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El autor reflexiona sobre el importante retraso de la jurisdicción Social de Sevilla, donde se están señalando juicios para más de tres años
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Tengo en una de las mesas de mi despacho de la Fiscalía una hermosa serie de montones de asuntos apilados, eso sí, con orden y concierto, que han tenido entrada (hace ya tiempo) y que corresponden al segundo semestre de 2024 y a los años 2025, 2026 y 2027: todos ellos para ser minutados, esto es, para determinar si el Ministerio Fiscal va a constituirse en parte en el juicio y por lo tanto va a asistir a éste.
Se unirán a aquellos cientos que ya están incoados correspondientes a los años citados que ya están colocados por orden cronológico en sus correspondientes estanterías: no quiero pensar que pasaría si parte de estas carpetas cayera sobre la cabeza de algún funcionario o compañero Fiscal o sobre mí mismo (yo siempre digo que no tengo el menor interés en recibir alguna distinción de la Administración de Justicia).
Todo esto viene a cuento porque este periódico se ha hecho eco en numerosas ocasiones del retraso endémico existente en la jurisdicción social en nuestra ciudad, (por cierto con contradictoria respuesta del Tribunal Constitucional) y puede existir una creencia entre los sufridos y pacientes justiciables de que los “operadores jurídicos” (que expresión más horripilante) que trabajamos en aquélla no es indiferente el retraso en los señalamientos, que nos trae sin cuidado tal situación escandalosa. Desde hace varios años hago referencia en la Memoria que redacto para la Fiscalía General del Estado (FGE) de esta cuestión, pero ya se sabe que el papel es muy sufrido y lo aguanta todos (ahora quien lo soportará serán las pantallas de ordenador) pero al fin y al cabo da igual.
También hay que señalar que los ciudadanos (justiciables o no) desconocen cuál es la función del Ministerio Fiscal en la jurisdicción laboral: esto es, la defensa de los derechos fundamentales de los trabajadores y del derecho a la libertad sindical y de huelga, además de dictaminar sobre otras cuestiones técnicas como la competencia para conocer los litigios que también tienen su importancia porque puede dilatar los procedimientos. Por ejemplo, existen despidos de trabajadoras embarazadas, que han pedido reducción de jornada por cuidado de hijo, que tienen derechos de lactancia y otros permisos parentales. E igualmente aquellos que se producen por reclamaciones de los trabajadores al empresario o por situaciones de discriminación por enfermedad y/o discapacidad y que acuden a la jurisdicción social para obtener el amparo de dichos derechos. Ésta es una leve muestra de los asuntos que cada día llegan a nuestras mesas (¿Qué no caben? Pues traigan más mesas; lógico ¿no?).
Aunque en algunas ocasiones me acuerdo del Ray Bradbury y su clásica “Farenheit 451”, no hay que llegar a tales extremos y pegar fuego a los asuntos para así someterlos al olvido. No. Creo que tanto los Fiscales que nos dedicamos a esta materia sentimos en parte como nuestra la zozobra de los justiciables y en la escasa medida de nuestras pobres posibilidades intentamos estudiar y trabajar lo más dignamente posible los asuntos de cuyo despacho nos encargamos teniendo presente que detrás de cada papel hay un trabajador/a atribulado en busca de amparo para derechos que entiende conculcados, eso sí dentro de la más estricta legalidad y sujeción al derecho material y procesal, pero no es posible: estamos invadidos por todas partes de papeles o artilugios informáticos odiosos que por si fuera poco aumentan la burocracia que también cae sobre nuestros sufridos hombros como uno de los “barcos” de la Semana Santa y ojo cumpla usted religiosa o laicamente esta burocracia que parece el antiguo damero maldito que Conchita Montes hacía para el País o el laberinto borgiano (me temo que el ciego escritor argentino por lo menos no los vería con los ojos del cuerpo).
El años 2023 tuvieron entrada en nuestra Sección de la Fiscalía cerca de 2.500 asuntos a los que hay que unir aquéllos que siguen entrando cada día y el trabajo adicional que tenemos en otras materias como el derechos penal (nos privamos de poco), pero ello no significa que suframos del heroico martirio como los primeros cristianos: pienso que todos los compañeros están saturados/sobrepasados de trabajo y en algunos casos agotados y desmotivados en una labor de importancia capital para la Administración de Justicia. Pero es igual ¿Qué se hace? Poco o absolutamente nada ¿Se intenta remediar en todo o en parte la situación? Pienso que en absoluto. Eso es lo que hay.
Pero es de justicia que la ciudadanía conozca de un testigo privilegiado el esfuerzo ímprobo voluntarista y poco agradecido de jueces, Letrados de la Administración de Justicia, funcionarios y Letrados que visitamos las lóbregas instalaciones de las oficinas judiciales de los Juzgados de lo Social (el que las pensó se cubrió de gloria) con la amenaza de mandarnos a un lugar que los que la han visto comentan su parecido con una cárcel (bueno, tampoco pasa nada, allí va la jurisdicción penal).
Bueno hay parches, parches y más parches que parchean los parcheable con buena voluntad pero no deja de ser un parcheador (generalmente malo) que en algunas ocasiones parchea sobre lo ya parcheado (esto sí que tiene mérito).
Por ultimo, decir claramente que como humilde Fiscal de Provincias próximo a cumplir (me faltan días D.M.) 39 años de antigüedad en la Carrera, ajeno a toda clase de alturas celestiales o institucionales, comprendo que hay materias de actualidad (violencia de género o como la quieran llamar, delitos de corrupción, asuntos de menores y de criminalidad informática (y hago una reverencia), a los que se presta preferente atención .No soy yo quien, sumiso y obediente a lo que quieran mandar, para discutir tan altas responsabilidades. Solamente sé que ellos están en el empíreo (con sus dimes y diretes político jurídicos o jurídico políticos) y nosotros en lo que un compañero denomina “primera línea de batalla” como en la película “Senderos de Gloria” De Kubrik y que entre ambos parece haber una distancia como galáctica.
A pesar de que no cuesta la salud ahí seguimos, no al pie del cañón, sino del arma más humilde que pueda haber en cuantas guerras han sido. Pero no hay que desesperar nunca: estamos ante un consuelo cierto e indiscutible: ”siempre se puede estar peor”. Buen leitmotiv para la resignación.
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