La oposición a Notaría: esfuerzo, constancia y una lección para la vida

Además de una disciplina de estudio, los futuros notarios tienen el apoyo de los preparadores, fedatarios que deciden dedicar parte de su tiempo a guiar en el camino a los nuevos profesionales

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La importancia del esfuerzo en la preparación a notaría / José Ángel García

Cuando alguien decide preparar las oposiciones a Notaría, sabe que es una carrera de fondo en la que cada vez que se participa, se juega la vida. Como ocurre entre los atletas, para conseguir estar en el podio tienen el mismo peso las habilidades de deportista como la capacidad del entrenador para llevar al límite estas capacidades. 

Los notarios que preparan a opositores hacen este trabajo de una forma completamente desinteresada –en la parte económica– pero con mucho interés vocacional. Una de estas personas que sacan tiempo de sus tareas como fedatario para tomar temas y orientar a futuros compañeros es Amalia Cardenete Flores. Es notario desde 2005 y lleva 17 años ejerciendo como preparadora. Es más, lleva tres convocatorias seguidas metiendo alumnos en el dictamen, la tercera de las pruebas y la más decisiva.

Hay miradas que rebelan todo. El entusiasmo siempre es contagioso y, en esta ocasión, el esfuerzo y la disciplina, también. La cara de Amalia Cardenete Flores, cuando hablan los tres fedatarios que ha preparado durante la oposición es la de una madre orgullosa de “sus hijos notariales”. Jesica Castro Salgueiro, Eduardo Casquete de Prado Montero de Espinosa y Carmen Fernández Pérez. “Estos jóvenes son verdaderos influencers”, afirma rotundamente.

Para ser notario hay que estudiar, y mucho, tener disciplina casi monacal y tener claro lo que se quiere conseguir.Pero también es necesario un guía que haya pasado por lo mismo. Que sea capaz de indicar cómo superar los obstáculos que van apareciendo en el camino. 

Eduardo Casquete de Prado Monterio Espinosa, Amalia Cardenete Flores, Jesica Castro y Carmen Fernández Pérez / José Ángel García

Ella ha sido el empujón necesario para que hoy en día Jesica Castro Salguero, Eduardo Casquete de Prado Montero de Espinosa y Carmen Fernández Pérez sean notarios. Cuando terminaron sus carreras y se plantearon opositar a notarías sabían que era un trabajo duro, un camino en el que se estudia nueve horas al día, los tiempos de ocio están milimétricamente medidos, etc. “Va a contracorriente porque es la época en la que el resto de compañeros y amigos se va de fiesta, comienzan a casarse, a tener hijos, y tú estás estudiando y dándole vueltas al temario”, explica Amalia Cardenete. “Para conseguirlo es fundamental la constancia, el esfuerzo, la disciplina y el respeto al preparador”, explica. Jesica Castro lo explica muy gráficamente: “Mientras preparas las posiciones, le pones el botón de pause a tu vida para llegar a la meta”. 

“En esta sociedad donde la capacidad de trabajo, de esfuerzo y el sacrificio, parece que no se lleva, estos muchachos lo dan todo. Pero no sólo eso, demuestran una gran capacidad de trabajo. Si se vienen abajo, se levantan. Ayudarlos en este proceso en este camino ha sido maravilloso . Ver cómo han respondido y, gracias a Dios, como han llegado al éxito”, recalca la notario y preparadora.  

Desde que ella sacó la oposición en 2005 hasta ahora han cambiado algunas cosas. “Les ha tocado opositar en unos momentos muy buenos en el sentido que depende sólo de ellos. Si está preparado y sabe hacerlo bien, entra. Ahora no existe tanta competencia como en mi época porque hay menos jóvenes que quieran opositar a Notaría”, afirma Cardenete. 

El notario es vocacional. Algunos tienen claro desde siempre que quieren ser fedatarios. No es este el caso de Eduardo Casquete de Prado. “A pesar de que mi padre es notario, renegué de opositar durante la carrera. En la Universidad, quizá nos enfocaban demasiado a salir a despachos grandes donde parece que eres un engranaje en una cadena de montaje y a mí me parecía una forma muy fría e impersonal como enfocar el trabajo. Prefería ejercer el Derecho de un modo más cercano, como ocurre en la Notaría”, asegura. Él ejerce actualmente en la provincia de Cádiz, en Trebujena y estuvo preparándose durante cinco años.

