Visto y Oído
Francisco Andrés Gallardo
Emperatriz
Tres contra uno
Pasada la medianoche del 1 de noviembre de 2020, cuatro jóvenes de El Cuervo quedaron para pegarse en un camino apartado del pueblo. Eran tres contra uno y se trataba de “una pelea mutuamente aceptada”, según la Fiscalía. Tres de ellos acabaron con heridas de distinta índole, así que el que iba solo denunció al trío rival y el trío rival denunció al que iba solo. El suceso y las denuncias, sin embargo, se quedarán en nada porque, una vez que el caso llegó a juicio en la Audiencia de Sevilla, los cuatro se pusieron de acuerdo para no declarar y el único testigo presencial de los hechos afirmó que no se acordaba de nada.
Los hechos, como queda dicho, supuestamente ocurrieron hace algo más de dos años, según la fiscal. Juan R.C., de 29 años, golpeó a los hermanos Francisco José T.C. y David T.C., de 27 y 24 años, respectivamente. El primero sufrió contusiones en el brazo izquierdo, la mano derecha y la rodilla izquierda, además de un esguince en el tobillo derecho. El segundo, una excoriación en el hombro izquierdo y varias contusiones en la cara, las manos y el pie derecho.
Por el otro lado, los hermanos y el cuarto acusado, Donato G.R., de 21 años, propinaron a Juan R.C. “puñetazos en la cara y patadas por todo el cuerpo”. Esta víctima, de acuerdo con el parte referido por la Fiscalía, padeció un traumatismo en el ojo izquierdo y necesitó que le suturaran la herida y curas periódicas. Y sobre todo acabó con una secuela estética moderada por una cicatriz en el ala nasal izquierda, otra en el párpado inferior y una tercera bajo la órbita del ojo dañado. Por estos hechos, los tres estaban acusados de un delito de lesiones con deformidad.
A pesar del mutuo acuerdo previo, plasmado en que los cuatro investigados firmaron el acuerdo económico para las respectivas indemnizaciones en la misma puerta de la Sala antes de entrar al juicio, la fiscal elevó a definitivas sus conclusiones y mantuvo su petición de que los tres principales acusados, todos con antecedentes penales, sean condenados a cuatro años de prisión por las lesiones con deformidad y dos multas de 900 euros por otro delito de lesiones leves. Y para Juan R.C., el mismo castigo económico.
Para más inri, el juicio, que apenas duró cinco minutos, estuvo aplazado durante más de dos horas porque uno de los encausados, en vez de personarse en la Audiencia, estaba trabajando en Sanlúcar de Barrameda. Los jueces de la Sección Cuarta tuvieron que esperar a que el joven saliese de allí, parase en El Cuervo a cambiarse de ropa y llegase hasta Sevilla.
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