Cuando el profesor de matemáticas se convierte en un ángel protector
Abusos sexuales a menores
El docente dio la voz de alarma cuando se enteró de los abusos a los que la sometía la pareja de su madre
El acusado ha sido condenado a once años y un día de prisión y pagar una indemnización de 30.000 euros
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Casi la mitad de los abusos sexuales a menores en 2020 fueron cometidos por familiares, según el estudio presentado en 2021 por la Fundación Anar, institución que ayuda a niños y adolescentes en riesgo. Una situación que dificulta a las víctimas denunciar. No son adultos ni tienen posibilidad de escapar de la casa y, además, a los niños les cuesta confiar en los mayores, por lo que es importante que las personas que estén en contacto con los más jóvenes estén preparados para detectar los abusos.
En este caso, un profesor de matemáticas de una niña de 14 años dio la voz de alarma e inició el protocolo de actuación una vez que se enteró de los abusos sexuales que sufría la menor por parte de la pareja de su madre, y que la niña reveló parcialmente a una amiga del instituto. A partir de este momento, la orientadora del centro educativo que elaboró un informe y que, tras el correspondiente procedimiento que comenzó en 2016 y que ha concluido con la sentencia de la Audiencia Provincial de Sevilla.
En ella, la Sección Séptima de la Audiencia de Sevilla condena a Evemor d. J. a once años y un día de prisión por un delito continuado de abuso sexual, a lo que se suma libertad vigilada postpenitenciaria durante ocho años y al pago de una indemnización de 30.000 euros para la víctima.
La sentencia considera probado que el acusado mantuvo una relación de pareja con la madre de la víctima desde 2005 hasta 2016. La mujer, que ya tenía con ella a su hija mayor, trajo a vivir a España a la pequeña en 2007. La niña tenía entonces cinco años y hasta entonces había estado al cuidado de una abuela en el país de origen.
Entonces y hasta 2011, la mujer vivió con sus dos hijas y el hijo del acusado en un piso de Sevilla al que Evermor "acudía con asiduidad" llegando incluso a dormir cuando se lo permitía su trabajo como guardés en una finca de Carmona hasta que decidieron irse todos a vivir allí, dejando el piso de Sevilla. Sin embago, la madre duró allí pocos meses porque "las discusiones con D. Evermore d. J. la llevaron a marcharse, y no regresaría hasta el mes de abril de 2016 haciéndolo ya con dos hijas menores de edad".
Según la sentencia de la Sección Séptima de la Audiencia de Sevilla, desde los años 2007 y 2008 y hasta los primeros meses de 2016, el acusado, "aprovechando los momentos" en que la más pequeña se encontraba sola en el piso de Sevilla o cuando la llevaba a la finca con él, "sometió a la misma a prácticas sexuales de distinta naturaleza que comenzaron en edad temprana".
La sentencia considera que el acusado se aprovechó "de la autoridad que se arrogaba frente a la menor como figura de referencia paterna, posición que se atribuía y que le permitía controlar su horarios, sus tareas escolares, la marcha de sus estudios, sus salidas, sus amistades, siendo además la persona de la que dependía". De este modo, el acusado "consiguió persuadir a la menor de que no contara nada, haciendo comentarios delante de su madre y del resto de la familia de que era una inútil y una vaga, convenciéndola de que nadie la creería, y que la enviaría a alguna institución"
Esta situación se prolongó hasta que la niña, que entonces tenía 14 años y su madre, denunciaron ante la Guardia Civil de Carmona.
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