Una escuela de vida

Jesica Castro Salguero está actualmente en Cataluña. El paso por la dura preparación de la oposición, en su caso fueron seis años, le ha servido, entre otras cosas, para estar siempre al día. “Te obliga a estar continuamente actualizándote. El trabajo en la oficina de ahora no tiene nada que ver con el de hace unos cinco años. Te da mucha fortaleza y atrevimiento, porque si te has atrevido a enfrentarte un tribunal y a cantar los temas los llevaras como los llevaras, al final te enfrentas a lo que sea. Ha sido una escuela de vida”. 

Quien tiene más fresco el peso del silencio de los pasillos anteriores a la sala del examen es Carmen Fernández Pérez. Ella sabe mucho de caer, levantarse y darlo todo por un sueño. La espera de tantos años mereció la pena porque es la séptima mejor nota de las últimas oposiciones, que se celebraron en Barcelona, donde hubo 92 aprobados. La prueba a la que se enfrenta consta de cuatro ejercicios: dos orales y dos prácticos. La convocatoria anterior suspendió la tercera de las pruebas. “Eso es muy duro. Ahora sé que puedo con todo. Una vez que apruebas ya cualquier problema es insignificante “. Han sido diez años y medio “donde he aprendido a tener una gran capacidad de superación”.

El trabajo de preparador no solo precisa tiempo, sino también implicación. “Es también devolver lo recibido. También tuve un notario que me tomaba los temas. Fue Antonio Ojeda Escobar. En los últimos 17 años, he sido yo la que ha estado midiendo los tiempos, controlando las exposiciones de otros opositores. Es una experiencia que enriquece mucho. Son chicos que vienen con ganas de comerse el mundo”. Ahora se tomará un descanso en la preparación y no descarta volver a tomar la tutela de jóvenes opositores.

Estos notarios echan de menos una escuela de prácticas, algo que está regulado para otros juristas como jueces o fiscales, pero que no existe en los fedatarios. Actualmente, una vez que se pasan los cuatro exámenes, hasta que se adjudica la plaza, suelen realizarse prácticas en las notarías de los preparadores. “Pero es algo que no está reglado como ocurre con otros profesionales jurídicos”, aclara Amalia Cardenete. 

Trato cercano

Los tres que actualmente están trabajando comparten que tienen la notaría en un pueblo. “No tiene nada que ver con una gran ciudad, donde se ha perdido en ocasiones la cercanía. Asesoramos, hablamos, tenemos un trato directo y cercano con los clientes, que en muchas ocasiones llegamos a conocer tan bien que sólo con mirarle a la cara sabemos qué les pasa”, explican. Para Jesica Castro, “esta profesión permite elegir la vida que quieres tener”. Al final, todos tenemos que pasar en algún momento por la notaría: firma de hipoteca, testamento, e incluso bodas y divorcios. 

El temario es extenso, “pero no tanto en el número de materias que entran si no por lo extenso que son”. Los orales tienen 125 temas de Derecho Civil, que son muy densos; 35 de Derecho Fiscal; 51 de Mercantil; 65 de Hipotecario; 34 de Notarial y 30 de Derecho Administrativo y empresas. En líneas generales se tarda un año, con 9 horas de estudio diarias y una jornada de descanso a la semana, en ver el temario. “En darle una sola vuelta, ahora hay que repasar, fijar los temas, etc”. Pero no sólo es estudiar. Los exámenes tienen su puesta en escena, hay que conocerlos muy bien para ser capaz de exponerlos en un tiempo limitado: cuidar la vocalización, eliminar los titubeos, controlar el cronómetro. 

Una tensión que marca a la persona que ha pasado por la tensión de los pasillos de los tribunales de las pruebas. “Te vuelves perfeccionista. Tienes terror al fallo pero es verdad que adquieres un amplio conocimiento del Derecho. Sabes siempre dónde acudir cuando surge alguna duda jurídica”. 

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