Rompe la ventanilla de un coche porque quería que "le metieran en la cárcel"
El detenido quedó en libertad y la juez le invitó a tomar un café y un bocadillo
El fabricante chino no tiene registrado el vuelo del dron que vigiló la casa de María del Monte la tarde previa al robo
Los jueces tienen en muchas ocasiones una imagen de que son seres de otra galaxia, ajenos a la realidad social y a los asuntos con los que tratan a diario. Pero esa imagen distorsionada no tiene nada que ver con el día a día de la Justicia y de los tribunales. Un ejemplo es lo que ha ocurrido hace unos días en los juzgados de Sevilla. La Policía puso a disposición de la autoridad judicial a un hombre, una persona sin hogar, que había sido sorprendida in fraganti cuando rompía el cristal de un vehículo estacionado en la calzada. Un caso claro de robo con fuerza.
El detenido fue conducido a los juzgados del Prado de San Sebastián y compareció ante la juez de guardia, que le preguntó por los hechos que se le imputaban, según han relatado a este periodico fuentes judiciales. La magistrada interrogó al detenido por el robo que se le atribuía y el por qué de su conducta. La respuesta del hombre dejó atónitos a la juez, a la fiscal y a la abogada del turno de oficio que le estaba asistiendo en esa comparecencia: "¡Quiero ir a prisión! ¡Quiero que me meta en la cárcel!", le dijo el arrestado a la magistrada.
Una respuesta totalmente contraria a lo que es habitual en los juzgados, donde los detenidos lo que quieren es, precisamente, evitar su ingreso en prisión, quedar libres... Ante la singular respuesta de este reo, la juez insistió en sus motivaciones para que se adoptara tan drástica decisión. El hombre, insistió, "quiero ir a prisión y quiero hacerlo para quitarme el mono". El hombre entendía que en la cárcel no iba a tener acceso a las sustancias estupefacientes, que se le iba a facilitar metadona y todo ello podía contribuir a sacarle del mundo de las drogas, además de que tendría tres comidas al día y un techo donde pasar el invierno y las Navidades.
La juez le explicó que lo que pedía no era posible, puesto que por el delito que había cometido la Fiscalía no iba a solicitar su ingreso en la cárcel. Al final, la juez le preguntó al detenido sobre lo que quería realmente tras haber delinquido. "Señoría, lo que quiero es un bocadillo, tengo hambre".
¿Y cómo acabó esta historia? Pues, con esa juez acompañando a esta persona, que había quedado en libertad, hasta un bar próximo a los juzgados, donde su señoría lo invitó a un "bocadillo de tortilla", el que pidió esta persona, y a un café con leche. Y a continuación, el hombre se marchó de los juzgados.
Las fuentes consultadas por este periódico han explicado que este caso es más común de lo que parece, que haya personas que prefieren estar privados en libertad que en la calle. No es la primera vez que se plantea una petición como esta en los juzgados, algo que se repite sobre todo en estas fechas navideñas, algo que según las mismas fuentes debería hacer reflexionar a la sociedad.
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