaria, y las demás instituciones que puedan coadyuvar a su esclarecimiento y depuración de responsabilidades”.
El nuevo fiscal jefe aboga asimismo por estimular la agilización de la fase de investigación de estos delitos con la eventual aplicación de soluciones tales como la creación de “piezas separadas, en pro de un rápido enjuiciamiento de los hechos, evitando el empantanamiento de instrucciones sumariales eternizadas en el tiempo”.
El fiscal jefe apuesta por la “asistencia y respaldo a la actuación imparcial de los fiscales Anticorrupción con respeto terminante de la actuación independiente del órgano jurisdiccional competente, sin perjuicio de los recursos procesales que en caso de eventuales discrepancias hubiere lugar a interponer por el fiscal”. Por último, apuesta el fiscal por el refuerzo generalizado de la aplicación de la figura del “decomiso” como instrumento esencial en la recuperación de activos procedentes del delito.
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