Los dos policías y el guardia civil acusados de custodiar un cargamento de cocaína tenían una “relación estable extralaboral”
Narcotráfico
El inspector jefe de Asuntos Internos, que analizó sus conversaciones en una aplicación de mensajería privada, afirma que su intención era "ocultar lo que estaban haciendo" al margen de sus trabajos oficiales
El testigo destaca una charla en la que el subinspector le decía a otro acusado que no se preocupara por la crisis económica, que "no iba a afectarle" porque iban a ganar "una importante cantidad de dinero"
Cinco policías confirman que dos compañeros ayudaron a unos narcos a llevar 365 kilos de cocaína desde Málaga a Sevilla
Siete policías declararon ayer en una nueva sesión del juicio que se está celebrando en la Sección Tercera de la Audiencia de Sevilla contra once presuntos componentes de una red de narcotráfico que en el verano de 2022 introdujo en España 365 kilos de cocaína procedente de Colombia. Entre los acusados hay dos policías nacionales (un subinspector de la Unidad de Familia y Atención a la Mujer y un agente de la Brigada de Seguridad Ciudadana) y un guardia civil. Ninguno está saliendo bien parado de los testimonios que han aportado ya los numerosos policías nacionales que vigilaron el traslado de la droga desde el puerto de Málaga al polígono Novapark, en Carrión de los Céspedes, y ayer tampoco corrieron mejor suerte, en especial después de oír al inspector jefe de Asuntos Internos de la Policía Nacional. Este mando reveló que los tres mantenían una “relación estable extralaboral fuera del ámbito” de sus respectivos Cuerpos y aseguró que en sus conversaciones se notaba “la intención de ocultar lo que estaban haciendo”.
El testigo explicó que su investigación comenzó cuando el Grupo 42 de la Brigada Central de Estupefacientes le comunicó que se había aprehendido una gran cantidad de droga y que “estaban implicados dos policías nacionales y un guardia civil”. “Los tres ya habían sido vistos en reuniones de 2021. Tenían una relación estable extralaboral fuera del ámbito de la Policía Nacional y la Guardia Civil”, destacó.
El jefe de Asuntos Internos firmó un atestado fechado el 23 de diciembre de 2022 cuyo eje era el volcado de los móviles de los dos policías investigados. “Sus conversaciones hacían pensar que llevaban realizando labores de seguridad extrapolicial a lo largo del tiempo. Además, usaban una aplicación de mensajería, Signal, que ya denota ciertas precauciones por la seguridad de sus comunicaciones”, detalló.
En esas charlas se traslucía “el dolo de ocultar lo que estaban haciendo”, añadió el responsable de Asuntos Internos, que citó una “referencia” del subinspector “a que iban a ganar una importante cantidad de dinero”. “Hablaban de la crisis de 2022 y él les decía que no se preocupasen porque la crisis no les iba a afectar, aunque no hubo ninguna referencia explícita a sustancias estupefacientes”, aclaró.
La hipótesis que manejaron los investigadores de su departamento fue que estaban “bajo las órdenes del exinspector Joaquín Torres”, muy reconocido en su día por su labor en el puesto fronterizo de Algeciras, y que “al menos” realizaron tres operaciones: la vigilancia del camión que transportó la cocaína, “el control de movimientos del fallecido Javier Biosca” (un supuesto estafador de criptomonedas que se suicidó en noviembre de 2022) y “labores de escolta de un promotor inmobiliario”.
Así crearon un “perímetro de seguridad” al camión en la A-92
De los tres policías nacionales que participaron en el seguimiento del contenedor donde estaba oculta la droga y que comparecieron ayer como testigos, la declaración más llamativa fue la de un agente que estuvo tanto en Málaga como en la A-92, al menos en el trayecto hasta el polígono La Isla, donde el camión hizo noche el 14 de septiembre de 2022 antes de llegar a Carrión de los Céspedes al día siguiente. Este policía describió el modo en que sus dos compañeros del Cuerpo y un escolta del Ministerio del Interior, montados en un Audi A6, custodiaron el traslado del vehículo con la sustancia estupefaciente. “Aceleraban y desaceleraban, se ponían a 130 kilómetros por hora y después a 80 kilómetros por hora para colocarse detrás de la cabeza tractora. Hacían un contorneo para crear un perímetro de seguridad y vigilar todos los vehículos que se le acercaban”, contó.
Una vez en Dos Hermanas, “se bajaron del coche y miraron de manera descarada dentro de los vehículos por si había alguien haciendo un trabajo policial o preparando un vuelco”, esto es, cuando alguien roba droga a unos traficantes. “Daban constantes vueltas por el lugar. Su único objetivo era localizar a policías”, insistió.
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