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Una testigo protegida identifica sin duda a los tres acusados del 'crimen de las cuñadas'

Juicio por el 'crimen de las cuñadas'

La vecina segura que oyó a Anabel Deza gritar desesperadamente "¡Socorro, me están matando!"

Las dos cuñadas y el tercer acusado, en el juicio. / Belén Vargas

"Ahora que los he visto cara a cara sé que son ellos". Así de contundente se ha mostrado este martes una testigo protegida en el juicio por el asesinato de Anabel Deza Vázquez, la joven que fue asesinada de 61 puñaladas en su domicilio de La Rinconada el 19 de abril de 2016.

La testigo, una vecina que vivía en frente de la víctima, en la calle Gerardo Diego de esta localidad sevillana, ha declarado a través de una videoconferencia desde otra sala de la Audiencia de Sevilla y su imagen sólo ha podido ser vista por los miembros del jurado popular que enjuicia este caso.

La mujer reconoció a los tres acusados en las ruedas de reconocimiento practicadas durante la instrucción, si bien en 2018 identificó a otra de las cuñadas, lo que motivó que se exculpara a una de las acusadas hasta ese momento, Elena N. S., y en su lugar se imputara a su hermana Carmen. La testigo ha dicho que en el reconocimiento fotográfico se ha podido equivocar, pero ahora "cara a cara no", ha afirmado.

El fiscal ha pedido en el juicio que esta testigo identifique a los tres acusados, por lo que las hermanas Carmen y Rosa N. S. y Francisco Javier M. R. han sido situadas junto a la cámara, y la testigo protegida los ha reconocido "sin duda alguna" como las tres personas que abandonaron la casa de la víctima en un coche de color blanco, que era además el único que había aparcado en la calle esa mañana. La testigo dice que los vio desde la cancela de su casa, en lugar privilegiado y a una distancia de unos 15 metros, por lo que pudo observarlos de frente.

El día de autos, la testigo ha dicho que coincidió con Anabel en la puerta de la guardería, sobre las nueve de la mañana, y luego en la panadería, entre las 09:30 y las 09:45 horas. Y poco después cuando regresó a su casa, una vecina le dijo que en la casa de Ana estaba "pasando algo". Así, ha relatado que sintió un "chillido" y "gritos desesperados": "¡Socorro, me están matando!", fue la frase que oyó esta testigo principal del caso. Y luego se hizo el silencio y vio salir a las dos mujeres y al hombre que ha identificado como los acusados y que se marcharon en el coche "a ciento por hora".

Al inicio de la declaración, la testigo ha asegurado que siempre ha dicho la verdad y ha reconocido que "tiene miedo" a posibles represalias de los acusados porque, según ha manifestado, "son capaces de todo". También ha afirmado que la familia política de Anabel "no la quería porque era paya", la habían "amenazado muchas veces" y querían "quitarle a la niña de tres años", relatando asimismo un incidente que habría tenido lugar un mes antes del crimen en la guardería donde una de las cuñadas le dijo: "por culpa tuya se ha muerto mi hermano, paya".

En la sesión de ayer, los tres acusados negaron la autoría del asesinato y afirmaron que aquel día ni siquiera estuvieron en la casa de la víctima.

Otra testigo protegido ha asegurado que vio el día del crimen a Francisco Javier M. R. saliendo de la casa de la víctima y subirse a un Peugeot de color blanco que, según ha afirmado, conducía Carmen N. S., si bien las acusaciones siempre han considerado que era Francisco Javier quien llevaba el coche.

Esta testigo, que estaba paseando su perro por la acera frente a la casa de Anabel en torno a las 09:30 horas de ese día, ha reconocido a Francisco Javier, al que vio de perfil junto a las dos cuñadas. "Es el que salía de la casa, no tengo ninguna duda", ha afirmado la testigo, que también ha asegurado que escuchó los gritos de la víctima pidiendo auxilio: "¡Me están matando!", asegura que oyó.

Una testigo dice que la familia quería que ofreciera una coartada a otra de las cuñadas

Una de las testigos que también ha declarado en la sesión de este martes ha afirmado que la familia de las cuñadas le pidió que ofreciera una coartada a una de las acusadas en primer lugar, en concreto, a Elena N. S., que pasó dos años y tres meses en prisión hasta que fue exculpada después de que una testigo protegida no la reconociera como una de las cuñadas implicadas en el crimen.

La testigo, camarera de un bar, ha dicho que entre las siete y media y las ocho de la mañana del 19 de abril de 2016 Elena N. S. estuvo en el establecimiento y entró en el baño. Varios días después, según la mujer, el marido de Elena se presentó en el bar y le dijo que "si venían los civiles que dijera que Elena estuvo allí entre las nueve y las diez de la mañana".

Ademas, le dijeron que le "pagarían lo que hiciera falta", porque "el dinero no es problema", en el caso de que "tuviera que ausentarse de su puesto de trabajo" para ir a declarar a la Guardia Civil. La testigo ha dicho que en ningún caso fue amenaza por el familiar ni le dijeron que Elena estaba en prisión provisional, si bien ha dicho que en los día posteriores vio cómo se ponían en frente del bar, aunque no le dijeron nada.

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