El instituto de Sevilla que tuvo a dos pedófilos en nómina

Delitos contra menores

El profesor del centro de Alcosa que filmó desde su casa a miles de niños y niñas no es el primer caso: un conserje ya fue condenado en 2013 a más de diez años de cárcel por corrupción de menores y abusos

Manuel M.C. regalaba móviles, bicicletas o excursiones a Isla Mágica a los jóvenes y los invitaba a bañarse en su piscina, dentro del recinto del instituto; cuando fue denunciado, intentó huir a Dinamarca

Un conserje de instituto acepta diez años y medio por abusar de alumnos

Un profesor que espiaba a niños y niñas del Parque Alcosa alcanza un acuerdo con la Fiscalía y se libra de la cárcel

El patio del instituto donde trabajaron los dos condenados.
El patio del instituto donde trabajaron los dos condenados. / M.G.

Un centro educativo, por su propia naturaleza, debe ofrecer un entorno de máxima seguridad a sus estudiantes. Un instituto de Educación Secundaria del Parque Alcosa, sin embargo, es triste noticia por todo lo contrario a pesar de que su compromiso contra la violencia, en cualquiera de sus formas, es patente en las actividades que realiza anualmente. Pero la realidad es que dos de los profesionales que han pasado por sus instalaciones han sido condenados en firme por delitos contra la intimidad y la indemnidad sexual de menores de edad. El último fue un profesor que acumuló una cantidad ingente (e indecente) de material audiovisual sobre niños y niñas del barrio. Y el primero, un conserje que dio el salto de lo virtual a lo real, corrompió a siete menores y abusó de tres de ellos en su casa, que para más inri estaba dentro del recinto del instituto.

Esos hechos, los primeros cronológicamente hablando en este truculento relato, fueron enjuiciados hace una década. La sentencia fue dictada el 22 de abril de 2013 por la Sección Primera de la Audiencia de Sevilla y el ponente fue el magistrado Juan Antonio Calle Peña, que años después se hizo famoso por dirigir el juicio político de los ERE y condenar a Manuel Chaves, José Antonio Griñán y otros ex altos cargos de la Junta de Andalucía. Aquel caso no tuvo tanta repercusión mediática, pero la pena aceptada por el pedófilo no fue precisamente liviana: Manuel M.C., para quien la Fiscalía llegó a pedir veinticinco años de cárcel, se conformó finalmente una condena de diez años y medio: cuatro por un delito continuado de corrupción de menores; cinco por tres delitos de abusos sexuales; seis meses por provocación sexual; otros seis meses por exhibicionismo; y seis meses por tenencia de pornografía infantil. Al conserje, que tenía 51 años cuando empezó a abusar de sus víctimas, también se le impusieron seis años de libertad vigilada en los que no podría acercarse a ninguna de ellas ni desempeñar ninguna actividad en centros educativos o de cualquier tipo donde hubiera menores. Y además tuvo que indemnizar con 6.000 euros a cinco de los menores.

Manuel M.C. fue conserje del instituto durante once años, es decir, desde principios del siglo XXI, y cometió distintas tropelías “de forma ininterrumpida” entre mediados de 2008 y julio de 2012. Así lo narra la sentencia, que fue firme desde el principio porque había sido el resultado de un acuerdo entre las partes. Lo que hizo el hombre fue ganarse la confianza de “menores que estudiaban en el centro o que frecuentaban sus instalaciones” ofreciéndoles su vivienda para cambiarse de ropa, ver la televisión, jugar a la consola, merendar y bañarse en su piscina privada. “Muchos de los jóvenes contaban por aquel entonces con alrededor de once o doce años”, refería el tribunal. El pedófilo se salió con la suya y “al poco tiempo” de emprender este plan logró que las visitas de los menores se convirtieran en un “hábito”.

El siguiente paso, siempre “con el propósito de satisfacer sus deseos sexuales”, fue efectuar tocamientos en las piernas a los menores. Les decía que eran “bromas” o “muestras de cariño”. Si rechazaban esos gestos, “se mostraba disgustado, les reprochaba todo lo que hacía por ellos y llegaba a decirles que se haría daño si no le querían”. Y para acabar de convencerlos los “agasajó” con regalos de toda clase: móviles (hasta les pagaba las facturas), bicicletas, botas de fútbol, excursiones a la playa o a Isla Mágica, tablets... Así persuadió a los menores para que permitieran que esas prácticas íntimas fuesen “cada vez a más”. También les proyectaba películas eróticas y les daba acceso al material pornográfico que guardaba en sus ordenadores y discos duros externos. Y por último los invitó a bañarse desnudos en su piscina junto con él.

Estos abusos fueron cometidos en dos tandas: entre finales de 2008 y mediados de 2010 los perpetró con dos niños de doce años; y desde finales de 2011 hasta el verano de 2012, con otros cinco menores de entre trece y diecisiete años. A principios de julio de 2012, otro menor del instituto supo de estas relaciones sexuales a las que estaban “sometidos” algunos de sus amigos e informó al centro escolar. “Consciente de la repercusión de la noticia”, Manuel M.C. preparó entonces su huida: pidió una excedencia voluntaria y contrató un vuelo a Copenhague que iba a despegar el 11 de julio para así evitar su detención. Pero no se salió con la suya y fue detenido en Sevilla dos días antes.

Diez años después de este caso, el turno fue para un profesor con varias décadas de docencia a sus espaldas no sólo en el instituto de Alcosa, sino en otros centros de Bachillerato de la provincia. Este hombre, Juan Carlos C.C., fue juzgado en la Sección Cuarta de la Audiencia de Sevilla y también alcanzó un pacto con la Fiscalía: aceptó tres años y cuatro meses de prisión (que no cumplirá al ser favorecido con la suspensión de la ejecución de esa pena) por un delito de tenencia y distribución de pornografía infantil (por los miles de archivos pedófilos que descargó y compartió con otros usuarios) y tres años por tres delitos continuados contra la intimidad (por filmar más de 1.400 vídeos de menores en el colegio que hay junto a su casa, en los pisos de los vecinos y en un campamento nudista).

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