"El ADN nunca falla"
Fernando Osuna | Abogado
Por el bufete Osuna han pasado más de 500 casos sobre filiación paterna en los últimos 10 años, aunque no todas llegan a presentar la demanda.
Al bufete Osuna, dirigido por Fernado Osuna, en Sevilla, llegan más de 500 asuntos referidos a hijos que reclaman conocer a su padre. Si bien es cierto que no todas se transforman en demandas judiciales, ya sea por acuerdos en el proceso de la reunión de pruebas o porque el propio demandante decide no seguir adelante, el número de las que llegan a juicio rondan las 200.
Hijos nacidos de relaciones, unas veces consentidas por ambas partes, y otras seguidas por miedo a volver a un hogar familiar donde la miseria abundaba. Desde los años 30 hasta incluso entrados los 80 del siglo pasado, los hijos nacidos fuera del matrimonio y sus madres constituían un secreto a voces en muchos pueblos y ciudades donde se sabía con pelos y señales quién era el padre e incluso, se permitían prejuzgar a las madres.
Todo empezó hace unos 10 años con un caso muy llamativo de una persona de Écija, el municipio de Fernando Osuna, que tenía una gran debilidad económica, y se enteró que su padre biológico era un labrador poderoso en el pueblo. "Presentamos la demanda, tramitamos el procedimiento, se ganó y tuvo una gran difusión". El cliente, Rafael, murió hace unos años. Primero se consiguió que le consideraran hijo judicial o legal en el Registro.
A raíz de esto entraron muchos casos, incluidos de famosos como el de Juan March, Julio Iglesias, el del Cordobés, o, el más reciente el de un supuesto hijo del futbolista Samuel Et'o "y un largo etc. de personas muy famosas nacional e internacionalmente que no se pueden decir por una serie de razones".
En cualquier caso, el tema que más se repite en el despacho de Fernando Osuna corresponde a una historia tipo donde hay un hombre muy poderoso económicamente y una mujer "muy débil en los ámbitos económico, social y cultural". Este desequilibrio era enorme "cualquiera le frenaba a un marqués o a un poderoso industrial en una ciudad grande frente a una, vamos a decir, invitación a tener relaciones sexuales con él. El desamparo de la mujer en este contexto era total".
Osuna recuerda el caso de una empleada de hogar muy guapa con unos 17 años en Madrid en los años 50 "sin haber salido nunca de Écija ni saber leer ni escribir, y de pronto a trabajar en la casa de una familia muy poderosa. El señorito la seducía y la llevaba a la cama y ella no tenía fuerzas para decirle que no se queda embarazada y la despiden. Se queda en Madrid con una barriga, un despido y la vergüenza de no poder volver a su casa". Fernando Osuna afirma que estas personas han vivido auténticos dramas, "penurias económicas, sentimentales y sociales".
La clave es el ADN
Lo que resuelve la mayoría de estas cuestiones es el ADN. "El padre, en la mayoría de los casos ha muerto y los hijos reconocidos, por supuesto que no quieren saber nada del nuevo hermano o hermana porque saben que tienen que compartir la herencia". Como excepción a esta regla, Fernando Osuna recuerda un caso que se solucionó con cuatro llamadas de teléfono, literalmente, donde la hermana reconoció a su hermano de padre o otra de unos hermanos que, tras el juicio, aceptaron al hermano de padre como un miembro más de la familia "aquí hubo mucha beligerancia en el juicio y cuando terminó entendieron que había que reconciliarse".
Hay veces que se "niega la evidencia como en el caso de Julio Iglesias y El Cordobés, donde no sólo está el parecido físico sino que el ADN ha dicho que sí".
Para estos casos es necesaria la intervención del detective, que antes de presentar la demanda recoge un objeto casi sin valor en un sitio público que halla sido utilizado por el padre, si vive, o los hermanos biológicos: un cigarrillo, una servilleta de papel, o una botella de plástico. "El detective está bajo juramento y graba toda su vigilancia", explica Osuna. El ADN del presunto padre se compara con el del hijo, y si existe relación da un 99%. El objeto es mandado inmediatamente al laboratorio para no romper la cadena de custodia.
Otro requisito para que sea válida la prueba es que se haga con una finalidad lícita, "saber quién es mi padre tiene amparo constitucional en el artículo 39 de la Constitución Española", explica Osuna. Con estos requisitos, el juez suele admitir la demanda. "Junto al ADN también se aportan fotografías del padre y del hijo donde se aprecie el parecido físico; fotos donde se ve al padre, la madre y el hijo en actitud cariñosa; cartas sentimentales; o más actualmente whastapp o correos electrónicos o llamadas telefónicas entre demandante y demandado", comenta Osuna. Otras pruebas son los testimonios de amigos y vecinos.
La demanda es examinada por el Juez y, cuando la admite a trámite, llama al presunto padre y delante del magsitrado le toma saliva o sangre para una prueba de ADN. En caso de que se niegue, "la ley dice que cuando el presunto padre se niega, si hay otra prueba que apoye la petición de considerarse hijo, el juez lo va a declarar judicialmente padre", explica Osuna. "Cuando hay ADN, la sentencia suele ser estimatoria".
Hay veces que la prueba de ADN es de exclusión. Es decir, se compara el ADN del demandante con el de un hermano de madre. "De este modo se demuestra que tienen padres distintos, aunque la misma madre".
En otros casos la falta de colaboración obliga a la exhumación del cadaver del padre. "Nos hemos encontrado con situaciones como una vez en Los Palacios, que los herederos considerados legítimos exhumaron el cadaver y lo incineraron unos diez días antes de la fecha señalada por el juez para la exhumación. Esto puede llegar a ser delito porque están quitando pruebas". El juez lo consideró negativo para ellos y falló a favor del demandante.
Este tipo de pruebas es cara y no está cubierta por la justicia gratuita. "Mis clientes tienen que hacer verdaderos esfuerzos económicos para contratar al detective que hay veces que tiene incluso que ir al extranjero".
Los hijos suelen ser los que demandan
Normalmente son los hijos los que presentan la demanda porque en los años 40, 50 o 60 este tema le producía mucha vergüenza a las madres. "En un juicio se van a plasmar cosas que no son muy correctas, porque es una relación, normalmente, entre un casado y una soltera. Esto es un adulterio y hasta 1975 era un delito con cárcel. Después, cuando se despenalizó, a muchas señoras el que en un juicio se hablara sobre este tema le producía incomodidad a las demandantes porque se trataban temas muy delicados", explica.
Lo que se suele hacer es que los hijos esperan a que se muera la madre para presentar la demanda.
No solo es el dinero
En el tema de la filiación paterna no sólo están en juego las herencias y el dinero. Hay veces que lo que quieren los hijos es conocer quién es su padre. Fernando Osuna recuerda el caso de una persona con mucho dinero, que quería averiguar el nombre de su abuelo. Incluso hay quien renuncia a la herencia, "lo que quiere es saber de dónde viene. Es muy penoso ir por la vida sin saber quién es tu padre".
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