La Policía detectó "valoraciones sesgadas" en el concurso de la mina de Aznalcóllar pero no logró ninguna prueba de amaño

Tensa sesión con continuas discusiones entre las defensas y el inspector jefe de la UDEF, que asegura que "dos o tres funcionarios" puntuaron "siempre en el mismo sentido" a favor de Minorbis y contra Emerita

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Giro en el juicio de la mina de Aznalcóllar: el asesor de la Policía fue condenado por su gestión en Minas de Riotinto

El inicio del juicio por el concurso de la mina de Aznalcóllar.
Panorámica de la sala donde se celebra el juicio por el concurso de la mina de Aznalcóllar. / juan carlos muñoz

La séptima jornada del juicio por el concurso de la mina de Aznalcóllar, que se celebra en la Sección Tercera de la Audiencia de Sevilla, se dedicó exclusivamente al importante y esperado testimonio del inspector jefe de la Policía Nacional que dirigió la primera parte de la investigación judicial. El testigo, que estuvo declarando durante más de cuatro horas, protagonizó sin duda la sesión más tensa, lo cual no es poco teniendo en cuenta que las anteriores no fueron un dechado de armonía. Entre sus discusiones con las defensas de los dieciséis acusados y varios bucles casi interminables sobre determinados puntos de su atestado, el policía aseguró que detectó "valoraciones sesgadas" de dos o tres funcionarios que "casualmente iban siempre en el mismo sentido", esto es, a favor de Minorbis y en perjuicio de Emerita. Eso sí, el compareciente acabó reconociendo que, si bien vio "indicios de que el concurso fue amañado", en realidad no llegó a conseguir ninguna prueba. "Le corresponde a otro determinar si los indicios son pruebas", advirtió.

El testimonio de R.S. estuvo plagado de continuas discusiones con casi todos los abogados, perlas tipo "a veces una puesta de sol sirve para enamorarse" e intentos vanos del tribunal por poner algo de paz entre tanto barullo e interrogatorio que no conducía a ninguna parte, pero lo primero es lo más importante: las supuestas irregularidades en la proclamación de Minorbis-Grupo México como ganadores frente a Emerita-Forbes&Manhattan. El ex inspector jefe de la Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal (UDEF), ya jubilado, habló de "valoraciones sesgadas" en determinados miembros de la Mesa o la comisión técnica del concurso o de "discrepancias e incongruencias". "Casualmente, el sesgo iba siempre en el mismo sentido. No decimos que fuese intencionado, pero casualmente cuando había posibilidad de interpretar algo en un sentido u otro, algunos de los técnicos hacían caer su valoración siempre en el mismo sentido. También es verdad que después la Mesa lo enmendaba", indicó.

En su atestado, el policía aseguró que una ingeniera de minas había "sisado" puntos a Emerita. En el juicio se ratificó con un pequeño matiz. "Quizás no sea la palabra correcta, quizás suene un poco raro, pero en definitiva el hecho es que se restan puntos en pequeñas consideraciones y eso permite que una licitadora venza a la otra por un pequeño margen de puntuación", explicó.

Algo más tarde, aún en el turno de pregunta de las acusaciones, el testigo incidió en lo mismo pero sin generalizar, aunque en el banquillo se sientan dieciséis personas. "Hay muchas valoraciones que se ajustan a la realidad y también hay discrepancias o anomalías. Hay dos o tres [técnicos] cuyas discrepancias son más visibles, no porque estén predeterminados a una u otra cosa pero llama la atención sobremanera. Una de las investigadas nos dijo que dos y dos no pueden ser cinco... salvo que la ley lo permita", refirió. Y aunque costó que dijese nombres, acabó dando los de dos procesados como las "personas muy concretas" que en su opinión protagonizaron "las cosas más llamativas".

El abogado de una de ellas, la ingeniera de minas, fue la primera defensa en cuestionar al testigo. Ahí empezaron a saltar las primeras chispas porque el letrado, lógicamente, le preguntó por qué había usado palabras como "sisar", "absurdo" o "grotesco" para referirse al trabajo de su clienta. "Se utiliza un lenguaje u otro dependiendo del grado de erudición de cada día", contestó con sarcasmo. "Hay técnicos que hacen valoraciones correctas y adecuadas y otros que hacen valoraciones incorrectas o inadecuadas. Y este es el caso de P.O. [la acusada en cuestión]. Ella manifestó que si Emerita se equivocaba, era su problema, y no lo reflejamos en el atestado. Si una ingeniera, o lo que sea, hace una valoración que no se ajusta a la realidad o no es lógica, lo reflejamos", se explayó. "No creo que sea necesario consultar la jurisprudencia o la ley de contratación pública para ver que si se hace un cálculo equivocado, eso es una desviación grotesca del sentido común", añadió.

"No todos los funcionarios hacen valoraciones que llamen la atención", insistió ya casi al final de la interminable sesión. "Si dos y dos son cuatro, no tenemos ningún comentario que hacer. Pero en algunos apartados aparecen claros signos de arbitrariedad. Donde aparece la anomalía, lo hacemos constar", alegó antes de citar de nuevo a la ingeniera de minas: "No sé si las valoraciones sesgadas fueron un mal día de esta funcionaria o hubo un contubernio para una macroestafa".

