La mediación como herramienta de la vida
Formación
El abogado Javier Alés y el magistrado Miguel Ángel Fernández de los Ronderos, profesores de la Universidad Loyola Andalucía explican la importancia de este instrumento de resolución de conflictos
La mediación es una herramienta de resolución de conflictos que implica a las partes en la búsqueda de un resultado lo más satisfactorio para todos. El director del Curso de Especialización de Mediación de la Universidad Loyola, Javier Alés, lo condensa en una pregunta. "Cuando llega alguien solicitando estos servicios para alcanzar un acuerdo entre las partes en conflicto, la cuestión que le planteamos es: ¿cómo crees que te podemos ayudar?. Porque aquí, la solución tienen que trabajarla ellos. Les doy las herramientas que pueden usar, pero la respuesta está en sus manos".
El Curso de Especialización en Mediación de Loyola está destinado a los profesionales que se dedicarán a la resolución de conflictos. Aunque en principio se pensó para la rama jurídica, cada vez se están incorporando más personas que provienen de la psicología o la educación. La incorporación más reciente es de graduados en Económicas o ADE para aplicar los conocimientos en el campo de los Recursos Humanos.
Una de las claves para entender cómo funciona la mediación tiene mucho que ver con aquella frase de nuestros abuelos: "los trapos sucios se lavan en casa". "El principal problema es cambiar la mentalidad de la cultura del conflicto por la del acuerdo", señala Javier Alés. Para él es importante empezar desde el colegio. Por eso considera fundamental proyectos como Druida, dirigido a colegios e institutos donde se forman mediadores entre los propios alumnos. "Para que haya una justicia de calidad, es necesaria la mediación", asegura.
Por su parte, el magistrado del Juzgado de Primera Instancia número 13 de Sevilla y profesor del Máster Universitario en Abogacía de la Universidad Loyola, Miguel Ángel Fernández de los Ronderos considera que la mediación es "una buena idea, pero no está bien desarrollada en el ámbito judicial". El magistrado explica que no se ha desarrollado actualmente una correcta mediación intrajudicial porque una vez que se judicaliza el conflicto, es difíicl mediar. "Los tiempos de decisión judicial en España son muy largos. Hay que hacer una labor pedagógica, social y jurídica importante porque, en general, el español tiende a ser muy litigioso", añade. "Ahora mismo no está articulada correctamente la relación entre mediación y jurisdicción y las partes perciben la mediación como una dilación del proceso", asegura.
Y es que, como recuerda el magistrado Fernández de los Ronderos, había una maldición que decía: "pleitos tengas y los ganes". Hay conflictos que una sentencia no suele resolver como los familiares por una herencia, separaciones, problemas en las comunidades de propietarios, etc. Son pleitos en los que, seguramente, las partes sigan manteniendo el contacto una vez terminado el proceso judicial. "Es algo muy habitual en los conflictos entre herederos, porque siempre late un componente emocional", explica el magistrado.
Según Fernández Rondero, un juez puramente de lo civil, "la mayoría de los asuntos que veo podrían terminar en un acuerdo entre las partes". Es muy complicado que las sentencias dejen satisfechas a las partes y el acuerdo alcanzado en la mediación puede ser homologado por los jueces e incluso, si ese acuerdo no se cumple, se puede pedir su ejecución como ocurre con una sentencia. Es un proceso que tiene todas las garantías. "El problema principal es que lo urgente no nos deja ver lo necesario", asegura.
Pero la mediación no es sólo un oficio, sino un modo de entender la vida. "Los alumnos salen sabiendo que esto se puede aplicar en cualquier momento del día a día porque el conflicto es algo connatural", añade Javier Alés. Como decía una alumna: "la mediación es la profesión de la vida".
Entre los problemas que se encuentran los mediadores es la dispersión. "No hay un órgano aglutinador porque no existe ningún tipo de colegio profesional que nos acoja". Hay un foro internacional de mediadores que aglutina a más de 4.000 profesionales.
Cuando Javier Alés empezó en el mundo de la mediación, ni siquiera sabía que lo que hacía se llamaba así. "En la Expo'92 había pabellones de todos los países, con sus actividades y sus peculiaridades. Manuel Olivencia creó un grupo de negociadores cuyo trabajo era que los eventos de cada pabellón no interfirieran entre sí". La mediación no llega a ser una profesión hasta finales de los 90 del siglo pasado y eran considerados gestores de conflictos. La cobertura legal llega con la Ley de la Mediación de 2012.
Los protagonistas: las partes en conflicto
Javier Alés tiene una cosa clara. El mediador debe ser humilde porque los protagonistas son las partes del conflicto y el profesionales es una especie de observador neutro que facilita los instrumentos para llegar a una armonía. "Tenemos que velar porque las partes se atribuyan el éxito del acuerdo. Eso significa humildad", afirma.
La pandemia ha cambiado muchas cosas en la vida diaria, incluso el perfil de los clientes que llegan a la mediación. Ya no mira tanto al futuro como al día a día. "Valora el contacto, la empatía, la asertividad, y quiere soluciones inmediatas", explica Alés.
Hay que tener en cuenta que cuando se genera un conflicto en comunidades de vecinos, familia o en una pareja con hijos en proceso de separación, aunque haya una sentencia, es muy probable que las partes sigan teniendo contacto. "La mediación garantiza un acuerdo estable porque se ha llegado fruto de una negociación. Hacemos trajes a medida", afirma. "Muchas personas piensan que lo más importante es la sentencia, pero la mayoría de las veces lo más difícil es que ese fallo se ejecute", añade el magistrado. Por esta razón considera necesario conseguir que las personas interioricen que si tienen un un conflicto, "primero intenten sentarse a hablar con la parte contraria porque el compromiso alcanzado con un carácter voluntario es más fácil de cumplir", añade el magistrado. Es una forma de prevenir conflictos futuros.
Una disciplina en continua evolución
La mediación, como herramienta para la vida diaria, evoluciona según la sociedad. Ahora, con ocasión de la pandemia, se está estudiando la importancia de la comunicación no verbal, "sobre todo para las consultas telemáticas", puntualiza Javier Alés. "Los mediadores debemos ser creativos porque quienes llegan a nuestros despachos no saben qué hacer. Tenemos que ver más allá y atrevernos a hacer cosas distintas", explica Alés.
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