El joyero de Carmona sufrió tortura y una brutal paliza
El mecanismo, denominado "atadura de cerdo", provoca que el torturado se asfixie con su propio peso al tener presionado el torax y la boca contra el suelo
Los forenses que realizaron la autopsia de Francisco Cintado, el joyero de Carmona asesinado en agosto de 2018 en su propio taller fueron tajantes en su declaración ante el jurado. Ante las preguntas de fiscal, acusación particular y el abogado de Gheorghe S., uno de los procesados por el asesinato, la muerte se produjo por la unión de tres elementos. Por un lado, un síndrome de asfixia aguda unida a que le taparon las vías respiratorias y la asfixia posicional producida por un mecanismo de tortura denominada "atadura de cerdo".
El médico forense Joaquín Lucena, explicó ante el tribunal del jurado que el cadáver presentaba más de 33 lesiones contusas, más de 20 en cabeza y cara. Durante la autopsia, retiraron una cinta aislante de 5 centímetros de ancho que le tapaba la boca pero no los orificios nasales y que, además le daba tres vueltas al cuello. "Estaba fuertemente apretada y tuvimos que cortarla para quitarla", añadió. Como muestra de la fuerza con la que había sido puesta la cinta, Lucena afirmó que parte de uno de los incisivos se rompió por la presión ejercida en la boca.
La cabeza de la víctima presentaba edemas, hematomas y deformidades por contusiones. Asimismo, presentaba una fuerte compresión en el cuello, "tanto por estrangulación realizada tanto por las manos como por la cinta aislante a modo de cuerda". El doctor Lucena señaló que el cuerpo tenía en la boca "hongo de espuma", una agrupación de espuma blanquecina rosácea proveniente de un edema pulmonar "típica de la asfixia mecánima presente normalmente en las muertes por ahogamiento". También presentaba lesiones en las extremidades "producidas por zapatos o suelas".
La tortura de la "atadura de cerdo"
Los atacantes utilizaron con el joyero un método de tortura conocido como "atadura de cerdo". Según las señales que presentaba el cadáver, los acusados ataron a la espalda con bridas los brazos de la víctima, que estaba colocada boca abajo y también tenía atadas las pierneas. Su propio peso, tenía obesidad de grado 1, unido a que el tórax y la cara estaban presionados contra el suelo, provocó la asfixia. "A esto se suma la recuperación de la conmoción cerebral por la brutal paliza y que siempre tuvo tapadas las vías respiratorias. "Todo esto le produjo la muerte", aseguran los forenses. La pérdida de oxígeno en sangre fue paulatina hasta que la víctima perdió el conocimiento y falleció.
A preguntas del fiscal sobre si el joyero tenía signos de defensa o lucha, Lucena fue tajante. "Fue sorprendio o lo agarraron antes de que pudiera responder o defenderse". Lo que sí apreciaron los forenses fue signos de resistencia.
Preguntados sobre si la víctima hubiera sobrevivido en caso de recibir asistencia inmediatamente después de sufrir la paliza, el forense fue igualmente contundente. "En el mejor de los casos, habría quedado en estado vegetativo permanente o, quizás en un estado que al final le hubierea llevado a la muerte. No se hubiera salvado".
Signos de hechos violentos
Durante la tercera sesión del juicio declararon también los agentes de la Guardia Civil que realizaron la inspección ocular que destacaron el enorme desorden de la escena del crimen. "Dentro se veía que había pasado algo violento", explicó uno de ellos que también afirmó que no existía ninguna posibilidad para Francisco Cintado de huir de sus atacantes "porque es un lugar pequeño y tendría que haber saltado por encima de sus captores".
El jurado pudo visionar también el vídeo de la cámara de seguridad del taller y la tienda. En él se aprecia cómo dos personas entran en la tienda y en el momento en el que la víctima pasa al taller, le siguen de cerca y comienzan a darle una paliza durante unos ocho minutos y salen después, dejando en el suelo a su víctima.
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