A pesar de este matiz, la impresión es que el testigo sí creyó que de verdad hubo delito en el concurso de la mina. "Esto tiene un origen político y un origen administrativo. Hay una serie de actos que no he podido probar, pero hay indicios de que un organismo público hace una interpretación sesgada a favor de uno y en perjuicio de otro, y eso es lo que denunciamos", afirmó. "No llegamos más allá porque la investigación se corta tras la declaración de los funcionarios. Se tendría que haber hecho otro tipo de investigación, pero la jueza consideró que no era pertinente. Nosotros, encantados de la vida", lamentó. La magistrada, que recurrió en una segunda fase a la Guardia Civil, archivó de hecho la causa hasta dos veces, pero en ambas se lo tumbó la Sección Séptima de la Audiencia.

"Yo no soy minero, soy policía"

Tras un receso, en el que por cierto el abogado de la ingeniera y el testigo charlaron por fin de forma amigable, prosiguió el juicio y se reanudó la gresca. Como los abogados hicieron muchas preguntas sobre cuestiones técnicas, el interrogado eligió respuestas como "me está preguntando usted una cosa que es imposible que yo sepa", "ni lo sé ni debería saberlo", "no necesito consultar a nadie para que a mí me resulte extraña una valoración" o, a modo de corolario, "yo no soy minero, soy policía".

"Esto no lo recuerdo, y si lo recordase le diría que es falso", dijo también cuando fue cuestionado por un supuesto comentario inapropiado que efectuó durante la investigación. "Lo que yo digo es cierto, ahora usted lo manipula o lo tergiversa", le espetó a otro. "Sé qué es el punto de equilibrio, ¿se lo digo en español o en inglés?", le soltó a un abogado que le requería sobre cuestiones económicas. "Me llama la atención. A veces una puesta de sol sirve para enamorarse", reflexionó de repente ante una pregunta de por qué algo del concurso le había llamado la atención. Y como colofón a este repertorio de contestaciones surrealistas, esta miniconversación con el abogado de María José Asensio, ex directora general de Minas, a la pregunta inicial de quién lo había asesorado: "He preguntado a muchas, muchísimas personas", indicó primero; "¿y cómo les preguntaba, como amigo o como policía?", replicó el letrado; "depende de la hora", zanjó el policía.

El bucle del asesoramiento

Esa vertiente de la investigación, la del asesoramiento o no asesoramiento que tuvo la UDEF, concentró gran parte de la sesión y fue el origen de esos bucles infinitos en que se sumió la mañana. "Así no nos enteramos nadie", irrumpió el presidente del tribunal en uno de esos lances, cuando la sesión rozaba ya las cuatro horas. Pero todo había comenzado mucho antes, casi en la primera pregunta del abogado de Emerita. "Para los temas técnicos no, sólo solicitamos una persona especialista en el tema del agua", respondió. Esa persona era Luis A.B., que ya fue protagonista hace una semana porque el abogado de la ingeniera de minas reveló que este asesor policial había sido condenado por la gestión de otra mina, la de Riotinto.

Y fue de nuevo en el turno de este letrado cuando el policía, que se ve que tenía ganas de replicar a lo publicado hace una semana, se quedó a gusto para explicar por qué había recurrido a este hombre. "Mi formación específica en normativa minera es nula, pero nosotros investigamos delitos y para eso no es necesario tener ningún tipo de formación minera o geóloga", aseveró primero. Y después ya se centró en Luis A.B., al que fue a "consultar" a la Jefatura Superior en La Coruña, pues por allí residía el experto.

"No nos asesoró en nada", aseguró a continuación, para sin solución de continuidad decir: "Durante dos días consecutivos realizó su valoración. Ese fue todo el asesoramiento". Y en cuanto a su posterior condena... "Para nada nos interesaba si tenía algún tipo de problema judicial o no, nos constaba que trabajó muchos años en Riotinto y que llevó la problemática de la balsa. Nos dijo que las sumas [de la comisión técnica] estaban mal hechas y que es imposible que el agua se reciclara", explicó también.

El debate del asesoramiento no acabó ahí. El inspector S., que insistió varias veces en que no necesitaron más ayuda que la del susodicho Luis A.B. y la de "un científico del CSIC", también reconoció por otra parte que en realidad sí que habló con "muchísimas personas" a las que sin embargo no citó en su atestado. "Nosotros no sabemos de todo. Es más, no sabemos de nada. Para absolutamente todos los asuntos consultamos", destacó. Ahora bien, "si para cada párrafo tuviésemos que hacer un máster en geología o minería, entonces este proceso todavía estaría en fase iniciaria. Cuando ponemos algo, se lo consultamos a alguien que sabe", detalló. A modo de resumen, claro, porque las preguntas sobre el asesoramiento se repitieron hasta la saciedad para desesperación de los jueces: durante muchos minutos, uno de ellos no dudó en taparse la cara con las manos mientras su compañera se lo tomaba con más resignación y el presidente se las veía y se las deseaba para que tanta discusión estéril no eternizase la sesión.

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